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SEÑOR LÓPEZ. Robo para la corona

Escribe Marcelo Espiñeira.

Con las manos en la masa, in fraganti, así pillaron a un tal José López durante la madrugada del 14 de junio pasado. De 56 años, este hombre algo regordete y bautizado con el nombre menos original de la Argentina, fue visto aquella noche por un vecino del distrito bonaerense de General Rodríguez en una actitud que levantó su sospecha. Al tiempo que el calvo López lanzaba pesadas bolsas por sobre las paredes de un pequeño convento de monjas, Jesús Ojeda realizó un llamado al 911 alertando del extraño suceso a la policía local. En tiempo record, varios coches con uniformados se hicieron presente en el sitio denunciado por el vecino y encontraron al tal José López con algo más de 9 millones de dólares en efectivo, una bonita colección de relojes caros, una carabina marca SIG Sauer calibre 22 con 25 cartuchos, dos pistolas y pocas explicaciones que ofrecer. 

Pero ¿quién es el señor José López? o ¿a qué organización mafiosa pertenece? fueron algunas de las preguntas que la mitad de los argentinos se hicieron al día siguiente tras su detención. Por desgracia para todos, este gris hombrecillo de apariencia algo insignificante había sido el Secretario de Obras Públicas de la Nación durante largos doce años. Designado por Nestor Kirchner en 2003, y corroborado luego por Cristina Fernández en 2007 hasta su cese en 2015. 

El exministro De Vido, el señor López y el expresidente Nestor Kirchner.
¿Qué? ¿Cómo?... habrán sido las mínimas expresiones de estupor ensayadas por miles y miles de ciudadanos estafados. Decepción, indignación, incredulidad, sus probables sentimientos. Porque el episodio de López resume un mal hábito de la política argentina. Es una foto fija muy complicada de digerir para muchos. Un tipo cualquiera, un don nadie que utiliza un convento para esconder el tesoro personal de años de robar para la corona. Como osara definir a la corrupción política un día cualquiera José Luis Manzano, el que fuera ministro del Interior del gobierno de Carlos Saúl Menem entre 1991 y 1992, 8 años diputado en el Congreso y luego exitoso empresario en múltiples rubros que incluyen el sector energético (generación de electricidad y petróleo), el de los medios de comunicación con Grupo Uno (el segundo grupo multimedios del país), así como una bodega en Tupungato y un restaurante en Gualtallary. Siguiendo un camino ejemplar, de humilde servidor público a poderoso empresario plurisectorial. 

La escuela de apropiación de lo ajeno y principalmente de lo público o de interés general tiene una historia tan extensa en Argentina que ya nadie recuerda quién puso el huevo de esta putrefacta gallina. Si nos dejamos de robar dos años, este país se arregla dijo otro símbolo patrio del éxito individual, el sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo, actual diputado y protagonista de mil episodios relacionados con el peor folklore de la política austral. Con conocimiento de causa, este dirigente modélico ha sido llevado a la justicia por enriquecimiento ilícito dos veces, sin recibir condena alguna. Fue presidente de un club de fútbol, Chacarita Juniors, uno de los más célebres por la violencia que ejercen sus ultras, los cuales también se dejan ver en las disputas de los sindicatos o donde haga falta ajustar las tuercas de algún díscolo. Barrionuevo apoyó a Menem, sobrevivió a De la Rúa, convivió con Duhalde, sirvió a los Kirchner y ahora apoya a Macri. Su volatilidad ideológica es notable, sin embargo nunca ha abandonado sus posiciones de poder, las cuales se han extendido con el paso de los años. 



Manzano y Barrionuevo son paradigmas en un ecosistema salvaje que conjuga la alta traición, los sobreprecios, los presupuestos inflados, el chantaje, el clientelismo electoral, las promesas incumplidas y la violencia cuando hace falta. Como ellos dos hay decenas de miles, lo cual es triste decirlo. Entre cargos electos, funcionarios designados, empresarios corruptos, asesores de todo tipo y soldados de bajo rango, se integra un numeroso ejército nutrido del aceitado engranaje de la corrupción política relacionada con las instituciones argentinas. 

