Escribe Marcelo Espiñeira.
En el fastuoso baile de disfraces que los muchachos de la derecha española eligen para desfilar sus proclamas triunfalistas, falta de todo menos imaginación. Falta contenido, compromiso y consistencia en los enunciados del partido que ostenta el gobierno. Según ellos ya es tiempo de agradecer a los ciudadanos porque hemos superado la crisis. “Graciash por el esfuerzo” dice un tímido Rajoy en el comercial que su partido ha creado para reforzar esta temeraria idea. Nada más alejado de una realidad que se percibe a pie de calle, donde la crisis continúa respirándose tan intensamente como en los últimos cinco años. Sin embargo, sus asesores de comunicación le indican que se apresure a denominar con el dudoso término de “España Negra” cualquier visión crítica que se permita discutir los tajantes diagnósticos que emite a coro el núcleo duro del Partido Popular.
¿Qué es la España Negra para Rajoy? ¿Será aquella que integran los desdichados cinco millones de personas sin empleo?, ¿la de los ciudadanos sin acceso a los servicios mínimos y que pasan frio en invierno? o ¿la de los que esperan una orden de desalojo sin más esperanza que los condenados a perder su vivienda familiar? Es curioso este concepto ramplón cargado de esoterismo de medianoche, y hasta sería perdonable en boca del exitoso presentador Iker Jiménez, pero resulta poco feliz que integre el discurso político de un presidente de la cuarta economía de la UE.
“España no es Grecia” ha repetido Rajoy hasta el cansancio y más luego de la victoria de Alexis Tsipras en los recientes comicios helenos. La diferencia de potencia en cuanto a volumen de PIB le daría la razón, no sólo a él, también al resto de los políticos locales. Pero, nadie puede negar que griegos y españoles comparten problemas de gran calado como el alto índice de desempleo juvenil o el índice de morosidad bancaria. Ambos países han puesto en práctica las recetas de la Troika con recelo durante los últimos tres años, han favorecido una salvaje devualación salarial interna, han recibido generosos rescates bancarios desde Europa y han conseguido una pírrica tasa de crecimiento en sus economías. Sin embargo, la Grecia oculta se ha hundido aún más y la España negra, otro tanto.
La austeridad no solo representa el esfuerzo de los ciudadanos. No radica allí el problema. El esfuerzo era algo inevitable desde la situación de partida. La cuestión que muchos nos atrevemos a discutir es bien diferente. Tenemos el derecho a preguntarnos por qué motivo tras la aplicación de las recetas de la Troika se han disparado la venta de coches de alta gama o la de artículos de lujo. Por qué ha crecido el número de millonarios en España. Por qué la última reforma fiscal puede significar un ahorro anual de 72.000€ para una renta alta y tan solo de 40€ para un afiliado al régimen de Autónomos. ¿Es este el mejor camino para dejar atrás la crisis? ¿Qué entiende por crisis el señor Rajoy? ¿Será insensible ante el sufrimiento de un matrimonio con dos hijos que tiene que sobrevivir con 400€ al mes? o será que no se entera porque no se lo han contado.
Ante tanta insensibilidad, ante tanto agravio a la dignidad, no quedan muchas alternativas que alzar una voz crítica. Cualquier gobierno puede equivocarse o acertar en la aplicación de sus políticas públicas, pero siempre tendrá la obligación de oir a sus ciudadanos o estar atento a las propuestas de la oposición. En cambio, los asesores de Rajoy eligen señalar a los opositores como miembros de una oscura entidad, una logia que enfrenta su España blanca y pura, sin la asistencia de la razón, envueltos en una necia cruzada para desprestigiar sus logros más sonados...la reforma laboral, la recentralización del estado y el recorte de los servicios públicos. ¿Cómo osais criticarme? parece ensayar el noble Rajoy cuando denuncia la existencia de una España en las tinieblas, lúgubre, impura y despiadada. ¿Barrería bajo la alfombra a todos los desfavorecidos si pudiera nuestro presidente? Cuando habla en los términos que lo ha hecho, denota esta posibilidad.
La tendencia a ignorar los datos menos convenientes es propia de gobiernos populistas, una práctica habitual en países muy criticados desde el Partido Popular, como es el caso de Venezuela. Ignorar la existencia de la Gürtel, de un señor llamado Bárcenas o de millones de ciudadanos en situación precaria estaría muy cerca del concepto de populismo, y no es elegante caer en el error que tanto señalamos a los demás. La ignorancia es muy mala consejera.
En el fastuoso baile de disfraces que los muchachos de la derecha española eligen para desfilar sus proclamas triunfalistas, falta de todo menos imaginación. Falta contenido, compromiso y consistencia en los enunciados del partido que ostenta el gobierno. Según ellos ya es tiempo de agradecer a los ciudadanos porque hemos superado la crisis. “Graciash por el esfuerzo” dice un tímido Rajoy en el comercial que su partido ha creado para reforzar esta temeraria idea. Nada más alejado de una realidad que se percibe a pie de calle, donde la crisis continúa respirándose tan intensamente como en los últimos cinco años. Sin embargo, sus asesores de comunicación le indican que se apresure a denominar con el dudoso término de “España Negra” cualquier visión crítica que se permita discutir los tajantes diagnósticos que emite a coro el núcleo duro del Partido Popular.
