Una crítica de
Marcelo Espiñeira.
De apariencia tasiturna, quien fuera una alta modelo de pasarela con orígen exótico (dominicana de nacimiento, portoriqueña por elección), se transforma en una profundísima escritora en su novela “Papi” (2005) que acaba de publicar para el mercado español la jóven editorial Periférica.
Rita Indiana (Santo Domingo, 1977) no esquiva las preguntas que le metrallan en la rueda de prensa en el siempre vanguardista CCCB de Barcelona, mostrándose serena y convencida de cada una de las frases que saldrán de su boca. Igual que en la escritura.
Su relación con el mundo pop se nota marcadamente en su actitud, y lo admite: “Soy de las que hemos crecido educadas por la televisión de pago, la MTV y todo lo que eso significa, muy a nuestro pesar”. Nótese que Rita también se dedica a la música. Junto a su grupo “Los misterios”, con quienes la inquieta artista intenta una renovación del merengue, ese ritmo que se originara en su tierra a principios del siglo XIX y que ella misma remoza con bases electrónicas y letras a la altura de nuestros tiempos.
A ritmo de rap
Si bien el merengue se cuela entre las páginas de lectura vertiginosa de su “Papi”,es el rap el ritmo que mejor se ajustaría a la escritura de la autora.
Las oraciones no dan respiro, casi no llevan comas entre sus enunciados y relatan a ritmo insaciable miles de imágenes pregnantes, en una sucesión poco habitual.
Marcelo Espiñeira.
De apariencia tasiturna, quien fuera una alta modelo de pasarela con orígen exótico (dominicana de nacimiento, portoriqueña por elección), se transforma en una profundísima escritora en su novela “Papi” (2005) que acaba de publicar para el mercado español la jóven editorial Periférica.
Rita Indiana (Santo Domingo, 1977) no esquiva las preguntas que le metrallan en la rueda de prensa en el siempre vanguardista CCCB de Barcelona, mostrándose serena y convencida de cada una de las frases que saldrán de su boca. Igual que en la escritura.
Su relación con el mundo pop se nota marcadamente en su actitud, y lo admite: “Soy de las que hemos crecido educadas por la televisión de pago, la MTV y todo lo que eso significa, muy a nuestro pesar”. Nótese que Rita también se dedica a la música. Junto a su grupo “Los misterios”, con quienes la inquieta artista intenta una renovación del merengue, ese ritmo que se originara en su tierra a principios del siglo XIX y que ella misma remoza con bases electrónicas y letras a la altura de nuestros tiempos.
A ritmo de rap
Si bien el merengue se cuela entre las páginas de lectura vertiginosa de su “Papi”,es el rap el ritmo que mejor se ajustaría a la escritura de la autora.
Las oraciones no dan respiro, casi no llevan comas entre sus enunciados y relatan a ritmo insaciable miles de imágenes pregnantes, en una sucesión poco habitual.
Lejos de resultar presuntuosa o impostada, su historia lleva impregnada la fragancia de quien lo ha vivido de cerca. Y Rita se confesará muy cercana a la niña desprotegida del relato. Una menor que vive con su madre en Santo Domingo, al tiempo que su “papi” se ha marchado a Norteamérica a vivir la vida o la “malavida”, según querramos verlo.
Por momentos autobiográfica, aunque ¿cuándo la literatura no lo ha sido?, su novela desenmascara el reino “macho” caribeño, feudo en el que “ser hombre es una auténtica maravilla, donde incluso tiene licencia para matar” en palabras textuales de la artista.
La niña que es la voz narradora, presume de su “papi” pese a su abandono explícito. Y es que su mafioso pariente cuando menos se lo espera regresa por ella, como por las demás mujeres que también lo esperan. A veces montado en “carros” de película o acompañado por la novia del momento, pero siempre con más dinero que todo el barrio junto.
Su novela actúa como un muñeco vudú que se carga todo lo que Rita sufrió en carne propia con la masculinidad exacerbada de su tierra y su familia. Pura catársis, pero que es una gozadera. Porque su lectura entretiene siempre, conmueve y describe con armas de cirujano sereno una sociedad que a algunos nos puede resultar lejana, pero jamás intrascendente.
La cultura americana, el cine de terror, los videojuegos o el hedonismo que crece en los barrios de chabolas de Santo Domingo con la misma fuerza que en la ostentosa Miami; atraviesan transversalmente este relato. Apasionante por la fuerza de su temática, por la actualidad de sus personajes y por el nervio del lenguaje oral escogido. Un spanglish que mañana ya será antiguo, porque los diccionarios fracasan en su intento por retenerlo en quietud. Igual que la ley intenta controlar al “papi” de Indiana.
Aire fresco, intensidad, y cierto exotismo, aunque el clima de “Scarface” planeé concienzudamente en el puño de Rita.
Estoy leyendo el libro y es muy recomendable. Como dice la entrevista, el discurso de Rita es una catarata de palabras desnudas con un estilo muy propio y lleno de imágenes.
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