Escribe Marcelo Espiñeira.
Luego del terremoto político vivido en Almería, sobran los que opinábamos que algo se venía venir. Así como alertábamos previamente sobre los peligros de un posible auge de la ultraderecha en Europa, ahora nos corresponde el intento de comprender lo sucedido en El Ejido.
En este municipio almeriense que abarca diez poblados, y donde residen algo más de 88.000 personas, de las cuales más del 30% no han nacido en suelo español, la agrupación VOX ganó las elecciones al parlamento andaluz consiguiendo el apoyo de 7.377 votantes (29,5%).
De clima suave mediterráneo, la región se caracteriza por sus numerosos invernaderos. Allí se practica la agricultura intensiva que produce buena parte de los tomates, pimientos, calabacines y judías que luego acaba en los supermercados de las grandes ciudades europeas. Esta industria y sus regadíos han agotado buena parte de los acuíferos del suelo almeriense, poniendo en entredicho la futura viabilidad de la misma actividad, también amenazada por una producción similar en países del norte africano basada en salarios todavía más bajos.
Podríamos argumentar que esta incertidumbre ha incomodado a muchos habitantes tradicionales de El Ejido, amenazados por el dudoso futuro de sus explotaciones y la fuerte competencia comercial del entorno. Hasta aquí, nada diferente a lo sufrido por la mayoría del resto de españoles. Entonces, por qué de la noche a la mañana han decidido apoyar a una agrupación política de extrema derecha como VOX?
La respuesta no es sencilla y para intentar comprender mejor este cambio hace falta retroceder en el tiempo hasta comienzos de este siglo, un tiempo en que los españoles se preparaban con urgencia para competir en el mercado común europeo, o cuando muchos empresarios necesitaban hacerse de mano de obra barata para afrontar una cosecha que crecería de manera exponencial. En aquellos años surgió una nueva y difícil convivencia entre los agricultores almerienses y los mal llamados "moros", ciudadanos marroquíes "sin papeles", recién llegados para trabajar en los invernaderos por una paga exigua. La convivencia pronto se resquebrajó debido a una serie de sucesos policiales como el asesinato de una joven y algunos robos perpetrados a bares de la zona. La aparición de las primeras mezquitas improvisadas también sembraron el rechazo entre muchos españoles, y la creciente comunidad marroquí fue señalada por algunos como responsable directa de un brote de inseguridad.
En tiempos de Aznar, los vecinos de El Ejido se conformaban con votar al dirigente popular de amplio bigote y perfil duro, cómplice necesario en la explotación de los moros sin papeles que les permitía obtener muy buenos beneficios. Con Zapatero, la inmigración se diversificó, los trabajadores comenzaron a llegar desde Rumanía, Latinoamérica y también desde los países subsaharianos, pero la economía sumergida continuó floreciendo, lo que permitió a los productores ejidenses inundar Europa con sus verduras a precios muy competitivos.
El voto del ejidense promedio solía premiar al PP hasta la creación del Partido Almeriense (PAL) en 2005, fruto de una escisión promovida por el polémico alcalde Juan Enciso tras enfrentarse al alcalde de Roquetas de Mar y actual presidente de la Diputación de Almería, Gabriel Amat. La tutela de Enciso sobre El Ejido fue interrumpida en 2009 por la denominada Operación Poniente que destapó una trama corrupta arraigada en el municipio. Tras la actuación policial, la fiscalía de Almería decretó la prisión preventiva sin fianza del alcalde acusado de los delitos de falsificación de documentos públicos, tráfico de influencias, blanqueo de capitales, cohecho y malversación. Enciso pasó diez meses en prisión preventiva antes de recuperar la libertad. A día de hoy la causa lleva más de nueve años navegando en las turbulentas aguas de la justicia local, aunque el auto del juez Jesús Hernández considerara en 2016 que la trama pudo haber defraudado cerca de 90 millones de euros de las arcas municipales, con el grupo Abengoa y el grupo Galán involucrados en el desfalco a través de operaciones fraudulentas realizadas en complicidad con el entorno del exalcalde Enciso.
El exalcade del PP, Juan Enciso. |
Si bien la trama de Enciso se diluyó en 2011 tras perder las elecciones a manos del popular Francisco Góngora Cara, la guerra continuó por debajo. Una denuncia penal relacionada con temas fiscales, interpuesta por Enciso contra Góngora Cara prosperó en la justicia y contribuyó a enrarecer todavía más el clima político. Nadie parece jugar muy limpio en El Ejido, aunque la economía de la zona sea muy dinámica, gozando sus habitantes de una de las mejores rentas per cápita en España, o precisamente por esto.
En medio de esta fuerte disputa entre el alcalde y el exalcalde, irrumpe VOX y suma 7.289 votos más que en 2015. Extraño caso por donde se lo mire. Tanto ha cambiado el paisaje en tres años? Las estadísticas económicas desmienten esta posibilidad, pero no toman en cuenta la conflictividad latente que los estrategas del partido de Santiago Abascal han sabido explotar para crecer en las urnas en zonas de convivencia forzada entre "moros y cristianos"... como es El Ejido. Esta es una teoría posible, la otra es que un caudillo en las sombras haya movilizado a sus fieles en contra de los intereses de sus rivales políticos de siempre. En este caso estaríamos ante una nueva escisión de los populares almerienses, que de manera solapada ha inflado los resultados del partido xenófobo VOX. En todo caso, el negocio de la política se percibe de fondo en el extraño caso de El Ejido, convertido ahora en el epicentro del auge de la xenofobia española.
Gabriel Amat Ayllon, rival de Enciso y actual presidente de la Diputación de Almería. |
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