Una crítica de
Lilian Rosales de Canals.
No es mera casualidad que el film "Un cuento chino" arrase en las taquillas españolas hasta recaudar la nada despreciable cifra de 400.000€ en sus primeros tres días en cartelera. Y aunque fue estrenada recién pasada la primera quincena de junio continúa generando una inmejorable respuesta del público y produciendo beneficios. Queda convertida así en la película latinoamericana con el arranque más exitoso, después del “El secreto de sus ojos” (2009) de Juan José Campanella, que recaudara en su momento cerca de un millón de euros durante la primera semana. Sin embargo es de mencionar que el film que nos ocupa, fue lanzado en 114 salas y ha dejado atónito al mercado al lograr el quinto puesto en la tabla general y el segundo mejor promedio por sala de todo el circuito español.
Un argentino y un chino
unidos por una vaca que cayó del cielo
Dos razones de peso con nombre y apellido son capaces de generar este fenómeno en medio de una cacareada crisis del sector: la actuación de Ricardo Darín (Buenos Aires, 1957) y la pluma de Sebastián Borensztein (Buenos Aires, 1963).
A lo largo de los últimos años, Ricardo Darín se ha convertido en la irrefutable figura más destacada del cine argentino. Su sola presencia en carteles conquista la taquilla mientras que su indiscutible capacidad histriónica, pareciese una promesa suficiente de calidad artística para el espectador. El film de Borensztein, donde el actor desempeña su más reciente papel estelar, no es la excepción de la regla.
Cuando nos viene a la cabeza la frase "Un cuento chino" nos preparamos psicológicamente para poner en alerta todos los sentidos y detectar en cualquier momento el gazapo, la mentira velada y hasta esperamos ser objeto de burla. Alguna historia no verídica se esconde olímpicamente detrás del narrador. Sin embargo, más allá de esta arquetípica manera de interpretar la frase que da título a la producción del director y guionista bonaerense, "Un cuento Chino" es una extraordinaria manera de confrontar lo inverosímil que puede llegar a ser la realidad. Es una narración sencilla pero intensa, que aborda tópicos universales como la soledad, la incomunicación, la convivencia y la solidaridad, la empatía y la compasión, la vacilación y la reflexión, como herramientas para facilitar dar un giro de 180 º a la propia vida si es preciso, aunque parezca tarde.
En algún momento de nuestras vidas todos hemos experimentado la sensación de que la realidad es un absurdo. En consecuencia hemos concluido entonces que está repleta de hechos insólitos y en este film son esos mismos extraños sucesos los que ocupan al personaje de Roberto, quien colecciona noticias de imposibles, que parecieren salir de la ciencia ficción, y que sirven de catalítico - al final de la historia - para dilucidar la extraña razón por la cual un chino ha llegado a su vida y ha cambiado su destino…
Obviamente la presencia de Jun (interpretado por el actor Huang Sheng Huang) en la vida de Roberto determinará una vuelta de tuerca en su cotidianidad. Más sin embargo, su creador ha sabido pasar de puntillas sobre los riesgos potenciales de crear un retrato de baja factura dramatúrgica, predecible por demás, y mediante una impecable caligrafía narrativa y visual, dar tratamiento a su apuesta destacando con especial mesura el perfil psicológico y el tratamiento emocional de sus personajes. De tal forma que Roberto y Jun, resultan ante el espectador retratos realistas y creíbles, a pesar de que ciertas escenas excedan de este apego a la veracidad, con la intención presunta de inducir esos picos propios del drama grotesco, que son un intento bien logrado de generar desde el epicentro de un conflicto, la risa liberadora y la empatía de quien lo presencia.
En este tratamiento se antoja muy clara la presencia de la pluma cundida de experiencia en comedia de Borensztein. Hijo del prestigioso actor cómico argentino Tato Bores, y autor y director de los films "La suerte está echada" (2005) y "Sin memoria" (2010).
La vida es un gran sinsentido…lógico
Inspirada en un hecho real, la trama es una adaptación que hiciera su autor de una noticia inusitada, que no develamos por respeto al público.
"Un cuento chino" es una comedia dramática o acaso un drama salpicado de comedia, que narra el encuentro fortuito entre Roberto (Ricardo Darín): un ferretero coleccionista de noticias increíbles y absurdas, ermitaño, huraño, maniático, hundido en la rutina y atrapado por ella, que signado por una dura experiencia tras la guerra de las Malvinas, detuvo su vida para atrincherarse en su mundo de al menos dos décadas atrás …Y un chino llamado Jun (Huang Sheng Huang) quien, perdido en la ciudad de Buenos Aires, busca a su único familiar vivo, cuyas circunstancias obligan a Roberto, por su carácter empático, a socorrer.
