A seis años y medio de haber plantado pie en Guanahaní (hoy Islas Bahamas), a la que ha llamado San Salvador , el virrey de las Indias y almirante del Mar Océano inicia su tercer viaje desde San Lúcar de Barrameda . Con sus huesos hechos a soportar intrigas cortesanas mantiene la firme voluntad en ver parte de las tierras del Gran Khan , en cuanto recodo pisa. Empecinado prosigue su ruta cegado por la figura fantasmagórica del emperador mongol, cuyos palacios de jade y de oro parecen asomarse y esfumarse en cada esperanza y decepción del navegante. Escribe Lilian Rosales de Canals. Durante su periplo atlántico el descubridor se aferra desesperadamente a cualquier atisbo que pudiese justificar su tozudez en cuanto a que se hallaba en las islas de la especiería, las Indias. Y le bastaron tan solo algunas coincidencias fonéticas para dar por hecho que había llegado a Oriente a través de Occidente. De esta manera, en La Española , escucha la voz indígena Cibao que su impaciencia