En Latinoamérica suceden cosas que a veces resultan incomprensibles para las personas ajenas a su realidad. En este continente, la injusticia parece tener otro umbral y la vida otro precio. Es este razonamiento el que acaso podemos esgrimir para comprender las acusaciones que en días pasados hiciera el periodista danés Mikkel Jensen, a propósito del coste social de la ansiada Copa Mundial en Brasil.
Un país que desaloja a 200.000 personas a la fuerza a fin de realizar obras para el Mundial, con dudosos procedimientos de indemnización y notificación, debe acumular entre su gente una terrible desesperanza, una gran angustia y ese sofoco que menciona una entrevistada en el documental “El precio de la Copa del Mundo” de Jensen.
Y es que Fortaleza, uno de los epicentros del magno evento, con 3 millones de habitantes, es la quinta ciudad más desigual del mundo. Frente al 7% de la población privilegiada dueña del 25% de las riquezas, se erigen verdaderos focos de hacinamiento, miseria y violencia. Es por ende la séptima ciudad más violenta del mundo, con 73 asesinatos cada 100.000 habitantes y la sede mundialista más peligrosa de la historia. Este es el panorama que acoge la desbordante cifra de 24.000 niños viviendo en las calles.
No caben dudas de que los números resultan alarmantes pero jamás comparables con la constatación in situ de tamaña realidad. Para Mikkel Jensen, el coste humano y social de este evento deportivo se traduce en una verdad inaceptable. Pero ha ido más allá cuando declara que los "niños de la calle son asesinados mientras duermen por la noche en áreas donde hay muchos turistas", vinculando estos asesinatos con supuestas medidas de "acicalamiento" de la ciudad, creando conmoción en las redes sociales y la prensa local.
Especulación o no, con la denuncia en la mano (pero sin pruebas concisas) se embarcó en la elaboración del documental que promociona a través de su cuenta de Facebook y que unos pocos han decidido desmentir bajo la acusación de ejercicio sensacionalista. El caso es que medios de comunicación de todo el mundo, empezando por los brasileños, se hicieron eco de la información sin cuestionar siquiera las pruebas que este periodista pudiera tener. Porque no las tenía, o al menos no las enseñó. En una reciente entrevista para TV2 de Dinamarca, Jensen fue más explícito al mencionar este supuesto grupo de exterminio.
"Una de mis fuentes tiene contacto diario con los niños de la calle" dijo el danés. "Se tiene información de que dos niños vieron a otros cuatro que recibieron disparos mientras estaban en la calle. Dos de ellos murieron. Y no, no voy a decir quién es [la fuente] porque está en riesgo de morir. La mayoría de la gente sabe lo que pasa. Pero nadie se atreve a hablar de ello".
Conscientes de que en Latinoamérica todo atropello en este sentido es factible, fundamentalmente por el grave problema de control social, la impunidad, la prevalencia de cierto terrorismo de Estado y la corrupción, hemos querido conocer las justificaciones de Jensen a propósito de sus tremendas aseveraciones. Vale aclarar que algunas de las ONGs que él menciona como fuente han desmentido su versión, sin embargo él insiste en la misma.
Has dicho que no te sentías cómodo para continuar la cobertura del Mundial de Brasil y también que "el sueño se ha convertido en una pesadilla" debido al alto precio que se cobra por este evento para que los extranjeros puedan disfrutar del fútbol. ¿Cuál es exactamente esta pesadilla a la que te refieres?
Un país que desaloja a 200.000 personas a la fuerza a fin de realizar obras para el Mundial, con dudosos procedimientos de indemnización y notificación, debe acumular entre su gente una terrible desesperanza, una gran angustia y ese sofoco que menciona una entrevistada en el documental “El precio de la Copa del Mundo” de Jensen.
Y es que Fortaleza, uno de los epicentros del magno evento, con 3 millones de habitantes, es la quinta ciudad más desigual del mundo. Frente al 7% de la población privilegiada dueña del 25% de las riquezas, se erigen verdaderos focos de hacinamiento, miseria y violencia. Es por ende la séptima ciudad más violenta del mundo, con 73 asesinatos cada 100.000 habitantes y la sede mundialista más peligrosa de la historia. Este es el panorama que acoge la desbordante cifra de 24.000 niños viviendo en las calles.