El amparo, rompe el cerco hostil de Roberto de a poco, en medio de la aspereza de aquella caótica relación que apenas se sostiene mediante gestos, inevitablemente se siente invadido y asfixiado.
De esta forma se da inicio a una forzada convivencia entre los personajes que, incomunicados por sus diferencias culturales y lingüísticas, vencen sus propias barreras y terminan por resolver sus dramas vivenciales con el maravilloso descubrimiento de que la vida tiene una lógica insólita, cuyo aparente sinsentido es una dimensión alterna que esconde una nueva ruta para transitar la realidad.
En un relato con un final feliz pero contado desde la angustia, la de cada personaje cuyas peripecias en la interacción forzada rayan en la comedia y nos arrancan más de una carcajada.
Paralelamente se desarrolla una sub-trama donde la actriz Muriel Santa Ana protagonizando a Mari, encarna el amor de Roberto en stand by. Este recurso narrativo, hace de contrapeso dramático, introduce otro ritmo y punto focal que engrosa el cuerpo del relato. El autor no se inmiscuye más que lo necesario para dar una pincelada de sutileza, cándido humor y un motivo último para resolver el drama.
Lilian Rosales de Canals.
No es mera casualidad que el film "Un cuento chino" arrase en las taquillas españolas hasta recaudar la nada despreciable cifra de 400.000€ en sus primeros tres días en cartelera. Y aunque fue estrenada recién pasada la primera quincena de junio continúa generando una inmejorable respuesta del público y produciendo beneficios. Queda convertida así en la película latinoamericana con el arranque más exitoso, después del “El secreto de sus ojos” (2009) de Juan José Campanella, que recaudara en su momento cerca de un millón de euros durante la primera semana. Sin embargo es de mencionar que el film que nos ocupa, fue lanzado en 114 salas y ha dejado atónito al mercado al lograr el quinto puesto en la tabla general y el segundo mejor promedio por sala de todo el circuito español.
Un argentino y un chino
unidos por una vaca que cayó del cielo
Dos razones de peso con nombre y apellido son capaces de generar este fenómeno en medio de una cacareada crisis del sector: la actuación de Ricardo Darín (Buenos Aires, 1957) y la pluma de Sebastián Borensztein (Buenos Aires, 1963).
A lo largo de los últimos años, Ricardo Darín se ha convertido en la irrefutable figura más destacada del cine argentino. Su sola presencia en carteles conquista la taquilla mientras que su indiscutible capacidad histriónica, pareciese una promesa suficiente de calidad artística para el espectador. El film de Borensztein, donde el actor desempeña su más reciente papel estelar, no es la excepción de la regla.
Ricardo Darín en el papel de Roberto. |
En algún momento de nuestras vidas todos hemos experimentado la sensación de que la realidad es un absurdo. En consecuencia hemos concluido entonces que está repleta de hechos insólitos y en este film son esos mismos extraños sucesos los que ocupan al personaje de Roberto, quien colecciona noticias de imposibles, que parecieren salir de la ciencia ficción, y que sirven de catalítico - al final de la historia - para dilucidar la extraña razón por la cual un chino ha llegado a su vida y ha cambiado su destino…
Obviamente la presencia de Jun (interpretado por el actor Huang Sheng Huang) en la vida de Roberto determinará una vuelta de tuerca en su cotidianidad. Más sin embargo, su creador ha sabido pasar de puntillas sobre los riesgos potenciales de crear un retrato de baja factura dramatúrgica, predecible por demás, y mediante una impecable caligrafía narrativa y visual, dar tratamiento a su apuesta destacando con especial mesura el perfil psicológico y el tratamiento emocional de sus personajes. De tal forma que Roberto y Jun, resultan ante el espectador retratos realistas y creíbles, a pesar de que ciertas escenas excedan de este apego a la veracidad, con la intención presunta de inducir esos picos propios del drama grotesco, que son un intento bien logrado de generar desde el epicentro de un conflicto, la risa liberadora y la empatía de quien lo presencia.
Huang Sheng Huang en el papel de Jun. |
La vida es un gran sinsentido…lógico
Inspirada en un hecho real, la trama es una adaptación que hiciera su autor de una noticia inusitada, que no develamos por respeto al público.
