Escribe Marcelo Espiñeira.
Tal cual se pudo intuir que pasaría durante el año pasado, el gobierno español ha entrado en una intensa fase proselitista en 2014. La actuación de Mariano Rajoy durante el reciente debate del estado de la Nación en el Congreso de los Diputados, ha certificado definitivamente esta aseveración. Arropado por el aplauso de los suyos, el presidente gallego mostró el ansiado paisaje de la recuperación económica, que en su particular parecer, ya se puede dar por instalada en España.
Las estadísticas positivas del aumento de las afiliciaciones a la Seguridad Social durante el pasado mes de febrero, le han bastado al ejecutivo para pintar un panorama que supuestamente deberíamos festejar. A este aislado argumento, bastante discutible por la calidad intrínseca del empleo que se ha generado, Rajoy aprovechó para sumar el dato del superavit en la balanza comercial del país. Sin dudas, un dato importante y necesario, pero indiscutiblemente atado al abrupto descenso de las importaciones, e inevitablemente vinculado al escaso peso del consumo interno.
Tal cual se pudo intuir que pasaría durante el año pasado, el gobierno español ha entrado en una intensa fase proselitista en 2014. La actuación de Mariano Rajoy durante el reciente debate del estado de la Nación en el Congreso de los Diputados, ha certificado definitivamente esta aseveración. Arropado por el aplauso de los suyos, el presidente gallego mostró el ansiado paisaje de la recuperación económica, que en su particular parecer, ya se puede dar por instalada en España.
Las estadísticas positivas del aumento de las afiliciaciones a la Seguridad Social durante el pasado mes de febrero, le han bastado al ejecutivo para pintar un panorama que supuestamente deberíamos festejar. A este aislado argumento, bastante discutible por la calidad intrínseca del empleo que se ha generado, Rajoy aprovechó para sumar el dato del superavit en la balanza comercial del país. Sin dudas, un dato importante y necesario, pero indiscutiblemente atado al abrupto descenso de las importaciones, e inevitablemente vinculado al escaso peso del consumo interno.
Petardos y Confeti
Bajo un telón de petardos y confeti, el líder de los populares no incluyó jamás en su inquietante discurso triunfalista, una mísera mención para esos largos cinco millones de parados que todavía viven al margen del sistema en este país. ¿Para qué arruinar este discurso? habrá pensado y optó por ni nombrarlos siquiera...
Sin embargo, los desempleados siguen allí y muchos de ellos ya sin poder cobrar el paro. Según la Seguridad Social, suman algo más que 4,8 millones. Según la EPA de diciembre de 2013, serían unos 5,9 millones. Por otra parte, la mejora en las cifras de afiliaciones en febrero ha sido bastante limitada, y el número de parados bajó en menos de 2.000 ciudadanos. Según el Servicio Público de Empleo Estatal, en España hay 4.812.000 personas que buscan trabajo y no lo encuentran y 16.212.000 personas afiliadas a la Seguridad Social. Una de cuatro personas no tiene empleo, una dura realidad que el presidente ha elegido ignorar ante los diputados.
Por su parte, la ministra Fátima Bañez continúa diciendo que su ley laboral ha propiciado los avances que vocifera Rajoy allí donde se lo permiten. A propósito, al presidente
se lo ha visto muy a gusto en la reciente convención con la patronal en Bilbao, donde confirmó que encabeza un gobierno para las grandes corporaciones de siempre. En cambio, ha estado más cohibido en las reuniones con los integrantes de la Troika, los que le siguen pidiendo que baje el desempleo en España de alguna manera u otra.
Por su parte, la ministra Fátima Bañez continúa diciendo que su ley laboral ha propiciado los avances que vocifera Rajoy allí donde se lo permiten. A propósito, al presidente
se lo ha visto muy a gusto en la reciente convención con la patronal en Bilbao, donde confirmó que encabeza un gobierno para las grandes corporaciones de siempre. En cambio, ha estado más cohibido en las reuniones con los integrantes de la Troika, los que le siguen pidiendo que baje el desempleo en España de alguna manera u otra.
Crecer a costa de ERES
Si la ingravidez de Rajoy es exasperante, la actitud beligerante de ciertos empresarios puede serlo más aún. Desde hace algunos meses, los trabajadores de Coca Cola Iberia se han enterado de la existencia de un plan de despidos dentro de la compañía que vende más refrescos en España. Representando a las marcas más conocidas del mercado (CocaCola, Fanta, Sprite, Aquarius, Minute Maid, Aquabona, Burn y Nordic) la dirección de la empresa ha encarado una fuerte reforma de su esquema productivo. Notablemente afectada por el auge de las marcas blancas, el sector ha bajado sus ventas, pero continúa ganando mucho. Según su director general, Víctor Rufart , en 2013 esas ganancias ascendieron a unos 220 millones de euros. Cifra nada despreciable para cualquier otra empresa, pero absolutamente insuficientes para la Coca Cola. Razón por la cual están decididos a reaccionar con la racionalización de su extensa plantilla. En concreto han aplicado 1.100 EREs y cerrarán cuatro de las once plantas activas (Asturias, Palma de Mallorca, Alicante y Fuenlabrada). Según Rufart, la empresa no ha conseguido entenderse con los sindicatos, de los cuales dice no haber recibido propuestas alternativas, en franca oposición a lo declarado por diversas fuentes sindicales que adjudican este plan a una clara apuesta a la baja por parte de la compañía. Un desacuerdo que finalmente concluirá en la prejubilación o despido de más de un millar de empleados.
