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TECNO PIRATAS. Las tecnológicas venden mucho y tributan nada

Escribe Marcelo Espiñeira.

Corolario de la crisis entre las crisis, los gobiernos de EEUU, Reino Unido y Francia han presionado durante los últimos años a aquellos sectores que de forma manifiesta obtienen ingentes ganancias y terminan tributando poco y nada en sus propios territorios. El ejemplo más significativo de esta novedosa contienda es el capítulo dedicado al duro enfrentamiento que por motivos fiscales, mantienen la administración Obama y las empresas tecnológicas.

Desde el mismo Senado americano, espacio conservador por naturaleza, se ha cuestionado la ingeniería fiscal de las grandes empresas inmersas en el lucrativo negocio de Internet o del comercio online. Google, Facebook, Amazon, Apple y Microsoft han sido continuamente señalados como los principales evasores "legales" en el gran país del norte. Los gigantes tecnológicos parecen evadir el pago de impuestos en aquellos lugares donde realmente consiguen sus mejores ganancias y eligen tributar en paraísos fiscales valiéndose de un complejo entramado de empresas subsidiarias creadas a tal efecto. Un circuito diseñado con un ojo bien puesto en las legislaciones locales y el otro en aquellas que conceden todo tipo de beneficios a los inversores extranjeros. Al margen de los consabidos superlobbies que presionan día y noche sobre las decisiones adoptadas en Washington.

La escasa probabilidad de desarticular estos sistemas legales de evasión fiscal, facilita la popularidad que estas prácticas han adquirido entre las grandes corporaciones, aún a riesgo de hundir sectores completos de la economía tradicional, una víctima directa de este juego desigual. Es decir, que si Google ofrece publicidad direccionada a precios irrisorios es porque prácticamente no paga impuestos por su actividad. Y si consideramos que el campo de acción del coloso de Palo Alto se extiende al mundo entero, no es desacertado aseverar que Google pretende monopolizar el mercado publicitario de Internet


Justamente de monopolios va la cuestión principal. Penados por la legislación americana, Microsoft ya ha sufrido la aplicación de las leyes antitrust en EEUU. Los monopolios han sido una preocupación natural del capitalismo que data de fines de siglo XIX y que mereció la sanción de la ley Sherman en 1890. Una norma que declaraba la ilegalidad de todo contrato o combinación en la forma de trust o conspiración, en restricción del intercambio o libre comercio entre los diversos estados o con naciones extranjeras. 

La proliferación de los paraísos fiscales luego de la segunda guerra y más precisamente en la década de los 80´s ha abierto el campo para que algunas corporaciones acumulen un poder económico-financiero de enormes magnitudes, compatible con la idea de monopolizar mercados. En muchos casos con el beneplácito político de turno, en otros por ausencia de normativas precisas. Dos factores que no se aprecian actualmente en EEUU, Reino Unido o Francia. Aunque cada caso tenga sus particularidades especiales.





El buscador de paraísos

Un caso testigo que persigue con inusual tesón el poder político en Reino Unido, es el relacionado con la opaca fiscalidad de Google. Según ha podido testificar unánimemente la prensa británica, pasando desde el líder opositor Ed Miliband (Laborismo) hasta el primer ministro Cameron (Conservadores) se ha  acusado públicamente a Google de evadir descaradamente los tributos de millonarias ventas a sus clientes del reino. El ex presidente ejecutivo de la tecnológica, Eric Schmidt, prefirió dar la cara in situ aunque sólo se limitara a utilizar la retórica para contestar las acusaciones que llueven sobre su compañía. Quien fuera interpelado sobre los desvíos de fondos que Google coordina hasta sus subsidiarias en Bermudas, dijo no saber nada sobre las cantidades exactas e intentó restar importancia a las palabras de Larry Page, actual CEO de la empresa, quien declaró que: "las leyes con más de 50 años de antigüedad no deberían aplicarse a las empresas de Internet. Tal vez sería divertido tener una isla y que Google pudiera incursionar en nuevas ideas sin esa tonta intromisión de los gobiernos. Deberíamos ser tratados como una isla"

El CEO de Google, Larry Page.

