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APPLE vs FBI. Intimidad vs Seguridad

Escribe Marcelo Espiñeira.

Tras la matanza de 14 personas producida en la localidad de San Bernardino (California) en diciembre pasado, el FBI centró su investigación en las posibles conexiones de uno de los asesinos implicados. Inmediatamente estableció como prioritario poder acceder al contenido del teléfono móvil Iphone fabricado por la empresa Apple que el tirador poseía. Así, dar con los posibles contactos del delincuente en el extranjero o sus probables cómplices intelectuales en el diseño del atentado se convirtió en algo esencial para que la investigación pudiera avanzar a buen puerto. Sin embargo, la oficina de seguridad norteamericana se topó con un
serio inconveniente al intentar ingresar dentro del móvil en cuestión, debido a que alguno de sus agentes no tomó en cuenta el hecho de que Apple había reforzado la seguridad de sus últimos modelos a través de un sistema de encriptación de datos más severo que antes. De esta manera, el FBI provocó el borrado del contenido del Iphone tras el fallido intento de acceder a sus contraseñas privadas. Tras diez intentos erróneos consecutivos, el Iphone 6 activa un protocolo de seguridad que borra los contenidos para proteger a su dueño de una supuesta violación del dispositivo. 


El sistema que Apple diseñara en 2014 para reforzar el derecho a la intimidad de sus clientes es puesto ahora en entredicho por la agencia estatal de seguridad ante un tribunal de justicia. Todo indica que luego del fracaso de la investigación, el FBI pidió a Apple algún tipo de asistencia que la empresa no pudo ofrecerle alegando que hasta para ellos mismos era imposible ingresar en aquel teléfono secuestrado al asesino de masas. Ante la insistencia del juez instructor del caso y del mismo FBI, la empresa optó por emitir un comunicado público en el que desafiaba abiertamente al organismo de seguridad diciendo que la orden recibida de la justicia ponía en juego la intimidad de millones de usuarios del Iphone. Apple dice que le han solicitado la construcción de una puerta trasera en sus teléfonos para que la policía o los jueces puedan acceder sin mayores inconvenientes a los contenidos de sus dispositivos del tipo Iphone. Se entiende que se trataría de reescribir el software de estos gadgets con tal de que perdieran su condición de inexpugnables, en teoría para que los investigadores pudieran enterarse si un acusado es culpable o no en un determinado caso judicial. 


El problema es que si Apple accediera a la solicitada reescritura de sus protocolos de seguridad, no solo un juez o el FBI podrían obtener la información de estos teléfonos móviles en un futuro, sino cualquier persona con los conocimientos suficientes para hacerlo. Es decir, que los modelos Iphone perderían su coraza anti-hackers y en palabras del CEO de la compañía, Tim Cook: "no solo los buenos accederían al contenido de tu Iphone, también lo harían los malos"


Tras el inequívoco desafío de Apple a la justicia norteamericana se ha abierto un debate que no ha dejado indiferente a la opinión pública estadounidense. Algunos medios afirman que el 51% de los ciudadanos norteamericanos apoyan el pedido del FBI y la justicia, es decir que antepondrían los intereses de la seguridad nacional a la intimidad de sus teléfonos privados. En contrapartida, casi un 30% piensa que Apple tiene razón en este caso y que sería muy peligroso reducir el nivel de seguridad de sus móviles. Finalmente, existe un 18% de indecisos ante la planteada disyuntiva entre Seguridad Nacional vs Intimidad Ciudadana.

John McAffee
A primera vista, el conflicto entre Apple y el FBI pareceser muy sencillo aunque algunos expertos en tecnología ponen en duda esta simplificación. Por ejemplo, para John McAffee, el creador del famoso antivirus que lleva su nombre y ahora también candidato presidencial por el minoritario Partido Libertario: "es imposible que el FBI no haya podido acceder al contenido de ese teléfono. Cualquiera con conocimientos sólidos en informática está capacitado para hacerlo en media hora. Yo me ofrezco a la justicia para hackear ese teléfono. La encriptación de datos no es un proceso irreversible, es matemática pura y tanto Apple como el FBI pueden conocer lo que esconde ese móvil". Vale aclarar que estas declaraciones provienen de la misma persona que cree que el gobierno de EEUU necesita organizar a una fuerza especial de hackers para defenderse de los ataques cibernéticos de sus enemigos o que también dilapidó una fortuna personal cercana a los 100 millones de dólares luego del estallido de la crisis financiera.