El ejemplo de Coca Cola es un paradigma de la encrucijada actual. Toda empresa tiene el derecho a tomar las medidas que sean necesarias para ganar posiciones de mercado o modernizar sus líneas de producción. Ahora bien, con este 26% de paro inamovible y con un horizonte económico tan poco halagüeño, no es extraño pensar que el Estado podría mediar de alguna manera en estos conflictos, ya sea con alguna misión del ministerio de Trabajo o como sea. Pero no es admisible bajo ningún punto de vista que la cuestión del desempleo no sea prioritaria en la agenda del gobierno central. Es imperdonable que así sea y la chapuza de los nuevos estímulos a la contratación así lo confirman.
Si la ingravidez de Rajoy es exasperante, la actitud beligerante de ciertos empresarios puede serlo más aún. Desde hace algunos meses, los trabajadores de Coca Cola Iberia se han enterado de la existencia de un plan de despidos dentro de la compañía que vende más refrescos en España. Representando a las marcas más conocidas del mercado (CocaCola, Fanta, Sprite, Aquarius, Minute Maid, Aquabona, Burn y Nordic) la dirección de la empresa ha encarado una fuerte reforma de su esquema productivo. Notablemente afectada por el auge de las marcas blancas, el sector ha bajado sus ventas, pero continúa ganando mucho. Según su director general, Víctor Rufart , en 2013 esas ganancias ascendieron a unos 220 millones de euros. Cifra nada despreciable para cualquier otra empresa, pero absolutamente insuficientes para la Coca Cola. Razón por la cual están decididos a reaccionar con la racionalización de su extensa plantilla. En concreto han aplicado 1.100 EREs y cerrarán cuatro de las once plantas activas (Asturias, Palma de Mallorca, Alicante y Fuenlabrada). Según Rufart, la empresa no ha conseguido entenderse con los sindicatos, de los cuales dice no haber recibido propuestas alternativas, en franca oposición a lo declarado por diversas fuentes sindicales que adjudican este plan a una clara apuesta a la baja por parte de la compañía. Un desacuerdo que finalmente concluirá en la prejubilación o despido de más de un millar de empleados.
El ejemplo de Coca Cola es un paradigma de la encrucijada actual. Toda empresa tiene el derecho a tomar las medidas que sean necesarias para ganar posiciones de mercado o modernizar sus líneas de producción. Ahora bien, con este 26% de paro inamovible y con un horizonte económico tan poco halagüeño, no es extraño pensar que el Estado podría mediar de alguna manera en estos conflictos, ya sea con alguna misión del ministerio de Trabajo o como sea. Pero no es admisible bajo ningún punto de vista que la cuestión del desempleo no sea prioritaria en la agenda del gobierno central. Es imperdonable que así sea y la chapuza de los nuevos estímulos a la contratación así lo confirman.
La única variable firme es la devaluación salarial. Esta es la idea defendida entre el gobierno, la Troika y los grandes empresarios. “Moderación salarial” ha sido denominada por los políticos alemanes, como “competitividad” la enmascaran los empresarios locales. El salario medio ha bajado casi un 15% desde 2007 y el reemplazo de contratos indefinidos por temporales o autónomos es la moneda corriente desde que las leyes laborales de Bañez lo han permitido y favorecido.
Esta es la única manera de entender las casi 44.000 afiliaciones en el régimen de trabajador Autónomo producidas en febrero pasado. Gran parte de los nuevos afiliados como autónomos son empleados encubiertos que han sacrificado la mayoría de las prestaciones sociales básicas con tal de no pasar a engrosar la lista de parados. Entre estos sacrificios debemos apuntar las vacaciones pagadas, las pagas extras y el acceso a una pensión decente. La situación para algunos trabajadores es de auténtica emergencia social.
La precarización del mercado laboral avanza a paso firme y seguro. La receta de Angela Merkel se cumple, aunque no alcanza siquiera para ahogar el incendio. Ha aumentado la temporalidad de los contratos, está impuesta la figura del empleo a tiempo parcial y siempre se incluye la posibilidad de agregar horas extras cuando la empresa así lo disponga. Se ha desordenado el marco legal de manera tal que los empleadores tengan la posibilidad de disponer absolutamente del tiempo de sus contratados, y en muchos casos sin siquiera pagar estas horas extras, un fenómeno muy visto en el sector de la restauración.
Según muchos expertos en la materia, la precarización ha llegado para quedarse mucho tiempo. El sector de la industria automotriz está experimentado un pequeño repunte con esta fórmula, transformando al mercado local en una especie de ensambladora con coste barato. En el sector de los servicios de restauración ya se pudo comprobar esta ecuación durante el verano pasado: mucho trabajo y una paga exigua. El modelo de turismo bueno y barato busca complementarse con el de la manufactura for export sin valor agregado. Entre España y Portugal, planea la idea de refundar una Corea en el sur de Europa.
Desde esta perspectiva se comprende porque tanto sigilo y silencio han rodeado a las acciones de este gobierno. Las promesas electorales jamás han superado esa fase y se han ido marchitando con el paso del tiempo. Finalmente, luego de dos años de acción por omisión, el gobierno de Rajoy admite su diseño de país. Un espacio donde cabrán pocos con los privilegios del pasado reciente, los que serán capaces de enriquecerse del esfuerzo de la enorme mayoría. En el medio, una casta de allegados y acomodadizos sabrán obtener provecho personal de una estructura pública que servirá como refugio más que para brindar servicio alguno. El resto abandonado, en el gran desierto del desamparo y la incertidumbre cotidiana.
Restan menos de dos años para renovar el contrato que Rajoy ha incumplido con esta sociedad y toda oposición constructiva será bienvenida. Es tiempo de alternativas reales, consensuadas y alejadas del enfrentamiento fratricida que sigue dominando este país.
Viñeta del humorista Ferran Martin sobre los despidos en Coca Cola Iberia |
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