Escribe Marcelo Espiñeira.
Un rasgo predominante surgido de la aplicación de las políticas de austeridad en España es el desmesurado incremento de la deuda pública. La misma ha alcanzado el billón de euros y ha superado la media europea en cuanto a su relación con el PIB, cuando se sitúa por encima del 100%.
Para saldarla íntegramente, ahora mismo necesitaríamos invertir en su pago la producción total de las riquezas generadas durante un año, sin desviar un solo céntimo en cualquier otro rubro. Esta relación preocupa porque los acreedores pronto podrían dejar de creer en la capacidad pagadora del país y ahogar financieramente nuestro sistema. Algún político holandés de corte xenófobo anda proponiendo estas soluciones, en pleno año electoral.
Un rasgo predominante surgido de la aplicación de las políticas de austeridad en España es el desmesurado incremento de la deuda pública. La misma ha alcanzado el billón de euros y ha superado la media europea en cuanto a su relación con el PIB, cuando se sitúa por encima del 100%.
Para saldarla íntegramente, ahora mismo necesitaríamos invertir en su pago la producción total de las riquezas generadas durante un año, sin desviar un solo céntimo en cualquier otro rubro. Esta relación preocupa porque los acreedores pronto podrían dejar de creer en la capacidad pagadora del país y ahogar financieramente nuestro sistema. Algún político holandés de corte xenófobo anda proponiendo estas soluciones, en pleno año electoral.
Fórmula uno
Mucho se ha teorizado sobre cómo se llegó a esta situación. Sin embargo, ahora toca pensar en cómo salir. Rajoy no parece tener la solución, en sus dos primeros años de gobierno ya ha incrementado la cuenta a pagar en 300.000 millones, una cifra que se acerca bastante al total de la deuda pública española de 2007. La tercera parte del billón que falta se acumuló entre 2008 y 2012, es decir que Rajoy se endeuda a una velocidad muy superior a la de Zapatero.
Un bebé español recién nacido, ahora debe cargar con una deuda contraída por sus padres y abuelos que asciende a los 28.300 euros. Aquello de que se nacía con un pan bajo el brazo, quedará pendiente en la España del siglo XXI.
Si algo bueno se pudiera decir del equipo económico actual, es que se endeuda mucho, pero de manera prolija y ordenada. Es decir, que la estructuración a futuro de los pagos no se está realizando mal, se vislumbra un escalonamiento correcto. A saber, si en 2014 España tiene vencimientos por 160.000 millones, para 2016 deberá afrontar unos 80.000 millones y para 2020, otros 40.000 millones. Es cierto, que resultará muy complicado que las favorables condiciones de financiamiento actual se extiendan demasiado en el tiempo. Finalmente, el BCE deberá seguir el camino de la FED americana y acabará subiendo los tipos de interés que regulan los préstamos de dinero. Asimismo, como se ha visto con el caso de la crisis cambiaria argentina, cualquier movimiento en los mercados internacionales suele alterar la tensa y frágil calma que ahora reina en el euro.
La marea blanca encabeza las protestas por los recortes en la Sanidad Pública. |
Por estos motivos, urge aplicar políticas de expansión sin mayores dilaciones. Con el mercado laboral contraído en su máxima expresión, el coste social sube hasta alcanzar niveles inéditos dentro de los presupuestos del Estado. La baja actividad económica produce un contagio en la recaudación impositiva y el Estado debe endeudarse más y más. Se produce un ciclo que encoge la economía por debajo de sus posibilidades para mantenerse a flote, la población sufre con cada nuevo recorte presupuestario y en esta situación solo se beneficia una pequeña elite insensible. Al respecto, bastaría con citar que la cúpula de ejecutivos del BBVA sigue cobrando varios millones de euros anuales, cuando este banco es uno de los más agresivos a la hora de ejecutar desahucios de viviendas.