Tiempo atrás, Google consiguió tratos de favor propios de una “isla legal” en mercados tan decisivos como China o EEUU. Sin embargo, la baja recaudación impositiva actual del Reino Unido podría acabar con estos privilegios. A los británicos no les faltan razones para estar enfadados, ya que se calcula que en 2011 Google vendió 2.700 millones de libras esterlinas en publicidad, una colosal suma por la que sólo ha tributado 6 millones. ¿Cómo lo ha conseguido? La explicación parece tenerla un ex empleado de la compañía que ha recopilado jugosa información donde se detalla el posible circuito del dinero no declarado.

El más popular de los buscadores parece haber encontrado la fórmula perfecta para ahorrarse un pastonazo en impuestos. Según el ex alto ejecutivo de Google, Barney Jones (34 años), esta compañía tiene montado un sistema de evasión legal en Gran Bretaña que funciona desde al menos diez años atrás. Jones trabajó en la sede de Google en Londres entre 2002 y 2006, período durante el cual detectó y documentó la ingeniería de fraude fiscal de la tecnológica. 

El desfalco está cifrado en varios cientos de millones de libras esterlinas y el ejército de abogados pagados por la empresa ha sido muy profesional al diseñarlo con estricta minuciosidad. Aunque el sistema sea en esencia bastante simple, porque se basa en facturar todas las ventas a clientes británicos como si estas hubieran sido realizadas por la filial irlandesa en Dublin. En efecto, Londres prepara y negocia las ofertas, firma el contrato con sus clientes británicos, incluso el dinero se ingresa en cuentas de bancos ingleses, pero el propio acuerdo es reservado a través de Google Ireland con sede en Dublin, con el fin de minimizar los pasivos en Inglaterra. Vale aclarar que en Irlanda, estas ganancias tributan sólo un 12%, mucho menos que en Reino Unido.

Sin embargo, el periplo del dinero no termina allí. Ya en Dublin, los fondos son nuevamente girados a otra subsidiaria en Amsterdam (Holanda) para obtener nuevas deducciones impositivas e increíblemente regresan a Dublin por la misma vía hacia otra subsidiaria de la misma compañía madre. Finalmente el dinero viaja hasta Bermuda, en una operación exenta de impuestos y allí se queda o tal vez no...

Barney Jones, ex alto cargo de Google London, descubre el circuito del dinero de la compañía.

El esquema de evasión fiscal está basado en las oficinas de Google Ireland (Dublin), país donde el impuesto de  sociedades es mucho más bajo que en Inglaterra. Según los registros del Mercado de Valores americano, entre 2005 y 2011, Google tuvo unos ingresos de 12.000 millones de libras esterlinas en Gran Bretaña. Así y todo, sólo ha pagado menos de 10 millones de libras por impuesto de sociedades a la Hacienda británica. Según el testimonio del ex empleado arrepentido Jones: "Las víctimas reales son contribuyentes comunes en Gran Bretaña que están siendo engañados por Google. Ellos no tienen los medios para contratar a contadores para fingir que hacen dinero en Irlanda, Bermuda o las Islas Vírgenes. Lo que hace Google es inmoral". Una opinión compartida por un amplio arco de los políticos británicos en el poder. La sensación de estafa es evidente.

Jones ha aportado al Parlamento inglés una importante cantidad de correos electrónicos internos de la empresa que prueban el método descrito, diversas facturas y hasta las negociaciones entre los clientes ingleses y Google London. Nadie duda de la veracidad de la documentación aportada. En 2011, Google pagó sólo 6 millones de libras esterlinas en impuesto de sociedades, pero las cuentas de los EEUU muestran una facturación en Reino Unido de casi 3.000 millones. El margen de beneficio para 2011 reportado por la propia compañía fue del 26%, y si se aplica esta cifra a sus ingresos reales en Gran Bretaña, Google debería haber pagado 180 millones en impuestos para un beneficio de 676 millones de libras esterlinas. Pese a ello, se ahorró el pago de 174 millones gracias a su mecanismo de evasión.

Apple y Facebook también tienen instalado su centro de operaciones en Irlanda. El atractivo que ejerce el escueto impuesto de sociedades irlandés es decisivo en esta maniobra, tanto como la tentación de acumular un poder financiero descomunal. Las cuentas de las tecnológicas parecen estar fuera de control y ya se han convertido en una cuestión de estado para el Reino Unido.

