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BITCOIN. Otra gran estafa?

Una investigación de
Marcelo Espiñeira.

Creada en 2009 por una o varias personas que únicamente se han identificado bajo el seudónimo japonés de Satoshi Nakamoto (*), la joven moneda virtual Bitcoin ha protagonizado un par de sonados escándalos a finales de febrero pasado, presa de los peores defectos que pudieran tener la mayoría de las divisas tradicionales. La todavía corta existencia del Bitcoin parece encarrilarse hacia un posible callejón sin salida, si sus creadores no consiguieran corregir sus grandes errores a tiempo. 




Made in Silicon Valley

Alumbrada durante el particular clima negativo que acompañó al mundillo de las finanzas luego de la caída de Lehmann Brothers en setiembre de 2008, la primera divisa virtual, que no posee garantías de ningún Estado detrás y de naturaleza absolutamente descentralizada, consiguió llamar la atención de unos cuantos popes de Silicon Valley, como también la de miles de inversores particulares alrededor del mundo. Asimismo fue duramente criticada por los directores de entidades como el FMI, el BCE o la FED americana, por ser considerada una amenaza al orden monetario mundial o un canal perfecto para el crimen organizado. Otras teorías sobre su misteriosa aparición también la relacionan con la CIA o la ANS, pero lo cierto es que Bitcoin también ha reunido a seguidores célebres tras su proyecto. En particular, su gran defensor ha sido siempre Marc Andreessen, cofundador de Netscape en 1994 y multimillonario luego de vender su creación a AOL en 4.200 millones de dólares en 1998. Vale decir que a Andreesen se le adjudica haber invertido no menos de 50 millones en el desarrollo de empresas relacionadas con el código Bitcoin. 


Pero… ¿qué es Bitcoin realmente? Para los entendidos en programación informática avanzada, la materia prima de Bitcoin es un sofisticado entramado de operaciones matemáticas que se vale de una información encriptada (algoritmo SHA256), organizada en código abierto, que genera un sistema de intercambio de ficheros utilizando la tecnología P2P. Para el resto de los mortales, Bitcoin es una forma de pagar servicios online o simplemente un refugio de carácter meramente especulativo, como podrían ser el oro o la plata. Claro que los metales siempre serán un bien tangible, con ellos podemos hacer joyas preciosas, además de acumularlos como lingotes esperando a venderlos cuando mejoren su cotización o tengamos necesidad de obtener dinero. En cambio, Bitcoin es una abstracción matemática pura y dura, al margen del valor que pudiéramos otorgarle mediante su cotización.






¿Cómo se consiguen los Bitcoins? En un inicio las monedas se obtenían únicamente mediante la minería virtual. ¿Minería? Sí, porque así se denomina al proceso de computación requerido para controlar la autenticidad de cada operación realizada con Bitcoin. Como comisión, los mineros obtienen su recompensa con nuevas monedas virtuales que se ponen en circulación, ampliando la base monetaria y expandiendo el sistema. En un principio, los mineros sólo necesitaban de un ordenador corriente para desarrollar esta actividad lucrativa. Así, hubo algunos pioneros capaces de acaparar varios miles de Bitcoins en un corto período de tiempo. Sin embargo, con cada nueva moneda obtenida, el proceso se va complicando porque el diseño mismo así lo exige, lo que ha terminado con los días en que los simples aficionados se enriquecían fácilmente. Ahora mismo se necesitan sofisticados equipos que corran un software muy pesado para obtener una renta que cada día es menor. Además, no han tardado en irrumpir las casas de cambio y almacenaje de monederos virtuales, que ofrecen todo tipo de servicios financieros. Tampoco faltan los cajeros automáticos, imitando todos los rasgos del sistema tradicional, del cual Bitcoin nunca ha podido desligarse en absoluto.





La Deep Web
Pero, si no estamos hablando de algo real ¿por qué razón mucha gente ha invertido en Bitcoins? En primer lugar, no podemos pasar por alto que en Internet han encontrado cobijo unas cuantas actividades penadas por la Ley, incluyendo desde la venta de armas o estupefacientes, hasta servicios de sicariato, hacking o lo que podamos imaginar. El carácter amplio y ciertamente inabarcable de la web, ha propiciado que el crimen organizado utilice este medio con ciertas garantías de éxito. El desmantelamiento por parte del FBI del mayor supermercado online de drogas ilegales, Silk Road, arrojó muestras de la estrecha relación entre la inversión en Bitcoins y el pago de servicios clandestinos en la Red.