"Un cuento chino" es una comedia dramática o acaso un drama salpicado de comedia, que narra el encuentro fortuito entre Roberto (Ricardo Darín): un ferretero coleccionista de noticias increíbles y absurdas, ermitaño, huraño, maniático, hundido en la rutina y atrapado por ella, que signado por una dura experiencia tras la guerra de las Malvinas, detuvo su vida para atrincherarse en su mundo de al menos dos décadas atrás …Y un chino llamado Jun (Huang Sheng Huang) quien, perdido en la ciudad de Buenos Aires, busca a su único familiar vivo, cuyas circunstancias obligan a Roberto, por su carácter empático, a socorrer.
El amparo, rompe el cerco hostil de Roberto de a poco, en medio de la aspereza de aquella caótica relación que apenas se sostiene mediante gestos, inevitablemente se siente invadido y asfixiado.
De esta forma se da inicio a una forzada convivencia entre los personajes que, incomunicados por sus diferencias culturales y lingüísticas, vencen sus propias barreras y terminan por resolver sus dramas vivenciales con el maravilloso descubrimiento de que la vida tiene una lógica insólita, cuyo aparente sinsentido es una dimensión alterna que esconde una nueva ruta para transitar la realidad.
En un relato con un final feliz pero contado desde la angustia, la de cada personaje cuyas peripecias en la interacción forzada rayan en la comedia y nos arrancan más de una carcajada.
Paralelamente se desarrolla una sub-trama donde la actriz Muriel Santa Ana protagonizando a Mari, encarna el amor de Roberto en stand by. Este recurso narrativo, hace de contrapeso dramático, introduce otro ritmo y punto focal que engrosa el cuerpo del relato. El autor no se inmiscuye más que lo necesario para dar una pincelada de sutileza, cándido humor y un motivo último para resolver el drama.
Divino equilibrio
Estructuralmente se trata entonces de una puesta en escena directa y aunque aparentemente sencilla, que esconde una historia dramática con mucho cuerpo, muy consistente, redonda, bien resuelta y que supera a la clásica propuesta de enfrentar a dos personajes tras un argumento pulcramente dramático o un artificio bufón.
Narrada en un tiempo, es una historia lineal con algunas elipsis temporales (recuerdos de la guerra), otras oníricas que bordean el surrealismo.
Divino equilibrio, narración con pulso dramático que puede robar una lágrima en el desarrollo actoral de Huang Sheng Huang, pero al tiempo, que se ve salpicada de anécdotas que inevitablemente dan lugar a la sonrisa y más aún, a la risa que sale del alma.
Dos historias pendientes, resueltas tras la convergencia de lo que si no lo ven nuestros ojos diríamos son un imposible, un cuento chino.
Dueto singular
Con un reparto de apenas tres personajes destacados, sobresale un inmenso Darín, bajo un registro que nos sorprende entre gags de comedia fusionando su histrionismo actoral con el drama reflexivo.
Aunque muchos críticos insisten en afirmar que Darín se muestra algo más contenido que en películas anteriores y que pierde algo de fuerza, todos coincidimos en aseverar que gana en presencia. Su personaje se compone desde la introspección y llega directamente al interior del espectador quien acaba por adorar al noble gruñón.
Sin duda, Ricardo Darín representa estéticamente las antípodas de su par chino para luego permitirnos encontrar las similitudes y confluencias de dos polos aparentemente
irreconciliables.
Huang Sheng Huang estremece por la extraordinaria interpretación actoral, la paralingüística in summun bonum, la puesta en marcha de una dosis importante de lenguaje no verbal que matiza sobremanera los diálogos. Su perfil psicológico perfectamente dibujado con movimientos corporales y expresiones bien logradas, le dota de una comprensión universal.
La entonación de la voz, proyección, resonancia, tono, así como las posturas, los gestos, el movimiento de los ojos, la respiración, son elementos comunicacionales que imprimen gran significado a la actuación de estos actores quienes desde el interior construyen el universo dramático del film.
Increible pero cierto
El humor surgido, inclusive de hechos surrealistas, no necesariamente se desprende de situaciones graciosas sino más bien dramáticas. Como la vida misma es esta interesante película, dosis calculada de sensibilidad e inteligencia, de humor y dolor, de realidad y fantasía.
Su final feliz, parece un tanto sacado del ideario hollywoodense mientras nos deja colgados del ritmillo anterior, sostenido a pulso a lo largo de la trama. Sin embargo, es tránsito superable tras el ejercicio de guión realmente sobresaliente, de trama sencilla construida desde la información justa para que el espectador vaya tejiendo la historia.
En definitiva, es una propuesta que sortea las posibilidades maniqueas de la recreación de un relato real, dotándolo de alma y cuerpo, mientras evita a todas luces la zancadilla de la obviedad narrativa.
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