No caben dudas de que los números resultan alarmantes pero jamás comparables con la constatación in situ de tamaña realidad. Para Mikkel Jensen, el coste humano y social de este evento deportivo se traduce en una verdad inaceptable. Pero ha ido más allá cuando declara que los "niños de la calle son asesinados mientras duermen por la noche en áreas donde hay muchos turistas", vinculando estos asesinatos con supuestas medidas de "acicalamiento" de la ciudad, creando conmoción en las redes sociales y la prensa local.
Especulación o no, con la denuncia en la mano (pero sin pruebas concisas) se embarcó en la elaboración del documental que promociona a través de su cuenta de Facebook y que unos pocos han decidido desmentir bajo la acusación de ejercicio sensacionalista. El caso es que medios de comunicación de todo el mundo, empezando por los brasileños, se hicieron eco de la información sin cuestionar siquiera las pruebas que este periodista pudiera tener. Porque no las tenía, o al menos no las enseñó. En una reciente entrevista para TV2 de Dinamarca, Jensen fue más explícito al mencionar este supuesto grupo de exterminio.
Protesta vecinal en las calles de Fortaleza, Brasil. |
"Una de mis fuentes tiene contacto diario con los niños de la calle" dijo el danés. "Se tiene información de que dos niños vieron a otros cuatro que recibieron disparos mientras estaban en la calle. Dos de ellos murieron. Y no, no voy a decir quién es [la fuente] porque está en riesgo de morir. La mayoría de la gente sabe lo que pasa. Pero nadie se atreve a hablar de ello".
Conscientes de que en Latinoamérica todo atropello en este sentido es factible, fundamentalmente por el grave problema de control social, la impunidad, la prevalencia de cierto terrorismo de Estado y la corrupción, hemos querido conocer las justificaciones de Jensen a propósito de sus tremendas aseveraciones. Vale aclarar que algunas de las ONGs que él menciona como fuente han desmentido su versión, sin embargo él insiste en la misma.
Has dicho que no te sentías cómodo para continuar la cobertura del Mundial de Brasil y también que "el sueño se ha convertido en una pesadilla" debido al alto precio que se cobra por este evento para que los extranjeros puedan disfrutar del fútbol. ¿Cuál es exactamente esta pesadilla a la que te refieres?
Mikkel Jensen: Me di cuenta de que el precio de la Copa del Mundo fue mucho mayor de lo que había imaginado. Y que un montón de cosas malas estaban sucediendo sólo para impresionar a un “gringo” o a un periodista extranjero como yo. Había comprado mis entradas y estaba contribuyendo a la fiesta, entonces me sentí culpable y entendí que ya no podía ser parte de ese espectáculo.
Jensen había trabajado en Brasil durante siete meses. Su idea era cubrir el Mundial -su sueño profesional- mientras preparaba un documental sobre el precio humano de tal celebración. Pero en una carta de despedida publicada en su Facebook expuso los motivos de su repentina vuelta a Dinamarca, expresando una gran indignación debido a la corrupción reinante en torno al evento, la incursión de la policía en las favelas en tareas de desalojo forzoso, y principalmente la desaparición de niños. El periodista adjudicó el asesinato de menores en las calles al interés de dejar la ciudad limpia para los extranjeros y la prensa internacional.
¿Por qué crees que tus quejas no han tenido más impacto en los medios de comunicación? ¿Por qué no ha habido más quejas al respecto del resto de la prensa?
Creo que es muy difícil de probar la presencia de escuadrones de la muerte. Encontrar el arma humeante significa arriesgar la propia vida y la de otras personas. Así que mi anuncio ha creado un debate por el cual estoy satisfecho, aunque no sea un caso que puedas presentar ante una corte.
