Una crítica de Lilian Rosales de Canals.
Aunque es evidente su deuda con los modelos americanos, Headhunters tiene ese toque común de las sagas irlandesas y escandinavas. La película es una adaptación de una novela negra de Jo Nesbø, el escritor noruego del crimen que comparte pódium junto los suecos Henning Mankell y Stieg Larsson.
Dirigida por Morten Tyldum, nos resulta una grata sorpresa en su fluidez que deja traslucir atisbo de una exploración psicológica y social, toda vez que la novela ha sido catalogada en la línea de la trilogía Millennium, con la que comparte las mentiras encubiertas y ciertas reflexiones morales (dosificando la violencia desmedida y la atmósfera deprimente del film de Niels Arden Oplev).
Una voz en off da inicio a la narración y de primera mano puede llegar a sugerir un bodrio intimista, pero las inversiones se suceden tan violentamente, una tras otra, hasta ponernos sobre la pista del thriller. ¡Ah! eso sí, secuestrándonos de vez en cuando hasta el terreno de la comedia donde un peculiar humor soterrado, como una trampa, pone nuestra atención fuera de balance. En el cierre, el intimismo en la reflexión tocada por cierta ironía salta como una pequeña crítica a la sociedad y alivio del espectador.
Del Coyote de la Warner a los hermanos Coen
Headhunters comienza como un ligero film de suspense, pasa por la caricatura del Coyote de la Warner y termina de bruces en territorio thriller de los hermanos Coen. Lo que queda clarísimo es que desde el principio despista.
Roger Brown (Aksel Hennie) es un exitoso cazador de talentos, un headhunter de una de las principales corporaciones internacionales con sede en Oslo. Vive por encima de sus posibilidades cubriendo de caprichos a Diana (Synnøve Macody Lund) que semeja más un trofeo de colección que una esposa. Para alcanzar su estándar de vida, alterna como ladrón de guante blanco que roba y comercia con obras de arte. No es en sí un mal hombre, es más bien un antihéroe que encuentra su gran lección en el desafortunado choque con Clas Greve (el actor danés Nikolaj Coster-Waldau) desatando una ansiosa lucha a muerte. Pero no solo Greve es diferente a lo que parece, también el móvil de la tragedia resulta otra cosa en medio de ingeniosas huidas que dejan sin aliento. Las sospechas y los artificiosos descubrimientos van mudando nuestras simpatías de unos a otros personajes.
En ese juego psicológico de vengador justiciero el espectador tendrá la tentación de pensar que el "Roger empalagoso", en su arrogancia, merece el castigo. Sin embargo, parte de la simpatía final que secuestra el personaje radica en el hecho de no ser tan hábil y controlador como cree ser. Las torpezas que le ridiculizan le elevan.
Morten Tyldum habilidosamente nos hace pensar que podríamos saber qué es lo siguiente que va a ocurrir, sin estar jamás en lo cierto. Como si nos llevara engañados pasando por delante de toda lógica empleando su método de humor travieso y disuasorio.
Lo que agrada es la gratificante estructura narrativa que soporta tamaña contradicción, ya que es un film que atrapa en su inverosimilitud y calzadas coincidencias, en su exagerada cruzada que a ratos sabemos podría ser cierta. El autor deja abierto un espacio a la risa grotesca, liberadora y transformadora (Mikhaíl Bakhtin), al tiempo que pone distancia con la comedia de género.
Abundantes fluidos, copiosos excrementos y sangre, mucha sangre. Explosiones, mordidas de animales, armas de gran calibre, aparatosos accidentes, todo puede pasar, como le sucede al cazador del Correcaminos y son solo parte de la pesadilla de este cazador de talentos devenido en asesino por la propia ambición e inseguridad personal.
Corren rumores acerca de un remake hollywoodense en los próximos meses pero resulta difícil creer que logre conjugar los elementos con este inmejorable y auténtico resultado enrevesado, caótico y al final lógico, con personajes icónicos tanto más imperfectos que ven desmoronar sus certezas para preservar el estilo y la elegancia.
