Escribe Marcelo Espiñeira.
Cuando algo comienza mal suele acabar peor. Este dicho popular podría aplicarse a lo sucedido durante el domingo sangriento del 1-O. Un Referendum suspendido por el poder judicial del Estado, que la Generalitat insistió en celebrar, y que el gobierno español se atrevió a reprimir de manera irresponsable apelando a una brutalidad escandalosa. En medio de tanto desatino institucional han quedado atrapados los ciudadanos que querían votar pese a todo, los heridos por la batalla campal, los que no querían votar pero rechazan la represión policial, y también los funcionarios que recibieron órdenes de incompetentes de gran calado. Al respecto, una carta de mandos intermedios (mantenidos en el anonimato) de la Policía Nacional fue publicada por El Periódico. En esta misiva piden disculpas a los reprimidos, señalan a sus superiores como grandes responsables políticos de una operación mal diseñada de principio a fin y exige al gobierno español que rectifique su cerrazón al diálogo.
La buena convivencia
es un bien incalculable
que ha sido despreciado
Un diálogo que venimos pidiendo sin cesar todos aquellos que sabíamos que esto podía acabar mal. Un destino cruel que algunos comunicadores notoriamente identificados con el Procés se atreven a desafiar públicamente, como Bernat Dedéu cuando defiende un posible anuncio de la DUI (declaración unilateral de independencia) para “ver qué pasa”. Con este desparpajo, cuestionable desde todo punto de vista, se han levantado muchas voces a favor y en contra del Procés. La más evidente en el “otro bando” ha sido el pedido de aplicación del art. 155 por parte de Albert Rivera de Ciudatans a Rajoy. La gasolina al fuego ha sido roceada por varios actores públicos que deberían mantener la serenidad y la prudencia. Ni tanto ver qué pasa, que ya lo estamos viendo con las empresas grandes haciendo fila para poder tributar fuera de Catalunya; ni tanto 155, que es un escenario desconocido del que seguramente no sepamos como retroceder. La buena convivencia es un bien incalculable que ha sido menospreciado, bastardeado y arrastrado a la agonía en las últimas semanas de frenéticos sucesos. Es responsabilidad de cada ciudadano residente en Catalunya velar porque restablezca pronto su quebradiza salud. La negociación es obligatoria en este conflicto, algo que no me cansaré de exigir desde mi humilde tribuna.
Domingo sangriento? estáis flipando.
ResponderEliminarAlgún herido, lamentable, si, pero una vez desenmascarados todos los fakes y manipulaciones se reducen a unas cifras ridículas comparadas con, por ejemplo, la violencia sufrida por quienes aguantamos las cargas de los Mossos de Esquadra en el movimiento 15M, entonces si nos movilizamos por la libertad y nos reprimieron enérgica y desproporcionadamente, lo del 1-O no es más que una respuesta lógica a un auténtico golpe de estado nazionalista.