Escribe Marcelo Espiñeira.
Ante el peligro nuestro cuerpo reacciona activando el sistema nervioso de una manera especial. Este estado natural de excitación mental nos ayuda a resolver situaciones extremas que puedan comprometer nuestra propia supervivencia. El modo intenso adoptado de manera subconsciente por el organismo es una respuesta ideal para estos casos estresantes. Sin embargo, la solución puede convertirse en un serio inconveniente cuando se extiende demasiado en el tiempo. No podemos vivir siempre asustados, necesitamos un descanso.
El sistema sanitario atiende a diario a miles de pacientes con síntomas de ansiedad y estrés. En esos cinco escasos minutos que dispone el médico de cabecera para atajar el peligroso cuadro que presentan estos pacientes, la única solución suele ser la receta de ansiolíticos. El reposo necesario que por las noches no consigue el afectado, en principio lo brindaría una dósis regulada de benzodiacepinas. Sin embargo, esta salida no siempre acaba bien. Las sustancias que integran los psicofármacos de uso habitual producen adicción en un alto índice de pacientes.
El 7% de los españoles consumen diariamente somníferos
y de esta porción el 66% son mujeres
El paciente estresado no tarda demasiado tiempo en establecer una relación de dependencia con estas sustancias y el control de su evolución suele resolverse en otra ineficiente consulta de 5 minutos. El propio sistema acaba alimentando esta adicción al alza en España. Según los informes actualizados a 2013, el 7% de la población consume a diario somníferos y de esta porción el 66% son mujeres.
Es muy factible que este tratamiento farmacológico fuera inevitable en las condiciones actuales. Un médico no podría arriesgarse a que su desesperado paciente sufriera un severo cuadro de hipertensión o las serias complicaciones derivadas de su estado ansioso. Sin embargo, según Juan José Legarda del centro especializado en adicciones Tavad: “los ansiolíticos son las drogas de las mujeres. Su consumo es legal, recetado por el médico y muy efectivo al principio. Pero cuando pasan sus efectos, si no se cambia la manera de gestionarla, la ansiedad sigue ahí. Y se vuelve a tomar pastillas para aliviarla, y cada vez se necesitan más”. Un círculo vicioso del que sólo podría salirse con una buena psicoterapia, método que el sistema rara vez contempla.
Ante el peligro nuestro cuerpo reacciona activando el sistema nervioso de una manera especial. Este estado natural de excitación mental nos ayuda a resolver situaciones extremas que puedan comprometer nuestra propia supervivencia. El modo intenso adoptado de manera subconsciente por el organismo es una respuesta ideal para estos casos estresantes. Sin embargo, la solución puede convertirse en un serio inconveniente cuando se extiende demasiado en el tiempo. No podemos vivir siempre asustados, necesitamos un descanso.
El sistema sanitario atiende a diario a miles de pacientes con síntomas de ansiedad y estrés. En esos cinco escasos minutos que dispone el médico de cabecera para atajar el peligroso cuadro que presentan estos pacientes, la única solución suele ser la receta de ansiolíticos. El reposo necesario que por las noches no consigue el afectado, en principio lo brindaría una dósis regulada de benzodiacepinas. Sin embargo, esta salida no siempre acaba bien. Las sustancias que integran los psicofármacos de uso habitual producen adicción en un alto índice de pacientes.
El 7% de los españoles consumen diariamente somníferos
y de esta porción el 66% son mujeres
El paciente estresado no tarda demasiado tiempo en establecer una relación de dependencia con estas sustancias y el control de su evolución suele resolverse en otra ineficiente consulta de 5 minutos. El propio sistema acaba alimentando esta adicción al alza en España. Según los informes actualizados a 2013, el 7% de la población consume a diario somníferos y de esta porción el 66% son mujeres.
Es muy factible que este tratamiento farmacológico fuera inevitable en las condiciones actuales. Un médico no podría arriesgarse a que su desesperado paciente sufriera un severo cuadro de hipertensión o las serias complicaciones derivadas de su estado ansioso. Sin embargo, según Juan José Legarda del centro especializado en adicciones Tavad: “los ansiolíticos son las drogas de las mujeres. Su consumo es legal, recetado por el médico y muy efectivo al principio. Pero cuando pasan sus efectos, si no se cambia la manera de gestionarla, la ansiedad sigue ahí. Y se vuelve a tomar pastillas para aliviarla, y cada vez se necesitan más”. Un círculo vicioso del que sólo podría salirse con una buena psicoterapia, método que el sistema rara vez contempla.
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