El maestro atiende a nuestra entrevista con una sencillez pavorosa, como si se tratara de un familiar a quien no le hablaba desde hace algún tiempo. Su humor contagioso le permite ir enredando temas personales con el motivo del encuentro, haciendo que disfrutemos más de la velada. A cada comentario, de seguido, alguna risa y en su acento gitano, aletargado, una paz, una comodidad para quien indaga. Grave, marcadamente rasgada su voz, posiblemente de tanto cantar desde el alma, suena como si un kilo de arena hubiese pasado minutos antes de la entrevista por su garganta mientras responde y pregunta. Tu vida tiene un karma, cantar siempre cantar… Como en dice la letra del tango "Garganta con arena" y en cualquier caso nos resulta más que apropiada, oportuna, ajustada a este portento. Diego “El Cigala” (Madrid, 1968) tiene ese no sé qué pegado entre el alma y el cuerpo que nos conduce inevitablemente hasta su música.