"Ahi vamos" (2006) trajo de regreso a Gustavo Cerati de un viaje, por momentos, laberíntico entre los cables, las conexiones y los artilugios digitales. Quien fuera un destacado adalid del rock directo con Soda Stereo, se tomó unos años para hacerse fuerte en un terreno que muchas veces lo alejó de las masas de estadio.
La aplaudida reunión de Soda Stereo reafirmó esta tendencia al reencuentro con una composición más obsecuente con la historia del rock, y en su flamante "Fuerza natural" esta dirección viene a confirmarse definitivamente.
Cerati tiene el background suficiente para encarar cualquier recorrido con fortuna, por empinado que sea, pero mejor para él si se apoya en la tradición rock.
La cristalina, etérea y deliciosamente acústica "Fuerza natural" abre el disco con medio tempo y una melodía muy recordable. Enseguida, "Dejavu" sube la tensión sin exagerar demasiado. Una base de guitarras muy Strokes y con tufillo neoyorkino, pero que podría integrar cualquier disco anterior de Soda Stereo. "Todo es mentira ya verás, la poesía es la única verdad" canta Cerati sobre esta canción que responde exactamente a su título, con sonidos que creeremos haber oído antes.
"Magia" tiene destino de himno para dejar afónicos a sus fans, aunque incluya un solo de dudoso gusto que podría haber tocado cualquier aprendiz de heavy metalero y una letra que remite a la literatura de autoayuda. Así y todo, tiene el gancho suficiente para competir con el viejo "Profugos" de 1986. Caso curioso.
El aire spaghetti western de "Amor sin rodeos" es realmente seductor. Y aunque su machacante base de bajo y guitarra rítmica también nos volverá a sonar como una vieja conocida, su acertadísimo ambiente psicodélico la convierte en un punto fuerte del disco.
El sonido californiano de "Tracción a sangre" nos hace pensar que Cerati ha firmado su disco más americanista y bien podría serlo. La canción es muy buena, y la letra es bastante interesante. Sus imágenes son muy reconfortantes.
"Desastre" y "Rapto" conforman un raro impasse creativo. Descartables, aunque no dejen de tener su interés. Sobre todo el impensado esqueleto rollingstoniano que esconde la inofensiva y pretendidamente sexual "Rapto". Una auténtica rareza dentro del universo de Cerati. Como si la hubiera compuesto luego de oir "Satisfaction".
"Cactus" es una chacarera donde suelta su vena más Spinetteana. Un logro, por su redondez, y su lírica potente y sensual.
"Naturaleza Muerta" y "Dominó" se amalgaman bien, formando otro bloque conciso con este giro new wave que envuelve al disco. Reminiscencias ochentosas y buen gusto, en convenio con Richard Coleman.
La balada y el momento que pretendería ser de máximo romanticismo lo aporta "Sal", que no termina de cuajar por una cierta obviedad en el lenguaje "marítimo" al que apela su letra. Muy lejos del punch de "Crimen" o "Fué".
Para el final, Cerati nos reserva momentos muy agradables. "Convoy" es preciosa. Psicodélica, arriesgada y sumamente embriagadora. Folkie, y nuevamente bastante americana en su concepción.
El efecto beatle lo aporta "He visto a Lucy", un blues ácido, y lleno de connotaciones sexuales (esta vez sí) muy logradas.
Y el hidden track tiene un aire floydiano muy bien llevado. Sobre una guitarra acústica, va y viene otra con pedal steel, mientras Cerati susurra una alegoría numérica cuasi mística.
La aplaudida reunión de Soda Stereo reafirmó esta tendencia al reencuentro con una composición más obsecuente con la historia del rock, y en su flamante "Fuerza natural" esta dirección viene a confirmarse definitivamente.
Cerati tiene el background suficiente para encarar cualquier recorrido con fortuna, por empinado que sea, pero mejor para él si se apoya en la tradición rock.
La cristalina, etérea y deliciosamente acústica "Fuerza natural" abre el disco con medio tempo y una melodía muy recordable. Enseguida, "Dejavu" sube la tensión sin exagerar demasiado. Una base de guitarras muy Strokes y con tufillo neoyorkino, pero que podría integrar cualquier disco anterior de Soda Stereo. "Todo es mentira ya verás, la poesía es la única verdad" canta Cerati sobre esta canción que responde exactamente a su título, con sonidos que creeremos haber oído antes.
"Magia" tiene destino de himno para dejar afónicos a sus fans, aunque incluya un solo de dudoso gusto que podría haber tocado cualquier aprendiz de heavy metalero y una letra que remite a la literatura de autoayuda. Así y todo, tiene el gancho suficiente para competir con el viejo "Profugos" de 1986. Caso curioso.
El aire spaghetti western de "Amor sin rodeos" es realmente seductor. Y aunque su machacante base de bajo y guitarra rítmica también nos volverá a sonar como una vieja conocida, su acertadísimo ambiente psicodélico la convierte en un punto fuerte del disco.
El sonido californiano de "Tracción a sangre" nos hace pensar que Cerati ha firmado su disco más americanista y bien podría serlo. La canción es muy buena, y la letra es bastante interesante. Sus imágenes son muy reconfortantes.
"Desastre" y "Rapto" conforman un raro impasse creativo. Descartables, aunque no dejen de tener su interés. Sobre todo el impensado esqueleto rollingstoniano que esconde la inofensiva y pretendidamente sexual "Rapto". Una auténtica rareza dentro del universo de Cerati. Como si la hubiera compuesto luego de oir "Satisfaction".
"Cactus" es una chacarera donde suelta su vena más Spinetteana. Un logro, por su redondez, y su lírica potente y sensual.
"Naturaleza Muerta" y "Dominó" se amalgaman bien, formando otro bloque conciso con este giro new wave que envuelve al disco. Reminiscencias ochentosas y buen gusto, en convenio con Richard Coleman.
La balada y el momento que pretendería ser de máximo romanticismo lo aporta "Sal", que no termina de cuajar por una cierta obviedad en el lenguaje "marítimo" al que apela su letra. Muy lejos del punch de "Crimen" o "Fué".
Para el final, Cerati nos reserva momentos muy agradables. "Convoy" es preciosa. Psicodélica, arriesgada y sumamente embriagadora. Folkie, y nuevamente bastante americana en su concepción.
El efecto beatle lo aporta "He visto a Lucy", un blues ácido, y lleno de connotaciones sexuales (esta vez sí) muy logradas.
Y el hidden track tiene un aire floydiano muy bien llevado. Sobre una guitarra acústica, va y viene otra con pedal steel, mientras Cerati susurra una alegoría numérica cuasi mística.
¿A quien pertenece originalmente este articulo?
ResponderEliminarEstimada Ernestina, este artículo pertenece a nuestra redacción. Fue publicado en nuestra edición impresa de setiembre de 2009. Está escrito por Marcelo Espiñeira.
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