El lapsus linguae que tuvo el CEO de Google, Larry Page, cuando se le preguntó sobre el capitalismo ha puesto la guindilla al pastel …"Por supuesto que Google es un país capitalista…" respondió ante una audiencia que no pudo contener la risa, para luego corregirse: "he querido decir...compañía". ¿Será que el CEO de Google se siente como el presidente de un país? Según algunos expertos, Page acumula más poder incluso que unos cuantos gobiernos.



Libros sin libreros
En la misma frecuencia que Google, otra compañía con aires monopólicos es Amazon. Con sede en la fría ciudad nórdica de Seattle (EEUU), desde 1994 no ha cesado en ganar mercado a través del comercio online. Convertida en la gran librería mundial, también comercializa música, software, videojuegos, ropa, electrónica, muebles y hasta comida. Tal cual los otros gigantes del sector, se ha dedicado a comprar pequeñas compañías ascendentes que destacan por la creación de nuevas aplicaciones o asoman como posible competencia. Su estrategia mundial ha incluido la siembra de una docena de grandes almacenes en EEUU, siete en Alemania, cinco en Inglaterra, cuatro en Francia, tres en Escocia y uno en Canadá, Gales, Holanda, Italia, Irlanda, Brasil, Eslovaquia y también en España (Madrid).

Lo cierto es que el conglomerado ha crecido de forma exorbitada hasta ahogar a sectores tan tradicionales como los libreros independientes franceses o ingleses. Solamente en Francia se calcula que este sector da empleo a unas 13.000 personas en aproximadamente 3.000 puntos de venta. Pero, las agresivas prácticas comerciales de Amazon los ha puesto literalmente contra las cuerdas. Se acusa a la empresa de Internet de vender sus libros con un 5% de descuento sobre el precio de venta en librerías y que además, no cobra los envíos por correo de sus productos. Tanto es así, que la actual ministra de Cultura del gobierno francés se ha pronunciado en un tono durísimo contra la empresa americana. Aurélie Filippetti no ha dudado en anunciar un plan de choque directamente pensado para rescatar a los libreros de las fauces de Amazon. "Todo el mundo está harto de Amazon" dijo en una entrevista radial, al tiempo que abogó por respetar "el precio único del libro"

La ministra francesa de cultura, Aurelie Filippetti.

Una ley francesa de 1981 establece este precio fijo para proteger a los pequeños libreros de los grandes centros comerciales y ahora Amazon se la está saltando, aprovechando el descontrol legal que tantas veces representa el comercio online. La ministra Filippetti ha destinado varias partidas millonarias como subsidios extra al sector de libreros independientes, pero la batalla no parece sencilla. "Esta compañía tira abajo los precios con el fin de penetrar en los mercados para después, una vez en una posición de cuasimonopolio, hacer que los precios vuelvan a subir" sentenció la ministra sin eufemismos y en un lenguaje frontal que asombra. En clara alusión a las tácticas impositivas del gigante comercial Filippetti agregó que "no es normal que Amazon vulnere la ley del precio único al instalarse en Luxemburgo y no pagar una fiscalidad justa en Francia". La posición del gobierno francés se apoya en una política más amplia que defiende la industria cultural en su conjunto, incluyendo al potente sector audiovisual. En este sentido, busca favorecer una oferta diversa ante la alternativa de las multinacionales, que considera regidas por un principio estrictamente comercial.

A los reclamos de Filippetti se han sumado los de la Asociación de Vendedores de Libros Británicos, quienes han corroborado el mensaje de sus vecinos franceses y han añadido que "Las comunidades locales necesitan sus librerías u otro tipo de establecimientos que también venden libros, porque son los que realmente promueven la lectura y la alfabetización, especialmente en el actual contexto de crisis que ha forzado a cerrar muchas bibliotecas públicas". El gobierno inglés también ha interpelado a Amazon por supuesto fraude fiscal, aunque de momento esta cuestión no haya llegado a la justicia.

