Escribe Marcelo Espiñeira.
El pasado y gélido mes de enero que el ex-tesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, se encargara de calentar con tanto esmero, difícilmente podrá ser olvidado por Mariano Rajoy. Un hombre envuelto en una pesadilla, ahora mismo.
Las denuncias publicadas, en carácter de primicia, en sendas portadas de El Mundo y El País, han implicado al partido gobernante y a su cúpula dirigente en un escándalo mayúsculo. Un lodazal inmenso en forma de contabilidad “B” que dinamita la poca credibilidad que le quedaba al gobierno, al destapar una densa trama corrupta a través de las contratas con la Administración Pública y el opaco engranaje financiero que sostendría de manera fraudulenta las finanzas del PP desde los años ´90.
El pasado y gélido mes de enero que el ex-tesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, se encargara de calentar con tanto esmero, difícilmente podrá ser olvidado por Mariano Rajoy. Un hombre envuelto en una pesadilla, ahora mismo.
Las denuncias publicadas, en carácter de primicia, en sendas portadas de El Mundo y El País, han implicado al partido gobernante y a su cúpula dirigente en un escándalo mayúsculo. Un lodazal inmenso en forma de contabilidad “B” que dinamita la poca credibilidad que le quedaba al gobierno, al destapar una densa trama corrupta a través de las contratas con la Administración Pública y el opaco engranaje financiero que sostendría de manera fraudulenta las finanzas del PP desde los años ´90.
Los llamados “papeles de Bárcenas” son un conjunto de documentos manuscritos que contienen un minucioso registro contable paralelo al oficial o legal del partido. En teoría, las entradas reconocidas en estos asientos provendrían de aportaciones de empresas interesadas en mantener las mejores relaciones posibles con los populares, apuntando a jugosas adjudicaciones de obra pública y los más diversos favores políticos que sin dilaciones la Fiscalía Anticorrupción ha comenzado a investigar.
Las salidas monetarias, según estos documentos, habrían reforzado la economía familiar de Mariano y su selecto séquito, incluyendo viajes suntuosos, fiestas de cumpleaños, confeti y payasos para los ministros.
No, no y no
La respuesta de Rajoy y sus compañeros de ruta ha oscilado entre la negación de la autenticidad de la documentación presentada por El País a requerimiento de la Justicia y el amedrentamiento de la opinión pública.
De manera muy poco convincente, Dolores de Cospedal denunció una supuesta campaña de desprestigio orquestada desde la oposición y acabó levantando más ampollas entre propios que ajenos. Luego de la criticada argumentación de la manchega, un alterado Carlos Floriano amenazó abiertamente con utilizar el aparato legal de su partido contra aquellos que osaran reproducir las acusaciones de los periódicos insolentes. Buscando, sin vueltas, atemorizar al resto de la plebe. Finalmente, Rajoy optó por salir a escena un sábado y desmentir todas las acusaciones en su contra, a través de una fría intervención televisada que no admitió preguntas de la prensa apostada en la calle Génova.
Repentinamente, la siesta de Pérez Rubalcaba se interrumpió con tanto alboroto y luego de desperezarse un poco, el jefe socialista eligió reclamar en voz alta la dimisión del presidente compostelano. Sin mucha convicción, es de apuntar, como quien sabe que no es bueno regodearse demasiado con la mala fortuna de un rival. No sea que en un futuro cercano a algún ex-tesorero perdido se le ocurra solidarizarse con Bárcenas, don Alfredo ya ha encargado dos o tres destructoras de papel para las secretarias del PSOE.
Putrefacción
Si bien este incidente es probable que sea superado en breve por otra opereta de calidad superior, desde el Financial Times inglés no se han cortado cuando opinan que en las instituciones españolas se percibe un profundo aroma a putrefacción. Si bien las exitosas fragancias de Urdangarín y Bárcenas lo confirman, aquí cerca también huele a Oriol, Crespo, Millet, Pallerols o Bustos. Productos autóctonos que han demostrado estar a la altura de la podredumbre reinante en Iberia.
Volviendo al tinglado de las gaviotas y esperando que Floriano no se enfade por lo que estamos publicando, la filtración de los papeles de Bárcenas no parece fruto de la casualidad. Si Esperanza o José María estuvieran jubilados en la Micronesia tomando Daikiris bajo una palmera, podríamos creer en esta limpia victoria del periodismo democrático. Pero, tal como se han venido agitando las aguas en el pantano popular, existen firmes indicios de un acto de sedición en clave interna. El aznarismo no está por la tarea de apuntalar a este gobierno, siempre ha dado muestras claras de disconformidad con la política antiterrorista de Mariano y ha promovido una drástica reducción del Estado desde los tiempos de precampaña que instalaron a Rajoy en la Moncloa.
El giro independentista de CIU es probable que haya profundizado las fisuras existentes entre los populares y la irrupción de Bildu, otro tanto. Aznar no vería con buenos ojos el inmovilismo de Rajoy y un caballo de Troya como el de Bárcenas podría favorecer sus posiciones a largo plazo, aunque ahora no lo parezca.
Antisistemas
Este auténtico terremoto que sacude al sistema político en su conjunto coincide con un descontento elevadísimo de una población acorralada por la gran crisis. Entre los ciudadanos cunde la idea de que sobran muchísimos cargos electos, tal cual manifestaran estratégicamente Aguirre y Aznar en un pasado cercano. Cargarse el actual sistema de las Autonomías podría ser el objetivo prioritario del ilustre binomio de derechas. Idea muy popular entre el empresariado y ciertas elites dominantes que favorecerían que se redimensionara al Estado hasta su mínima expresión. Si esta idea nos garantizara que se fuera a desmontar la fábrica de chorizos, igual nos conviene a todos. ¿Pero quien podría hacerlo?
Es curioso, pero los antisistema ya no llevan rastas ni ropas andrajosas. Ahora llevan trajes de diseño y van orquestando operaciones de prensa monumentales. ¿Pedro J. lo haría por convicción? ¿Y Prisa por las verdaderas prisas económicas que está pasando su grupo?
Es pronto para saberlo, pero seguro que el olor de la tinta de las rotativas le estará sentando fatal a Mariano. Si hasta dicen que no lee para no mancharse las manos.
Si los papeles de Bárcenas acaban sirviendo para algo bueno finalmente no lo sabremos hasta bien entrada la próxima década. La historia reciente de las democracias mediterráneas así lo demuestra. Si hasta Berlusconi ha resucitado... el espíritu latino da para esto y mucho más.
De momento, el Marianismo luce tocado, lejos de estar hundido, pero magullado al fín. Imaginaos que en solo cinco días, un millón de firmas se han reunido pidiendo su dimisión (www.change.org)...
Entre los desaguisados contables, la frialdad de la Merkel y los malos pronósticos de la OCDE, al presidente le tentará echarse una cabezada de tanto en tanto, como hace don Alfredo, que aunque solo tenga pesadillas, siempre es mejor que sufrir de insomnio.
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