A la derecha, el inspector Turiel Martinez. |
Ilegitimidad
Sobre esta inmoralidad manifiesta, el Inspector de Hacienda del Estado (interventor y auditor) Agustín Turiel Martínez, ha elaborado un informe pormenorizado en el cual concluye sobre la ilegitimidad de buena parte de la deuda contraída por el Estado después de la crisis. Turiel Martínez sostiene que "la única deuda pública legítima es aquella que sirve para equilibrar las cuentas de la Administración del Estado respecto de las operaciones propias de la actividad del Estado (Justicia, Servicios Generales, Seguridad, Sanidad, prestaciones sociales, infraestructuras…) y que no debe recurrirse al endeudamiento para otros fines, pues este uso "ilegítimo" de la deuda, en la actual "crisis de deuda", dificulta el acceso al crédito del Estado, hace aumentar los tipos de interés, aumenta, vía gastos financieros, el déficit público y facilita la justificación de los agentes neoliberales para los recortes al Estado de Bienestar". Palabras más, palabras menos, cree que el rescate bancario de los 40.000 millones fue ilegítimo y sitúa al mismo en casi los 200.000 millones si se tienen en cuenta las inyecciones de capital realizadas entre 2008 y 2012 por vías diferentes.
Si tenemos en cuenta las recientes declaraciones del presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, que certifican la falta de certeza sobre la devolución del préstamo recibido por la entidad al ser rescatada, no podemos más que otorgarle la razón al inspector de Hacienda. Goirigolzarri no ha sido capaz de comprometerse a recuperar los 22.424 millones que inyectara el Estado en mayo de 2012 para sanear a Caja Madrid, ahora que está diseñando la venta total del banco. Es decir, que el Estado ha salido al rescate de una entidad fundida por la ineficacia de la dupla Gallardón-Aguirre en la Comunidad madrileña, el festival de promociones urbanísticas de Martinsa-Fadesa y otros monstruos desaparecidos que dejaron a la caja de ahorro como un queso gruyer. Ahora se venderá saneada con el dinero que deben los abuelos, los padres y los recién nacidos, pero Goirigolzarri no sabe si alcanzará para cubrir el préstamo. Para esto se le pagan 500.000 euros al año, que además invierte en la compra de acciones del banco que dirige. Que alguien nos lo explique…
El director de Bankia, Ignasio Goirigolzarri no garantiza la devolución del rescate. |
Poco por vender
Según el thinktank español de derechas “Civismo”, relacionado con la “presidenta” Esperanza Aguirre, Rajoy debería deshacerse de los pocos activos tentadores que le quedan a la Administración, empresas como Bankia, Aena o Renfe. De esta manera, explicó el chileno John Müller (director adjunto del diario El Mundo), podría reducirse un poco el monto adeudado, achicar gastos y disponer de más recursos para promocionar el crecimiento. La receta neoliberal que incluye privatizaciones como punto de partida no aporta ninguna novedad. Por supuesto, que ningún otro parámetro relacionado con el deterioro social es tenido en cuenta bajo esta argumentación, que tradicionalmente confía en la lluvia de inversión extranjera como salida de cualquier coyuntura y promociona el desmantelamiento progresivo del estado del bienestar, como se ha visto recientemente en Madrid con el intento fallido de desactivar la sanidad pública y gratuita.
La deuda española es un lastre de enorme calado que frena la inversión y ahoga el crédito interno. Si la deuda pública es significativa en este proceso, igual o peor lo es la privada, cuyo monto total asciende a otro billón de euros. En este apartado, pesan sobremanera los compromisos asumidos por las empresas del IBEX35, que si bien han comenzado a bajar sus ratios de endeudamiento desde hace cuatro años atrás, aún continúan en cotas altas. La deuda de las familias ha retrocedido a un buen ritmo desde 2010, y ahora está situada a niveles de 2007, un retroceso que va en paralelo con la capacidad económica actual. El problema es que en 2007 teníamos una tasa de paro del 8,5% y ahora asciende casi al 26%, un fiel indicador de la pésima distribución de las riquezas en la que estamos sumidos.
Si aumentar la producción económica es la única salida, el gobierno no debería seguir recortando los prespuestos en I+D o Educación, al menos que realmente crea en los milagros. Sin que nadie tenga la respuesta exacta, lo único cierto es que España no dispone de la soja argentina, el petróleo mexicano o el gas de esquisto americano. Las fórmulas para incrementar la producción nacional no figuran en la agenda de Rajoy, como si en estos años sólo tocara ordenar algunas cuentas, frenar el despilfarro, captar impuestos como sea y seguir endeudándose para financiar a los amigos de lo ajeno.
A esta altura de los acontecimientos, pocas dudas quedan acerca de la insensibilidad de las instituciones europeas hacia sus ciudadanos. Lo peor del caso es que tantos políticos locales también prefieran acostarse por la noche y creer que a la mañana siguiente todo lo solucionarán apuntando más deuda a nombre de nuestros críos recién nacidos.
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