Amnistía Internacional expone la existencia de estos escuadrones de la muerte y su impunidad para actuar en Brasil desde hace más de 20 años, no sería descabellado pensar que lo que afirmas podría estar sucediendo. Sin embargo, tu reporte ha sido descrito como "falso" y "malicioso". Bismarck Maia, gobernador del estado de Ceará te ha acusado de criminal por tus comentarios. Adriano Ribeiro, director de la ONG “El pequeño Nazareno” afirma desconocer tal situación. Edu Soto, un periodista independiente de El Periódico (Barcelona), que se identifica como compañero de trabajo, ha dicho que "no es una historia inventada, pero tomó algunos rumores y los presentó como hechos contrastados".
¿Qué puedes decir acerca de la polémica que rodea a tus afirmaciones?
Como se puede ver en mi documental, la fuente de la historia es Manoel Torquato, quien es coordinador del amplio proyecto nacional "Crianças Não é da Rua" (Los Niños no son de La Calle). Recientemente él estuvo en Ginebra, Suiza, para hablar ante la ONU acerca de estas reclamaciones. Cuando hice mi actualización en Facebook, el no estaba preparado todavía para dar un paso adelante, pero ahora que mi película ha salido, es difícil decir que esto me lo he inventado de la nada. Lo cual nadie ha reclamado después. Además, hablar sobre esto es algo que puede traer muchas consecuencias a las personas que se atrevan a hacerlo, especialmente para aquellos que viven y trabajan en Fortaleza. Por supuesto que al responsable de turismo de Fortaleza no le caigo bien. En cuanto a Edu Soto, no hemos sido compañeros de trabajo, pero nos hemos encontrado algunas veces en Rio.
El pasado militar de Brasil es quizá una de las amenazas a la pacificación de las zonas más conflictivas. A la difícil tarea de control de la violencia se suma la presunta práctica de "limpieza social" desarrollada por diversos cuerpos policiales y paramilitares denunciados e investigados por la comisión de DDHH de Rio de Janeiro. En el documental, Manoel Torquato denuncia la supuesta existencia de estos grupos de exterminio y describe un episodio donde fueron baleados cuatro niños desde un coche oscuro en el que murieron dos de ellos. Paralelamente denuncia el cierre de organizaciones que daban cobijo y soporte a estos pequeños (con más de 20 años de existencia) por falta de ayudas gubernamentales, en contraposición a la enorme inversión relacionada con el mundial. Destaca en especial un proyecto que atendía a niñas víctimas de la explotación sexual, cuya consecuencia ha sido que estos niñas volvieran nuevamente a las calles.
Marcelo Freixo, presidente de la Comisión de los DDHH de Rio, da fe de la violencia y corrupción policial que dice haber investigado por años. Hace especial mención de estos escuadrones de la muerte y señala que se trata de personas vinculadas a la seguridad, policías o militares contratados por empresarios o personas del poder local, para limpiar las calles de indeseables, asaltantes o indigentes. Servicios de exterminio que muchas veces tienen detrás al gobernador local, concejales electos o al alcalde.
Torquato cree que estos procedimientos tienen que ver con que "molestan" o incomodan a los organizadores del evento. Y asevera que no quieren que turistas y prensa internacional presencie el otro espectáculo, el de la pobreza contrastante. El lado pobre y desigual del país.
"No sé cuál fue la fuente de la misma, pero no conozco ningún caso de exterminio", dice Adriano Ribeiro, de la ONG Pequeño Nazareno de Ceará. "Hay asesinatos, por supuesto, pero por varias razones. Sería frívolo afirmar que es un acto deliberado de exterminio a causa de los eventos más importantes."
¿No temes que emprendan acciones legales contra ti o corras peor suerte, ya que has dicho que una de tus fuentes ha sido amenazada?
Ciertamente yo no quería hablar cuando estuve en Brasil. Mucha gente me pidió que esperara porque este es un tema por el que podría perder la vida. Quiero decir que sabiendo que estos escuadrones de la muerte existen, está claro que estamos hablando de gente que es capaz de llegar muy lejos.
Jacinta Rodrigues, de la ONG La tienda de la amistad, quien también conoció al periodista, dice que no estaba preparado para el choque de la realidad que sufrió en su estancia en la ciudad. “Cuando hablamos, estaba muy asustado, disgustado con la desigualdad social. Para alguien que viene de donde viene, ver a un niño hambriento debe ser realmente impactante”.
Comentarios
Publicar un comentario