El creador de Silk Road, Ross William Ulbricht, fue detenido en octubre pasado por manejar desde su ordenador portátil una potente plataforma de intercambio de estupefacientes que le reportaba copiosas ganancias (tenía más de 3,5 millones de dólares en Bitcoins en la memoria de su ordenador al momento de su detención). El método de enriquecimiento era bastante sencillo como eficiente, Ulbricht admitía la inscripción gratuita de los compradores en Silk Road y les cobraba comisión en Bitcoins a los vendedores, luego de someterlos a un supuesto test de calidad de sus productos. Similares a Silk Road (que ya está nuevamente online) funcionan otras plataformas, todas ellas alojadas en un espacio vulgarmente conocido como Deep Web o la Internet profunda, un área de la web que se mantiene al margen de Google y los buscadores más utilizados, pero accesible con diversas herramientas como el navegador TOR. Y es allí donde la moneda virtual encuentra su máximo apogeo.


El ciudadano americano Satoshi Nakamoto acosado por la prensa que lo señaló como el presunto creador de Bitcoin

Mera Especulación?
No obstante las evidencias en su contra, pensar que solo el narcotráfico se nutre de los beneficios del Bitcoin sería caer en una afirmación antojadiza. Es natural que cuando una nueva forma de inversión sale a la palestra, como sucedió con Bitcoin en 2010, muchos inversores particulares se interesen en la nueva doncella financiera. Por ello, sus fervientes defensores se han esforzado (y todavía lo hacen) en explicar las supuestas bondades de esta original creación digital. Al respecto, un argumento recurrente es citar la base monetaria limitada que define a Bitcoin. En teoría, cuando esta alcance los 21 millones de unidades en el año 2140, se parará la generación de nuevas monedas. Un diseño que perseguiría diferenciarse de las monedas tradicionales, siempre sujetas a los vaivenes políticos o la impresión descontrolada por parte de algunos Estados que acaban generando inflación. Sin embargo, en opinión de economistas de renombre como Paul Krugman o Bradford DeLong, este límite en la base monetaria de Bitcoin no es más que otra ocurrencia caprichosa mucho más ligada a cuestiones informáticas que a un verdadero proyecto monetario con un parámetro fiable que establezca su valor real. 

El multimillonario Marc Andreessen luce menos preocupado por el valor real de Bitcoin que Krugman y en enero pasado encontró un generoso espacio en el prestigioso periódico The New York Times para explayarse en cuanto al milagroso hallazgo digital que le interesa apadrinar. En su extensa columna de opinión, Andreessen evidencia su confianza ciega en la moneda virtual, festeja su falta de regulación en el mundo real y expone una curiosa serie de sus posibles usos, casi todos relacionados con el pago en Internet. Según Andreessen: "Idealistas políticos proyectan sus visiones liberales y revolucionarias en el proyecto Bitcoin. En cambio, las elites establecidas lo desprecian con desdén". Luego compara a los ordenadores personales del ´75 o Internet del ´93, con Bitcoin en 2014. Según él: "muchas personas se preguntarán por qué esta poderosa promesa no fue más evidente desde el principio"… ¿No les resulta familiar este argumento de venta?


"Bitcoin nos da, por primera vez, la oportunidad de que un internauta transfiera una pieza única de propiedad digital a otro usuario de Internet, de tal manera que dicha transferencia se garantice con seguridad. Todo el mundo sabe que la transferencia se ha realizado, y nadie puede cuestionar la legitimidad de la misma. Las consecuencias de este descubrimiento son difíciles de imaginar" agrega Marc Andreessen. Luego compara las bajas comisiones en los intercambios de Bitcoins con aquellas más elevadas que cobran los bancos o sistemas como PayPal, que siempre rondan entre el 2 y el 3%. El empresario también afirma que "el valor de Bitcoin se basa directamente en dos asuntos: el uso del sistema de pago actual -el volumen y la velocidad de los pagos que se ejecutan- y la especulación sobre el uso futuro del sistema" y admite que es comprensible que aún se dude sobre el valor real de Bitcoin o que otros esperen lucrarse con su posible manipulación.


Un café de Amsterdam anuncia que acepta el pago con bitcoin.

