Escribe Marcelo Espiñeira.
Con serias posibilidades de obtener el triunfo en las elecciones griegas del 25 de este mes, el partido de izquierda Syriza ha irritado a la presidenta alemana Angela Merkel con su propuesta de renegociar la deuda soberana. Una mera probabilidad que el gobierno alemán ni siquiera sopesaría discutir con las futuras autoridades helenas.
Lo cierto es que la campaña griega se internacionalizó de tal manera que los mercados no pudieran quedarse al margen. Y esa misteriosa mano oculta que disfruta con el subir y bajar de las cotizaciones de los títulos, atribuyó a las promesas electorales del candidato Alexis Tsipras y a los sondeos que le otorgan una victoria con el 30% de los sufragios, como razón principal del desplome bursatil del inicio de 2015.
El miedo como arma arrojadiza se mezcló en el discurso del oficialismo griego, que no dudó en acusar a Syriza de pretender sacar al país de la zona euro. Acusación que el candidato Tsipras ha negado en rotundo, pese a que las propuestas económicas de su partido se basarían en una flexibilización notable de las actuales condiciones impuestas por la Troika tras los dos rescates financieros que recibiera Grecia en 2010 y 2011 sucesivamente.
Con serias posibilidades de obtener el triunfo en las elecciones griegas del 25 de este mes, el partido de izquierda Syriza ha irritado a la presidenta alemana Angela Merkel con su propuesta de renegociar la deuda soberana. Una mera probabilidad que el gobierno alemán ni siquiera sopesaría discutir con las futuras autoridades helenas.
Lo cierto es que la campaña griega se internacionalizó de tal manera que los mercados no pudieran quedarse al margen. Y esa misteriosa mano oculta que disfruta con el subir y bajar de las cotizaciones de los títulos, atribuyó a las promesas electorales del candidato Alexis Tsipras y a los sondeos que le otorgan una victoria con el 30% de los sufragios, como razón principal del desplome bursatil del inicio de 2015.
El miedo como arma arrojadiza se mezcló en el discurso del oficialismo griego, que no dudó en acusar a Syriza de pretender sacar al país de la zona euro. Acusación que el candidato Tsipras ha negado en rotundo, pese a que las propuestas económicas de su partido se basarían en una flexibilización notable de las actuales condiciones impuestas por la Troika tras los dos rescates financieros que recibiera Grecia en 2010 y 2011 sucesivamente.
Esta campaña ha ganado en relevancia en España también porque Podemos, que lidera los sondeos españoles, ha sintonizado mucho en los últimos meses con la agrupación que lidera las encuestas griegas. Tanto es así que como contrataque hacia esta nueva fusión, el primer ministro Antonis Samaras ha recibido la visita de Mariano Rajoy en estos días. Otra prueba de que Grecia no era tan distinta de España...como afirmaban los dirigentes del Partido Popular español.
Un programa asistencial a los marginados por la gran crisis, restauración de los convenios colectivos, una paga extra a los jubilados con ingresos inferiores a los 700€, subida del subsidio de desempleo hasta los 461€, reducción del Estado y renegociación de la deuda soberana (incluyendo una importante quita sobre el capital), es la receta con la que Syriza pretende formar el primer gobierno de la zona euro que cuestione la austeridad de Berlín.
En Alemania también existe expectación por estas elecciones, sobre todo en el sector financiero, donde especulan con un plan B para una Unión Europea sin Grecia entre sus miembros. Una alternativa que no parecería muy conveniente para esos tres millones de griegos que viven bajo el umbral de la pobreza y cuya situación ha sido retratada como de emergencia humanitaria. Todo por culpa de una deuda injusta de la que el presidente del Banco Central Europeo, el italiano Mario Draghi, sabe largo y tendido.
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