Una crítica de Marcelo Espiñeira. Prácticamente desconocida en Europa, Aimme Mann es una celebridad en EEUU. Ganado a pulso, el unánime respeto de público y crítica jamás ha nublado la delicada visión que caracteriza a esta espigada rubia de Virginia. Más bien todo lo contrario, el tiempo ha perfeccionado su arte de cocinar verdaderas manzanas embrujadas. Si sus canciones suelen tener cierto dulzor del pop más inocente, entonces el problema está en el relleno de estos caramelos. Con extremada suavidad, Aimee nos introduce en el ácido mundo de sus historias. Un complejo laberinto de espejos del que cuesta salir ileso, en parte por su abrumadora puntería para descubrir nuestros lados flacos.