Escribe Marcelo Espiñeira.
Luego que la amenaza europea de auditar con lupa las cuentas del sistema bancario español se transformara en una incómoda realidad, el entorno del gobierno de Rajoy se decidió a abrir la funesta caja de Pandora llamada Bankia.
Probablemente la broma pesada más cara que ha tenido que soportar el conjunto de los españoles y que pone en seria discusión todos los estamentos del sistema democrático en la que dice asentarse esta mismísima nación.
Desde el advenimiento de la crisis se han encadenado una triste sucesión de “descubrimientos” de diverso orígen y de variados tintes políticos, que coinciden en una peligrosísima bisectriz: una ramplona corruptela generalizada que desprende un insoportable tufillo a podredumbre desde los puestos de máxima influencia en los círculos de poder.
Ya sean banqueros, funcionarios, clérigos, presidentes de clubes de futbol, ministros, jueces de las Cortes y hasta la intocable familia real no paran de protagonizar un sainete que apesta y cuyo desenlace poco parece tener de jocoso.
Luego que la amenaza europea de auditar con lupa las cuentas del sistema bancario español se transformara en una incómoda realidad, el entorno del gobierno de Rajoy se decidió a abrir la funesta caja de Pandora llamada Bankia.
Probablemente la broma pesada más cara que ha tenido que soportar el conjunto de los españoles y que pone en seria discusión todos los estamentos del sistema democrático en la que dice asentarse esta mismísima nación.
Desde el advenimiento de la crisis se han encadenado una triste sucesión de “descubrimientos” de diverso orígen y de variados tintes políticos, que coinciden en una peligrosísima bisectriz: una ramplona corruptela generalizada que desprende un insoportable tufillo a podredumbre desde los puestos de máxima influencia en los círculos de poder.
Ya sean banqueros, funcionarios, clérigos, presidentes de clubes de futbol, ministros, jueces de las Cortes y hasta la intocable familia real no paran de protagonizar un sainete que apesta y cuyo desenlace poco parece tener de jocoso.
El colmo de Bankia
A la sensacional y trágica estafa de la burbuja inmobiliaria, los ciudadanos que penamos para seguir sobreviviendo, debemos agregar las mentiras organizadas que nos excluyen ya del derecho a una sanidad pública decente, a una jubilación justa o al derecho a formarnos en una universidad.
Todo es válido en el nombre de un déficit maldito que nadie sabe cómo controlar ni por qué motivos exactamente. Si los mercados imponen sus reglas, que al menos den la cara algún día (podríamos pensar unos cuantos), queremos saber que gesto tiene el verdugo. Si el ministro De Guindos fue hasta hace poco tiempo atrás un hombre duro del mundo financiero internacional, ¿por qué motivos se jugaría el pellejo ahora por un pueblo endeudado al borde del deshaucio? ¿Cuál es su altura moral para manejar los hilos de una crisis tan extensiva y fulminante en sus efectos?
Con el último pase de magia bautizado Bankia nos quieren endosar una deuda per cápita de 500 euros. Sí, leyo bien. Si en su casa viven cinco personas, ya puede contar con una inesperada factura de 2.500 euros por cuenta del fastidioso mercado. ¿Por qué? ¿Para qué? Muchos interesados han ensayado tímidas teorías en los últimos días, poco o nada convincentes.
La caja chica de los chorizos
Jamás consiguen explicar por qué al fusionarse los bancos que “administraban” las esferas cercanas al PP en las últimas décadas, ha salido este Frankestein tarado que nos costará casi 24.000 millones de euros a todos. De nuestros bolsillos quieren que salga el dinero para maquillar a la bestia y luego venderlo a Mr. Mercado.
Nos parecería increíble si esta historia nos la contaran de un país lejano y corruptible, pero la estamos viviendo aquí y ahora. Espabilaos ya mismo, que la caja chica de los chorizos no nos corresponde costearla.
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