"Con la nueva tecnología, siempre existe el clásico problema del "huevo y la gallina". Los inventos no valen mucho hasta que sí lo valen. Y el hecho de que Bitcoin haya aumentado su valor, debido en parte a la especulación, ha hecho realidad que su utilidad se ha confirmado mucho más rápido de lo esperado". Luego agrega que Bitcoin sirve para ahuyentar el fraude en el uso de tarjetas de crédito, o que los medios de comunicación podrían cobrar pequeñísimas sumas por el acceso a sus contenidos digitales, así como los proveedores de servicios de email… siempre apelando al gran poder de fraccionamiento de esta moneda, capaz de soportar 8 cifras detrás de la coma. También afirma que el fraude con Bitcoins es más controlable para la policía que las estafas con dinero común, porque "Bitcoin es seudónimo, no es anónimo. Además, todas sus transacciones en la red siempre se rastrean y registran en la cadena bloque o registro permanente, disponible para que todos lo vean"

Su alegato concluye descubriendo un aspecto crucial para el posible éxito de esta moneda:"Cuantas más personas utilicen Bitcoin, ésta será más valiosa para sus usuarios. Bitcoin comparte la propiedad de efecto en red con el sistema telefónico, Internet, o servicios como eBay y Facebook". Una sincera afirmación que establece la infeliz analogía con el carácter inestable de las redes sociales, que llevado al terreno monetario debería resultarnos un tanto inquietante. En esta última frase también notamos aquel peligroso espíritu de los negocios piramidales o las burbujas financieras…"cuánto más gente intervenga, mayor ganancia para los pioneros del juego" parece decirnos Andreessen entre líneas.

No obstante esta efusiva diatriba, durante la última semana de febrero, los problemas se multiplicaron en el territorio Bitcoin. De manera sorpresiva, la principal operadora de esta moneda en la Red se declaró en quiebra. Mt. Gox era el sitio de intercambio y almacenaje que acaparaba la mayor parte del tráfico de la divisa (se estima que el 70% de las transacciones pasaban por allí a diario). La entidad con sede en Tokyo, alegó que el súbito cierre se produjo por un supuesto fraude millonario perpetrado contra su stock de monederos virtuales, cifrado en 744,000 Bitcoins, alrededor del 6% del total circulante en el mundo...


El fundador de la ya quebrada plataforma de intercambios Mt Gox, Jed McCaleb
Cyber - caos

¿Ha sido este el robo del siglo? No ha estado tan lejos, si tomamos en cuenta que cada Bitcoin cotizaba cercano a los 500 dólares en el momento que Mt. Gox dejó de estar operativa. Si calculamos este faltante, ascendería a más de 268 millones de euros. Toda una fortuna que simplemente se evaporó a causa de un supuesto fallo de seguridad en el protocolo Bitcoin...

El monumental atraco ha puesto al descubierto la ineficacia del publicitado sistema de seguridad de la nueva divisa, y también ha confirmado que la ausencia de garantes puede resultar muy inconveniente para los ahorradores. El riesgo de perderlo todo en un mal día se eleva demasiado cuando acumulamos Bitcoins en el caché de una memoria. Más aún si pensamos en la vulnerabilidad extrema que históricamente han exhibido los programas informáticos. Al respecto, recientemente se ha denunciado la existencia de malware en forma de troyanos que infectan nuestras máquinas para apoderarse de la capacidad de tarjetas gráficas o memorias con el propósito de utilizarlas en el proceso de minería de Bitcoin. Es decir, que los hackers usan a través de estos programas maliciosos la potencia de ordenadores zombies en provecho propio. Asimismo, se han detectado otro tipo de troyanos que directamente rastrean el disco duro invadido en busca de códigos Bitcoin para secuestrarlos y robarlos. ¿Dinero seguro? Estos incidentes no parecen indicarlo.



Es importante agregar que Bitcoin no está sólo en el mercado. A su relativo éxito inicial, pronto se sumaron propuestas similares, como Litecoin, Dogecoin o Peercoin, por nombrar a los más destacados entre una extensa lista de novísimas monedas virtuales. Entre ellas existen pequeñas diferencias de forma y tamaño. Por ejemplo, que las bases monetarias de Litecoin y Dogecoin son mucho más amplias que los escuetos 21 millones estimados para Bitcoin. Incluso Peercoin ha incluído un 1% fijo de inflación anual en el cálculo de su cotización, intentando así corregir el carácter deflacionario de Bitcoin. Todas correcciones conceptuales de tipo económico, que inexorablemente necesitarán acompañarse con mejoras técnicas en la seguridad para poder seducir a una mayor cantidad de posibles ahorradores. 

