Una crítica de Marcelo Espiñeira. Constantemente comparados con los clásicos o los eternos consagrados, los tejanos de Spoon han debido acumular una suculenta cantidad de ediciones brillantes para finalmente ser tenidos en cuenta por su propia valía. Curioso o no tanto, ya que la prensa musical acarrea entre sus notorios pecados con la manía de encasillar a todo músico que ande por allí. Veinte años después del debut, todo es diferente. Ahora, la industria aguarda con ansias cualquier edición de Spoon. Y con “They want my soul” la paciente espera de 4 años ha tenido sus frutos.