Curiosidades de este oficio, el lugar donde nos encontramos no se corresponde en absoluto con la imagen prediseñada que podía tener sobre los gustos de Jorge Drexler (Montevideo, 1964). Es un bar ascéptico, decorado en un blanco espartano y lleva por nombre el del coloso de la industria láctea ibérica. Evidentemente, todo ha sido una cuestión de comodidades, ya que antes que a mi ha atendido a una periodista de La Vanguardia , cuyo edificio corona esta imponente esquina de la Barcelona pudiente. Sin mate de por medio, como hube imaginado siempre una entrevista con él, pero con el poder de la palabra como eje central de un encuentro que duró poco más de media hora. Un pequeño rato que hubiéramos extendido de mutuo acuerdo, sino fuera por su apretada agenda celosamente custodiada por un asistente insistente en cumplirla con rigurosa puntualidad. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio, eso está claro.