¿Qué es la España Negra para Rajoy? ¿Será aquella que integran los desdichados cinco millones de personas sin empleo?, ¿la de los ciudadanos sin acceso a los servicios mínimos y que pasan frio en invierno? o ¿la de los que esperan una orden de desalojo sin más esperanza que los condenados a perder su vivienda familiar? Es curioso este concepto ramplón cargado de esoterismo de medianoche, y hasta sería perdonable en boca del exitoso presentador Iker Jiménez, pero resulta poco feliz que integre el discurso político de un presidente de la cuarta economía de la UE.
“España no es Grecia” ha repetido Rajoy hasta el cansancio y más luego de la victoria de Alexis Tsipras en los recientes comicios helenos. La diferencia de potencia en cuanto a volumen de PIB le daría la razón, no sólo a él, también al resto de los políticos locales. Pero, nadie puede negar que griegos y españoles comparten problemas de gran calado como el alto índice de desempleo juvenil o el índice de morosidad bancaria. Ambos países han puesto en práctica las recetas de la Troika con recelo durante los últimos tres años, han favorecido una salvaje devualación salarial interna, han recibido generosos rescates bancarios desde Europa y han conseguido una pírrica tasa de crecimiento en sus economías. Sin embargo, la Grecia oculta se ha hundido aún más y la España negra, otro tanto.
...Tenemos el derecho
a preguntarnos
por qué motivo
tras la aplicación de
las recetas de la Troika
se han disparado la venta
de coches de alta gama
o la de artículos de lujo...
La austeridad no solo representa el esfuerzo de los ciudadanos. No radica allí el problema. El esfuerzo era algo inevitable desde la situación de partida. La cuestión que muchos nos atrevemos a discutir es bien diferente. Tenemos el derecho a preguntarnos por qué motivo tras la aplicación de las recetas de la Troika se han disparado la venta de coches de alta gama o la de artículos de lujo. Por qué ha crecido el número de millonarios en España. Por qué la última reforma fiscal puede significar un ahorro anual de 72.000€ para una renta alta y tan solo de 40€ para un afiliado al régimen de Autónomos. ¿Es este el mejor camino para dejar atrás la crisis? ¿Qué entiende por crisis el señor Rajoy? ¿Será insensible ante el sufrimiento de un matrimonio con dos hijos que tiene que sobrevivir con 400€ al mes? o será que no se entera porque no se lo han contado.
Ante tanta insensibilidad, ante tanto agravio a la dignidad, no quedan muchas alternativas que alzar una voz crítica. Cualquier gobierno puede equivocarse o acertar en la aplicación de sus políticas públicas, pero siempre tendrá la obligación de oir a sus ciudadanos o estar atento a las propuestas de la oposición. En cambio, los asesores de Rajoy eligen señalar a los opositores como miembros de una oscura entidad, una logia que enfrenta su España blanca y pura, sin la asistencia de la razón, envueltos en una necia cruzada para desprestigiar sus logros más sonados...la reforma laboral, la recentralización del estado y el recorte de los servicios públicos. ¿Cómo osais criticarme? parece ensayar el noble Rajoy cuando denuncia la existencia de una España en las tinieblas, lúgubre, impura y despiadada. ¿Barrería bajo la alfombra a todos los desfavorecidos si pudiera nuestro presidente? Cuando habla en los términos que lo ha hecho, denota esta posibilidad.
La tendencia a ignorar los datos menos convenientes es propia de gobiernos populistas, una práctica habitual en países muy criticados desde el Partido Popular, como es el caso de Venezuela. Ignorar la existencia de la Gürtel, de un señor llamado Bárcenas o de millones de ciudadanos en situación precaria estaría muy cerca del concepto de populismo, y no es elegante caer en el error que tanto señalamos a los demás. La ignorancia es muy mala consejera.
El FMI y la OCDE se han apresurado a presentar sendos informes que sitúan a España en el camino del crecimiento económico. Es factible que los números macroeconómicos sean favorables en 2015, aunque sea con una cifra menor. Nadie duda que haya ganadores en esta partida, las reglas del juego favorecen claramente a algunos sectores. Lo que muchos dudamos desde las sombras de la España Negra es si este beneficio acabará por derramarse algún día hasta calmar la sed de los más necesitados, o si lo hará antes de que nos pille un cuadro de inanición. Sería de necios continuar ignorando a la España Negra, aunque pudiera arruinarles la fiesta que pensaban montar en palacio. Rajoy debería repensar su disfraz, porque tras la careta de La Recuperación y El Despegue hay muy poco que festejar aunque toque Carnaval en el calendario de la mayoría.
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