Discos duros interconectados para desarrollar minería virtual
El Futuro
En el ambiente norteamericano de las finanzas, la inesperada llegada de la divisa virtual ha generado bastante espectación. El marcado espíritu libertario del proyecto ha seducido fundamentalmente a empresarios de Silicon Valley y un amplio sector de la comunidad informática. En la acera opuesta parecen ubicarse casi todos los economistas, algunos por simple precaución, otros convencidos de que el fenómeno Bitcoin carece de una indispensable base sólida para no acabar transformándose en una triste estafa más o una burbuja que podría hundir a miles de ahorradores desprevenidos.

En todo caso, la confianza sigue siendo el factor clave en este asunto. Como bien dice la periodista Adrianne Jeffries en su artículo para la revista The Verge: “objetivamente, las probabilidades de éxito a largo plazo para Bitcoin son escasas. Es muy difícil empezar algo que depende de una gran cantidad de personas que lo utilicen, y los desafíos son mayores si ese algo es un nuevo tipo de dinero. Hay un sinfín de posibles muertes para Bitcoin. La tecnología falla. El abuso especulativo causa un daño irreparable. El precio no se establece. Las presiones deflacionarias aniquilan la liquidez. Un gobierno lo apaga. Una nueva moneda hace que quede obsoleta. Los usuarios la abandonan por alguna otra razón, y así sucesivamente”... 

La mayoría de estas probabilidades ya comienzan a hacerse realidad. Al cierre de Mt. Gox se ha sumado el de una entidad canadiense llamada Flexcoin, que perdió unos 600mil dólares en Bitcoins. La prensa australiana también ha dado cuenta de pequeños ahorradores estafados por un tal Ken Armitt de Cryptoxchange.com, que mediante conferencias por Skype intentaba ganarse la confianza de sus víctimas para luego quedarse con sus ahorros en fraudulentas transacciones con Bitcoins. Como tantas veces sucede, y mucho más en Internet, ante el arribo de una novedad poco comprensible para la mayoría, enseguida aparecen los timadores profesionales para hacerse su agosto.

El estafador australiano supuestamente llamado Ken Armitt durante una videoconferencia

Sabemos sobradamente de los defectos del sistema monetario actual, pero también contamos con la suficiente perspectiva histórica para poder reaccionar a tiempo ante los inevitables vaivenes económico financieros. El Bitcoin, en muchos sentidos, parece diseñado para evadir impuestos. Muchos de sus entusiastas defensores esgrimen argumentos poco solidarios con los demás y es bien conocido el problema fiscal que ha generado la proliferación del comercio online en casi todo el mundo. De momento, la actitud de los gobiernos se ha mantenido en la mera observación del fenómeno. En EEUU se intenta monitorear los negocios sucios en los cuales Bitcoin se emplea como forma de pago con mucha frecuencia, pero todavía no existe una legislación que regule la moneda. Los japoneses han inaugurado en estos días, el aspecto normativo para Bitcoin, han decidido darle un tratamiento similar al oro, gravando las transacciones. Aunque nadie sabe cómo irán a controlarlas, ya que su misma esencia lo dificulta en sumo grado. En Inglaterra, prefieren no intervenir. El gobierno chino ha prohibido su uso en todas las entidades financieras del país, como también en las plataformas de pago online. En Rusia, el gobierno de Vladimir Putin también ha prohibido su uso de manera tajante, acusando a los poseedores de Bitcoin de favorecer la especulación, la financiación de las mafias y el terrorismo internacional. En Francia, el Banco Central se ha limitado a advertir del alto riesgo que supone invertir en lo virtual. Finalmente, el Bundesbank alemán cambió su actitud cauta exhibida en 2013, y ahora advierte sobre la extrema volatilidad de este clase de inversiones sin respaldo alguno.

Un horizonte muy nublado nos ofrece la nueva moneda, escasas garantías existen de que no acabará siendo otra gran estafa de magnitud planetaria. No estaría mal recordar que las apuestas ciegas se hacen en los casinos.

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