Aunque es evidente su deuda con los modelos americanos, Headhunters tiene ese toque común de las sagas irlandesas y escandinavas. La película es una adaptación de una novela negra de Jo Nesbø, el escritor noruego del crimen que comparte pódium junto los suecos Henning Mankell y Stieg Larsson.
Dirigida por Morten Tyldum, nos resulta una grata sorpresa en su fluidez que deja traslucir atisbo de una exploración psicológica y social, toda vez que la novela ha sido catalogada en la línea de la trilogía Millennium, con la que comparte las mentiras encubiertas y ciertas reflexiones morales (dosificando la violencia desmedida y la atmósfera deprimente del film de Niels Arden Oplev).
Una voz en off da inicio a la narración y de primera mano puede llegar a sugerir un bodrio intimista, pero las inversiones se suceden tan violentamente, una tras otra, hasta ponernos sobre la pista del thriller. ¡Ah! eso sí, secuestrándonos de vez en cuando hasta el terreno de la comedia donde un peculiar humor soterrado, como una trampa, pone nuestra atención fuera de balance. En el cierre, el intimismo en la reflexión tocada por cierta ironía salta como una pequeña crítica a la sociedad y alivio del espectador.
Del Coyote de la Warner a los hermanos Coen
Headhunters comienza como un ligero film de suspense, pasa por la caricatura del Coyote de la Warner y termina de bruces en territorio thriller de los hermanos Coen. Lo que queda clarísimo es que desde el principio despista.
Roger Brown (Aksel Hennie) es un exitoso cazador de talentos, un headhunter de una de las principales corporaciones internacionales con sede en Oslo. Vive por encima de sus posibilidades cubriendo de caprichos a Diana (Synnøve Macody Lund) que semeja más un trofeo de colección que una esposa. Para alcanzar su estándar de vida, alterna como ladrón de guante blanco que roba y comercia con obras de arte. No es en sí un mal hombre, es más bien un antihéroe que encuentra su gran lección en el desafortunado choque con Clas Greve (el actor danés Nikolaj Coster-Waldau) desatando una ansiosa lucha a muerte. Pero no solo Greve es diferente a lo que parece, también el móvil de la tragedia resulta otra cosa en medio de ingeniosas huidas que dejan sin aliento. Las sospechas y los artificiosos descubrimientos van mudando nuestras simpatías de unos a otros personajes.
En ese juego psicológico de vengador justiciero el espectador tendrá la tentación de pensar que el "Roger empalagoso", en su arrogancia, merece el castigo. Sin embargo, parte de la simpatía final que secuestra el personaje radica en el hecho de no ser tan hábil y controlador como cree ser. Las torpezas que le ridiculizan le elevan.
El protagonista de Headhunters, el actor Aksel Hennie. |
Morten Tyldum habilidosamente nos hace pensar que podríamos saber qué es lo siguiente que va a ocurrir, sin estar jamás en lo cierto. Como si nos llevara engañados pasando por delante de toda lógica empleando su método de humor travieso y disuasorio.
Lo que agrada es la gratificante estructura narrativa que soporta tamaña contradicción, ya que es un film que atrapa en su inverosimilitud y calzadas coincidencias, en su exagerada cruzada que a ratos sabemos podría ser cierta. El autor deja abierto un espacio a la risa grotesca, liberadora y transformadora (Mikhaíl Bakhtin), al tiempo que pone distancia con la comedia de género.
Abundantes fluidos, copiosos excrementos y sangre, mucha sangre. Explosiones, mordidas de animales, armas de gran calibre, aparatosos accidentes, todo puede pasar, como le sucede al cazador del Correcaminos y son solo parte de la pesadilla de este cazador de talentos devenido en asesino por la propia ambición e inseguridad personal.
Corren rumores acerca de un remake hollywoodense en los próximos meses pero resulta difícil creer que logre conjugar los elementos con este inmejorable y auténtico resultado enrevesado, caótico y al final lógico, con personajes icónicos tanto más imperfectos que ven desmoronar sus certezas para preservar el estilo y la elegancia.
Synnøve Macody Lund y Nikolaj Coster-Waldau en Headhunters. |
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