Cualquiera con conocimientos
sólidos en informática
está capacitado para hackear un Iphone 6
en media hora. 
Yo me ofrezco a la justicia para hacerlo. 
John McAffee


Lo curioso es que la condena a la tecnológica reúna a demócratas y republicanos en una posición muy similar. El populista candidato republicano Donald Trump llamó al boicot contra la compañía del Iphone y algunos funcionarios del gobierno de Barack Obama han advertido que la negativa de Apple significaría romper el contrato social de una nación.

Edward Snowden
Por su parte, el exagente de la NSA, Edward Snowden, también se ha apuntado al debate desde algún lugar de Rusia, donde ahora reside prófugo de la justicia americana: "Ellos saben más sobre nosotros como nunca antes en la historia de los Estados Unidos", ha dicho el exagente. "Se excusan de rendir cuenta de sus actos de gobierno y al mismo tiempo tratan de ejercer un mayor control sobre nosotros todo el tiempo".

Snowden afirmó también que: "no creo que Apple sea el héroe perfecto a quien debamos apoyar en todo. Sin embargo en este caso es cierto que se oponen a unas prácticas que se han llevado a cabo sistemáticamente desde los organismos de vigilancia estatales durante los últimos 33 años. A través de los llamados tribunales FISA (Vigilancia de Inteligencia Extranjera) herramienta judicial que la administración utilizara para saltarse los derechos a la intimidad ciudadana más de 33.900 veces con la excusa de preservar la seguridad nacional. Creo que es hora de que sepamos que siempre nos han vigilado".

Ellos saben más sobre nosotros
como nunca antes
en la historia de los Estados Unidos
Edward Snowden

La vigilancia sistemática practicada por el gobierno norteamericano causó un escándalo internacional en 2013 cuando Edward Snowden hizo públicos los documentos que probaban la existencia del PRISM, un programa de vigilancia masiva llevado adelante por la NSA, la agencia nacional de seguridad de EEUU. Desde entonces, Europa ha maniobrado para evitar una colisión diplomática con los norteamericanos pero también para intentar zafar del radar de su todopoderosa inteligencia digital. 

Dentro de este nuevo escenario marcado por el auge del espionaje internacional, se ha hablado mucho de la complicidad necesaria de las grandes empresas tecnológicas de origen norteamericano, como Google, Facebook, Microsoft, Yahoo, Dropbox y la misma Apple, que siempre habían colaborado por orden judicial en los casos pertenecientes a la esfera de los polémicos tribunales FISA. Por este motivo, también sorprende ahora que Apple y sus competidores hayan tomado una posición contraria al gobierno en el caso del teléfono del tirador de San Bernardino. ¿Por qué ahora las tecnológicas se unen indignadas contra una orden judicial si antes no lo habían hecho en miles de ocasiones?


Al respecto de este sorprendente enfrentamiento se puede conjeturar que este atentado ha tensado las relaciones de dos marcas muy fuertes e influyentes en la sociedad norteamericana. Por un lado, la empresa más emblemática del nuevo orden mundial basado en los dispositivos tecnológicos de uso personal. Por el otro, una de las organizaciones más poderosas en la defensa de la seguridad nacional de EEUU. Tanto Apple como el FBI saben del respeto que inspiran su simple mención, ambas marcas tienen una fuerte influencia en la opinión pública y saben que se están jugando buena parte de su credibilidad en este altercado judicial. Unos pretenden ser garantía de la tecnología más avanzada, aquella que supuestamente hará la vida más fácil e interesante a sus millones de clientes. Los otros pretenden ser los ángeles guardianes de los mismos ciudadanos que dicen proteger, los que velarán por su seguridad a cualquier precio, incluso apelando a la supresión de sus derechos más básicos o a la vigilancia masiva de su vida cotidiana. Entre este tipo de paradigmas se halla la disputa entre Apple y el FBI.

