Un informe de Lilian Rosales de Canals y Marcelo Espiñeira. Cuando la noche se hace madrugada, muchos canales de la TDT vernácula aprovechan para subdividir su pantalla en varias ventanitas minúsculas que emanan un particular poder de sanación. Es la hora para que los mentalistas, adivinadores, médiums, tarotistas y demás deidades televisivas conecten sin mayor interferencia con los problemas básicos de tantos mortales: salud, dinero y amor. Cada cual con su libreto, algunos más excéntricos que otros, las estrellas de la medianoche atienden los llamados de la audiencia con gran histrionismo. Casi siempre apelando a una suerte de adivinación intuitiva, realizando alguna pregunta clave al interesado de manera velada buscando encontrar el motivo real de la angustia. Como si se tratara más de un juego pseudo-psicológico practicado en la mesa de un bar que de una cuestión esotérica o con supuestas conexiones sobrenaturales. Visto desde fuera, este asunto tiene muchísimo más de cha