Escribe Marcelo Espiñeira.
El realizador David Fincher es el principal responsable de la excelente serie policial Mindhunter, estrenada por Netflix en octubre pasado. La primera temporada narra en diez episodios cómo dos agentes del FBI se interesan por el perfil psicológico de los principales asesinos en serie.
Mindhunter recrea el año 1979 y se basa en el libro Mind Hunter: Inside FBI’s Elite Serial Crime Unit, escrito por John Douglas y Mark Olshaker. La serie está escrita por Joe Penhall, y producida por el propio David Fincher, quien dirige también cuatro capítulos. Vale recordar que Fincher es responsable de algunos hitos del cine relacionados con el crimen, tales como Se7en (1995) o Zodiac (2007), habiendo dirigido también El curioso caso de Benjamin Button, La red social, o Perdida.
El acierto de Mindhunter resulta evidente en la construcción de los personajes, tanto el de los policías como el de los asesinos que intervienen en la trama. La serie nos muestra a un cuerpo de policía, el FBI, bastante alejado de los factores psicológicos que hacen al perfil de una persona que es capaz de matar a sangre fría a una numerosa cantidad de personas desconocidas. El punto de inflexión marcado por los primeros estudios de perfiles de asesinos seriales, conseguidos a través de entrevistas con algunos de ellos en las prisiones, está perfectamente delineado en el jugoso guión de Mindhunter.
Oscura y perturbadora, la serie ahonda con extrema naturalidad en el desarrollo de sus personajes, los cuales van mutando con las experiencias vividas. La manipulación ejercida por algunos asesinos entrevistados pronto se transfiere al joven agente Holden Ford (interpretado por Jonathan Groff), así como a sus relaciones personales. Nadie sale indemne de esta aventura, incluso el veterano Bill Tench (interpretado por Holt McCallany), que llega a arriesgar su familia y su carrera de años, atrapado por los fascinantes descubrimientos que esta investigación comienza a desvelar. Justamente, la fascinación por la muerte y el poder que esta pudiera ejercer sobre una persona, quedan perfectamente retratados en el personaje de Ed Kemper (brillante interpretación de Cameron Britton), un asesino de apariencia razonable y calma, cuya precisa locuacidad dejara perplejos a los agentes.
Sin embargo, el objetivo de David Fincher nunca se acerca al retrato de unos asesinos implacables, o imposibles de descifrar, más bien todo lo contrario. El libro de Douglas y Olshaker muestra el lado desconocido del crimen. Aquel que sitúa a los asesinos seriales como víctimas de padres abusadores como una regla fija. El entorno en el que han crecido, tanto Kemper como los demás asesinos entrevistados en la serie, resulta inevitablemente asfixiante, opresivo y alejado de aquellos que garantizarían la salud mental y emocional de los individuos. Aquí es donde la criminología hace su estelar aparición.
Los agentes del FBI aprenden rápido del material recopilado, aunque también se equivocan. Comienzan a ayudar a los policías de pueblo a resolver horribles crímenes, y su experimento llega a la prensa. Una nueva etapa está por comenzar, una en que los asesinos en serie aprenden de sus colegas, de las investigaciones policiales en curso y de la manipulación de la opinión pública.
Mindhunter combina muy bien algunas subtramas que le otorgan verosimilitud a la historia. La situación familiar de los agentes cuenta en el desarrollo del día a día de los investigadores, así como las relaciones con el poder político, los superiores dentro del FBI y todo el complejo entramado de las diversas estructuras policiales que conviven en un estado democrático. Las obsesiones cuestan caras y no siempre la verdad acaba siendo un objetivo, cuando el precio por pagar es demasiado alto.
“La razón por la que estamos fascinados con los asesinos seriales es porque no somos como ellos en absoluto. Son incomprensibles” dijo Fincher en una entrevista. No se equivoca, pues el éxito de la serie ha asegurado la producción de una segunda temporada, la cual podría estar disponible para los abonados a Netflix durante los últimos meses del presente año. Según su productor, la idea es reunir material para escribir y rodar cinco temporadas más. El enfoque más realista de un tema bastante trillado en Hollywood durante los últimos años hace de Mindhunter un bocado exquisito para tv.
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