Loretta Lynch
Bill Gates, uno de los empresarios más veteranos en  la burbuja de Palo Alto sabe que las empresas están condenadas a entenderse con el poderoso lobby de la seguridad nacional y que tarde o temprano, los jueces no emitirán órdenes que pongan en juego la reputación de las tecnológicas y así lo manifestó en diversas entrevistas recientes. Porque esta parece ser la cuestión de fondo escenificada en el pulso público sostenido por Apple contra el FBI, las tecnológicas pretenden una nueva legislación a su medida.

La advertencia hacia Apple por parte de la fiscal general Loretta Lynch tampoco ha eludido esta evidencia en sus tajantes declaraciones a los medios: "No podemos dejar que una sola empresa, por bonitos que sean los dispositivos que fabrique, pueda decidir una cuestión que es de todos. Esta empresa no puede decidir cómo serán llevadas a cabo nuestras investigaciones".


Si agregamos este sonado entuerto judicial al conflicto fiscal sostenido en Inglaterra y el resto de Europa, algunos fallos condenatorios recibidos en la justicia brasilera o la reciente revocación del recurso presentado por Apple ante el Tribunal Supremo de EEUU por el arreglo del precio de los eBooks con un grupo de editoriales, veremos que Apple y sus pares en Silicon Valley se han ubicado últimamente en el ojo del huracán. Tenemos la sensación de que ha comenzado a discutirse por fin el extraordinario poder que las tecnológicas poseen para dictar nuestra forma de vida o las normas especiales que deberían regular en algún sentido su frenético avance. Es este un debate ineludible que podría sentar las bases de nuestra convivencia futura y por lo tanto resulta apasionante. 


Las empresas tecnológicas han sabido acumular músculo financiero en las últimas dos décadas, en buena parte gracias a una inescrupulosa política de elusión fiscal sistemática. En la misma medida han conseguido conquistar mercados de todo tipo, suprimiendo oficios por aplicaciones telefónicas o imponiendo sus dispositivos y plataformas como canales universales para cualquier transacción a nivel mundial. Semejante avance registrado les ha reportado una posición dominante tal que ahora se creen con capacidad para desafiar públicamente un sistema judicial que dicen data del siglo XIX. Las tecnológicas reclaman la refundación legal del sistema y pretenden hacerlo a su imagen y semejanza. Su influencia se percibe en la redacción de los nuevos tratados internacionales de libre comercio o en la resistencia de los diversos paraísos fiscales diseminados por la geografía. 

Chad Syverson
La promesa de una sociedad tecnológica que supuestamente nos haría más libres a todos está ahora en constante entredicho, gracias a la perspectiva que nos dan veinte años de avance ininterrumpido de Internet. Ahora también han aparecido informes económicos que no dejan muy bien paradas a las tecnológicas en el contexto de la productividad mundial y menos aún en un equitativo reparto de los llamados dividendos digitales. Nos referimos al trabajo del economista Chad Syverson, de la Universidad de Chicago. El científico señala en su informe que “las tecnologías digitales se han extendido rápidamente en gran parte del mundo. Los dividendos digitales —los beneficios más amplios en términos de desarrollo derivados de la utilización de estas tecnologías— no han avanzado en la misma medida. En muchos casos, las tecnologías digitales han impulsado el crecimiento, ampliado las oportunidades y mejorado la prestación de servicios. Sin embargo, su impacto agregado ha estado por debajo de las expectativas y sus beneficios se distribuyen de manera desigual. Para que las tecnologías digitales beneficien a todos y en todo lugar es preciso eliminar la brecha digital que aún existe, especialmente en lo que respecta al acceso a Internet. Pero no bastará con adoptar las tecnologías digitales en mayor escala. Para sacar el máximo provecho de la revolución digital, los países también deben ocuparse de los “complementos analógicos”: reforzar las regulaciones que garantizan la competencia entre empresas, adaptar las habilidades de los trabajadores a las exigencias de la nueva economía, y asegurar que las instituciones sean responsables”. Esta es la conclusión general del informe publicado recientemente por el Banco Mundial y parte de este espíritu crítico se percibe en los últimos enfrentamientos judiciales entre las grandes tecnológicas y algunos gobiernos poderosos. Quedará por ver todavía quién se adapta a quién, si las compañías al interés general o si sucede a la inversa.



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