Escribe Marcelo Espiñeira.
Decir que el fútbol despierta pasiones incontrolables en Argentina, no es ninguna novedad. Tampoco lo es relacionar inmediatamente al país austral con un balón, porque ciertamente los argentinos viven inmersos dentro de una cultura que incluye a este deporte entre sus ingredientes básicos y cotidianos. La "pelota" suele colarse en cualquier conversación y prácticamente nadie se abstrae de opinar sobre el último gol, aquel partido inolvidable o el devenir del club de sus amores.
Los argentinos que han emigrado durante la pasada década por razones socio-económicas, que son muchos, se han ido inventando nuevas formas y espacios para mantener viva esa pasión futbolera que portan en el ADN. Así, han optado principalmente por crear grupos de reunión que agrupan a los aficionados por sus colores predilectos. No extraña que las "peñas" de hinchas argentinos en España sean cuantiosas y de lo más variadas, repartidas generosamente por todo el territorio ibérico. A través de las redes sociales suelen citarse para posteriores reuniones, motivados por su filiación futbolística y también contagiados por ese innegable regionalismo del país de acogida. De esta manera han nacido las Filiales de River Plate en Barcelona, Rosario Central en Tarragona, Racing en Sant Andreu de Llaveneres, Boca en Madrid, etc, etc...
A la distancia, que es grande, estos miles y miles de futboleros exiliados, han sabido adaptarse al entorno y elegir nuevos colores por los que sufrir y algunas veces... también disfrutar. Es normal que todo argentino en España sea ahora un fiel hincha del Atleti, del Barça, del Madrid o el que toque en suerte. El notorio acento de los che se puede percibir en cualquier estadio español, sin realizar un gran esfuerzo. Sin embargo, esto es algo que no obstaculiza para nada el seguimiento del torneo argentino y las alternativas siempre cambiantes del fútbol austral. Por eso, cuando el domingo 18 de mayo, River Plate volvió a gritar CAMPEÓN después de 6 años de sequía y sufrimiento histórico (incluyendo una dura temporada en la Segunda), numerosos aficionados de La Banda Roja se reunieron en diversos bares o casas particulares para no perderse detalle de los últimos 90 minutos que separaban al equipo dirigido por El Riojano de la consecución de un nuevo campeonato argentino...
El buen juego desplegado por el equipo del barrio de Belgrano, que terminó 5 puntos por encima de su inmediato rival (justamente Boca Juniors), fue un regalo especial para sus abnegados seguidores repartidos por el mundo. River necesitaba ganar su partido ante Quilmes para poder asegurar su 35º título en el fútbol argentino y pronto selló su destino con gran temple. A los 10 minutos de la primera parte, abrió el marcador con un gol de su veterana estrella, Fernando Cavenaghi. Justamente, el ex-Villarreal personifica a la perfección las ganas y aptitudes de una plantilla joven pero talentosa, dirigida por la mano experta de un entrenador ligado al club desde siempre... Ramón Díaz. En poco rato, River ya ganaba el encuentro con la soltura y autoridad dignas de un campeón, y el festejo pudo soltarse entre su gente, tanto en el Monumental de Buenos Aires como en Málaga, al igual que en Barcelona, Madrid, New York o Sidney...
Las horas posteriores al final del partido (5-0) resultaron ideales para soltar la alegría contenida durante los últimos años y poder festejar sin parar durante toda la madrugada. Porque River, esta vez sí, había recuperado una ilusión mundial.
Decir que el fútbol despierta pasiones incontrolables en Argentina, no es ninguna novedad. Tampoco lo es relacionar inmediatamente al país austral con un balón, porque ciertamente los argentinos viven inmersos dentro de una cultura que incluye a este deporte entre sus ingredientes básicos y cotidianos. La "pelota" suele colarse en cualquier conversación y prácticamente nadie se abstrae de opinar sobre el último gol, aquel partido inolvidable o el devenir del club de sus amores.
Los argentinos que han emigrado durante la pasada década por razones socio-económicas, que son muchos, se han ido inventando nuevas formas y espacios para mantener viva esa pasión futbolera que portan en el ADN. Así, han optado principalmente por crear grupos de reunión que agrupan a los aficionados por sus colores predilectos. No extraña que las "peñas" de hinchas argentinos en España sean cuantiosas y de lo más variadas, repartidas generosamente por todo el territorio ibérico. A través de las redes sociales suelen citarse para posteriores reuniones, motivados por su filiación futbolística y también contagiados por ese innegable regionalismo del país de acogida. De esta manera han nacido las Filiales de River Plate en Barcelona, Rosario Central en Tarragona, Racing en Sant Andreu de Llaveneres, Boca en Madrid, etc, etc...
La Filial de River Plate en Barcelona disfrutando con el 35º campeonato. |
A la distancia, que es grande, estos miles y miles de futboleros exiliados, han sabido adaptarse al entorno y elegir nuevos colores por los que sufrir y algunas veces... también disfrutar. Es normal que todo argentino en España sea ahora un fiel hincha del Atleti, del Barça, del Madrid o el que toque en suerte. El notorio acento de los che se puede percibir en cualquier estadio español, sin realizar un gran esfuerzo. Sin embargo, esto es algo que no obstaculiza para nada el seguimiento del torneo argentino y las alternativas siempre cambiantes del fútbol austral. Por eso, cuando el domingo 18 de mayo, River Plate volvió a gritar CAMPEÓN después de 6 años de sequía y sufrimiento histórico (incluyendo una dura temporada en la Segunda), numerosos aficionados de La Banda Roja se reunieron en diversos bares o casas particulares para no perderse detalle de los últimos 90 minutos que separaban al equipo dirigido por El Riojano de la consecución de un nuevo campeonato argentino...
La plantilla del nuevo campeón del fútbol argentino con el trofeo obtenido. |
El buen juego desplegado por el equipo del barrio de Belgrano, que terminó 5 puntos por encima de su inmediato rival (justamente Boca Juniors), fue un regalo especial para sus abnegados seguidores repartidos por el mundo. River necesitaba ganar su partido ante Quilmes para poder asegurar su 35º título en el fútbol argentino y pronto selló su destino con gran temple. A los 10 minutos de la primera parte, abrió el marcador con un gol de su veterana estrella, Fernando Cavenaghi. Justamente, el ex-Villarreal personifica a la perfección las ganas y aptitudes de una plantilla joven pero talentosa, dirigida por la mano experta de un entrenador ligado al club desde siempre... Ramón Díaz. En poco rato, River ya ganaba el encuentro con la soltura y autoridad dignas de un campeón, y el festejo pudo soltarse entre su gente, tanto en el Monumental de Buenos Aires como en Málaga, al igual que en Barcelona, Madrid, New York o Sidney...
Los riverplatenses de Málaga festejando el 35º campeonato de la Banda. |
Las horas posteriores al final del partido (5-0) resultaron ideales para soltar la alegría contenida durante los últimos años y poder festejar sin parar durante toda la madrugada. Porque River, esta vez sí, había recuperado una ilusión mundial.
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