Lo cierto es que este es un sistema opaco, pleno de dinámicas particulares, dependiendo de la región, circunscripción electoral o la acera donde alumbre mejor el sol. La transparencia de la administración pública es un concepto anticuado o más bien, simulado. A través de las más diversas herramientas de comunicación se intenta demostrar que se hace, que se gasta bien o que los impuestos regresan a la gente. Pero todo está calculado, las grietas en el control de los fondos son profundas y allí aprovechan para anidar los buitres y sus negocios del momento.



El caso de José López tiene todos los ingredientes de una opereta. El exfuncionario del gobierno que manejaba presupuestos multimillonarios durante largos 12 años es detenido con todo el dinero en la mano. Al parecer solo portaba los vueltos de la gestión de una época, le cabían en algunos bolsos y maletas de mano. López era una oveja negra y el resto era buena gente dicen ahora muchos kirchneristas que gobernaron durante una docena de años. Aquellos que fueron opositores salen a colgarse medallas porque lo han capturado, porque han dado con un malhechor al que apenas conocían, aunque con sus empresas firmaran contratos millonarios con la Administración de López. Hasta quien fuera su jefe y amigo durante los últimos 25 años, el exministro Julio de Vido, dice que esa relación está magnificada por la prensa. Todos niegan tener algo que ver con el reo en el pasado reciente, como si buscaran aislarlo.

Sin embargo, el negado también sabe jugar sus cartas. Dice estar un poco loco, grita que necesita cocaína, que está ido. Entonces si habla, todo lo que dirá será el testimonio de un pirado y la justicia poco debería basarse en lo que diga un chalado. Igual la justicia irá a su ritmo, el que marcan los quelonios, un paso lento, pausado, sin prisa alguna. La justicia argentina no sabe lo que es el stress. De esta manera sobrevive. Sobrevive a los corruptos, a los narcos, a los asesinos, a los ladrones de guante blanco, rojo, azul y el color que toque. De vez en cuando, alguien paga algo. Como José López, que si canta la canción que algunos quieren oír, es posible que en 2018 recupere la libertad condicional o en unos meses más, su vida normal. Eso sí, alejado de los conventos de monjas.

El detenido José López en el que fuera su despacho institucional.
Igual la opereta de López parece sembrada. Una de esas operaciones de maquillaje que saben orquestar los servicios secretos en países como Argentina. Es complicado tomarse demasiado en serio que un ilustre vecino llame al 911 y en dos minutos mucha policía acabe encontrando a un corrupto del gobierno saliente que intentaba esconder el gran botín en un convento. Es una trama de Quentin Tarantino. Sin embargo, el hecho existe y ya sirve para que el gobierno actual gane tiempo y posiciones respecto a sus antecesores. El acoso judicial sobre el gobierno anterior es casi una tradición en el país. Comienza con mucho ardor, sobre todo para disciplinar a los jueces, y un día cualquiera se esfuma sin dejar mayores rastros. 

¿Corruptos en prisión? Hmm, sí. El exsecretario de Transporte de Cristina Kirchner, Ricardo Jaime lleva algo más de 100 días encarcelado por múltiples causas probadas de malversación de fondos. Había recibido varias condenas previas, pero no fue hasta después de que ganara Macri las últimas elecciones que el juez Julián Ercolini se decidiera a rechazar su pedido de eximición de prisión. Vale recordar que Jaime está preso por comprar trenes españoles a funcionarios del gobierno de Rodriguez Zapatero con un sobreprecio injustificado de 2 millones de euros en una operación que jamás cumplió su cometido, ya que los trenes eran vetustos y no sirvieron para modernizar los servicios argentinos. En diversos emails intercambiados entre la mano derecha de Jaime y empresarios españoles relacionados con la compra se probaba sin ambigüedades los detalles del reparto del sobreprecio que finalmente pagaría el estado argentino. 