Una manzana podrida
El sueño hecho realidad del venerado difunto Steve Jobs vive horas frenéticas en los juzgados. La compañía de la manzanita afronta entuertos legales de gran calado en varios frentes al mismo tiempo. Si hace pocos días atrás había perdido una fuerte batalla ante Samsung (su gran competidor) por un litigio de patentes referido al diseño de sus populares smartphones, pronto deberá justificar las estrategias comerciales poco éticas que ha utilizado parar vender e-books a precios elevados.

Apple está formalmente acusada por acordar de antemano con cinco editoriales -Simon & Schuster, HarperCollins, Hachette Books, Penguin y Macmillan- los precios del mercado de manera fraudulenta. El Departamento de Justicia americano presentó una demanda en abril de 2012, posiblemente a instancias del perjuicio que Amazon habría sufrido con este supuesto acuerdo secreto para pactar precios. Apple y las editoriales habrían acordado que el precio de los libros los pusieran las mismas distribuidoras en lugar del proveedor. Este acuerdo habría forzado a Amazon a incrementar sensiblemente el precio fijo de U$s 9,99 de los e-books. El Departamento de Justicia argumenta que Steve Jobs habría instigado a las editoriales a subir sus precios hasta un 50% para mejorar los márgenes de ganancia de Apple. Un trato al que accedieron, generando un aumento exagerado en los precios de los libros electrónicos, que acabó perjudicando a los clientes.

Pero esta causa no es la última que enfrenta Apple con la justicia. El Senado norteamericano la acusa de haber evadido el pago de U$s 74.000 millones en EEUU y en el mundo entre los años 2009 y 2012. Por supuesto que apelando al diseño de múltiples subsidiarias sin empleados ni instalaciones físicas. ¿Y cómo no?... nuevamente la sede en Irlanda se lleva las palmas en cuanto a ganancias declaradas, dejando claro que Irlanda es la tapadera predilecta de los tecnopiratas.

La sede de Apple en Cork (Irlanda), tapadera internacional de su desfalco fiscal.

El Senado aclara que Apple no ha quebrado ninguna ley americana cuando ha dejado fluir ingentes toneladas de sus ganancias hacia el exterior pero, le ha advertido que si estas multimillonarias sumas regresaran de alguna manera, se les exigirá tributar por ello. Como respuesta, Tim Cook (consejero delegado de Apple) ha solicitado la creación de un "impuesto razonable sobre las ganancias en el extranjero que permita la libre circulación del capital nuevamente hacia Estados Unidos".

Las tecnológicas, siempre posicionadas en la avanzada de la industria, han transformado literalmente nuestra vida cotidiana con sus innovaciones constantes. Ahora lucen decididas a innovar en la legislación fiscal vigente. Sin dudarlo un segundo, plantean públicamente el derecho a recibir un trato diferenciado del resto. Una táctica en la que coinciden todas las empresas del sector. 

Enredadas en una espiral de eficacia empresarial, absolutamente reñida con la moral o la ética, las tecnológicas se han convertido en tecnopiratas evasoras compulsivas, obsesionadas por acumular un poder financiero mayor que la competencia.

Hoy resulta imposible poner en balance real la influencia que estas empresas ejercen en el orden mundial, pero es indudablemente enorme. Algunos gobiernos urgidos por la crisis han elegido adoptar una actitud bastante más firme ante el fraude sistemático y han abierto una pequeña esperanza para soñar con el día en que Apple, Google, Amazon, Facebook o Microsoft paguen sus impuestos como el resto.

El ministro de cultura español, Ignacio Wert.

En España, el fraude está tan presente como en EEUU, Francia o Reino Unido, sin embargo no figura en la agenda de las autoridades locales. Las filiales españolas de Google y Amazon reproducen las malas prácticas citadas en este artículo. Venden muchísimo, no generan empleo en el país y desvían sus ingresos hacia Irlanda, evitando tributar lo que marca la ley. Apple España ha llegado más lejos aún y se atrevido a presentar un balance con pérdidas. El timo es incuestionable pero, no imaginamos aún al ministro Wert acusando formalmente a Amazon de dumping o al ministro Montoro llevando al estrado a Google por evasión fiscal. Aquí las tecnológicas gozan de una perfecta inmunidad, aunque cruzando los Pirineos ya esté sucediendo exactamente lo contrario.


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