Vagones de los trenes españoles comprados por el exministro Jaime.
Al de Jaime deberíamos agregar dos casos más. Curiosamente el de dos mujeres. La primera condenada de manera efectiva, luego de saltarse otras condenas previas, fue María Julia Alsogaray. La ingeniera de ideología liberal estuvo estrechamente relacionada a la gestión de Menem y no pagó por sus múltiples manejos turbios hasta el año 2015. Cuatro años de prisión domiciliaria recaen sobre la exfuncionaria por irregularidades en la contratación de becarios, aunque anteriormente fuera encontrada culpable por enriquecimiento ilícito y administración fraudulenta en perjuicio del Estado. La otra condenada es Felisa Miceli, ministra de Economía de 2005 a 2007. Miceli dimitió a su cargo luego de hacerse público en la prensa que había sido hallada una bolsa de dinero en el armario del baño adyacente a su despacho. Fue condenada a una pena de tres años de prisión en suspenso por administración fraudulenta. Por último, el expresidente Carlos Menem fue considerado coautor de contrabando agravado de un total de 6.500 toneladas de armas y municiones con destino a Croacia y Ecuador. En junio de 2013 se fijó una pena de 7 años de prisión para el actual senador y no se ha hecho efectiva por el fuero que protege a los parlamentarios. 

Como se percibe con cierta facilidad el sistema corrupto funciona muy bien. La justicia luce cautiva del poder ejecutivo en Argentina y poco o nada ejerce su independencia. La legislación vigente sobre la financiación de los partidos políticos data de 2002 y con el paso de los años se ha ido erosionando con acuerdo de todos los involucrados en este pastel. Según los especialistas es como un queso gruyere, con agujeros por todos lados. Están prohibidas las donaciones de personas jurídicas a los partidos, pero no a sus candidatos. Se denuncia un obsceno gasto de publicidad oficial y propaganda que efectúan los distintos gobiernos, que afecta la transparencia, la igualdad entre los partidos y la claridad que debería existir en el ámbito electoral. El control ejercido por la Cámara Nacional Electoral no es poco, pero no es efectivo porque las sanciones que pueden imponer son ridículas. Nueve jueces con escasa infraestructura deben auditar un extenso país dividido en 24 circunscripciones con una inmensa cantidad de formaciones políticas regionales. Finalmente, todos miran para otro lado y el dinero negro fluye sin parar en las campañas.

El desorbitado gasto en la política argentina tiene escaso control institucional.

La ley del más fuerte o el más influyente acaba por dominar este juego y así florecen los López en cada rincón donde se pueda administrar los recursos públicos. Un perverso sistema de retroalimentación permanente que funciona más o menos así. El estado argentino suele ser bastante incompetente para solucionar los problemas de los ciudadanos. Los reclamos se acumulan y otorgan nuevas oportunidades a los funcionarios para firmar contratos que de manera sistemática tienen en cuenta una comisión ilegal para las autoridades que toman parte o deciden el destino de las partidas. Se hace algo, se cobra peaje y siempre se deja mucho para hacer más adelante. En esta dinámica poco saludable para la mayoría, se han acostumbrado a vivir muchos argentinos que comparten la idea que el que hace se puede quedar con un 10, un 15, o un 20. López no es la excepción, es la regla

El kirchnerismo estaba sospechado desde hace años, pero no posee la exclusividad de estas prácticas, ni mucho menos. Si en los próximos años le tocara pagar por algunos casos extremos de enriquecimiento ilícito o aumentos patrimoniales injustificados podría deberse a las eternas disputas de poder y a las cuentas pendientes con sus opositores. En líneas generales, podríamos afirmar que el principal problema de la corrupción argentina es la ausencia de independencia de poderes. Es casi imposible que los funcionarios encuentren razones de peso para portarse mejor que José López, sobre todo cuando muchos opinan que harían lo mismo en su lugar. Mientras no exista una condena generalizada para los casos de corrupción, difícil será que no sigan apareciendo más bolsos con dinero en las criptas de los conventos de las monjas.

Comentarios

  1. La gran verdad de la política PUTREFACTA de la Argentina. Excelente artículo. Felicitaciones.

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  2. La gran verdad de la política PUTREFACTA de la Argentina. Excelente artículo. Felicitaciones.

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