Escribe Marcelo Espiñeira.
..."El Partido Popular ha cumplido el 93% de su programa electoral"...
La reciente presentación del nuevo logotipo del PP fue presidida por una decena de dirigentes en camisa y sin corbata. Un nuevo decorado escenográfico, en un estilo muy propio de la política norteamericana, que fue ocupado por dirigentes jóvenes como Pablo Casado (34) o Andrea Levy (31) y una mínima presencia de la vieja guardia, encarnada esta vez en el sevillano Javier Arenas (57). Como si el descalabro electoral de mayo pasado hubiese forzado un cambio de estrategia en el partido de gobierno, Rajoy ha aceptado algunos retoques cosméticos mientras anuncia rebajas retroactivas en el IRPF. ¿Populismo? No es difícil imaginar que si estas mismas medidas las hubiera adoptado otro partido en el poder, el presidente ya los hubiera acusado de oportunistas, como mínimo.
Pero estamos en el caliente verano de 2015, con seis años de austeridad sobre nuestras cansadas espaldas y Rajoy se ha propuesto vender su gestión como única garante de una recuperación económica sólida y estable. Christine Lagarde, directora del FMI, apoya esta tésis y no ahorrado previsiones positivas en los informes presentados sobre el crecimiento español. Augura que el PIB se incrementará un 3,1% durante 2015, sin tener demasiado en cuenta las posibles consecuencias de la crisis griega, como si hubiera que apuntalar a Rajoy a toda costa. La implicación del presidente gallego en la campaña por el SI del referendum griego nos da la idea de como encajan las piezas en la Europa actual. Detrás de las políticas promovidas por Wolfgang Schäuble, Jean Claude Juncker y Christine Lagarde se alinean casi todo el resto de los políticos, menos Tsipras y en menor medida, el italiano Renzi y el francés Hollande. La oposición a la austeridad continúa siendo muy débil.
No obstante, a medida que se acerca la hora de decidir en España si se aprueba una prorroga o una revisión de estas políticas austeras, no estaría de más ver exactamente dónde estamos parados como sociedad, qué deficiencias tenemos, qué problemas ha resuelto Rajoy y cuáles se han acentuado durante su legislatura. A simple vista, el mandato de los populares no consiguió atajar la debacle económica que heredó en diciembre de 2011 hasta finales de 2013. Durante los dos primeros años de su gobierno España continuó hundiéndose a un ritmo infernal, hasta experimentar un rebote basado en el incremento de las exportaciones, un mejor equilibrio de la balanza comercial y una reducción del déficit público. La brusca reforma del mercado laboral, basada en el aumento de la temporalidad de los contratos y un recorte en el derecho de los trabajadores se tradujo en la mejora de los beneficios empresariales. Un tercio de los empleados españoles ahora gana un salario de 700€ que apenas le permite cubrir sus necesidades básicas. En contraposición, el número de millonarios se incrementó un 30% desde 2011 hasta alcanzar los 178 mil. Los bancos fueron rescatados con dinero que se ha transformado en deuda pública y luego vendieron sus deudas incobrables sobre particulares a fondos buitre. Hasta vivienda de protección oficial ha sido vendida a estos fondos en la Comunidad de Madrid. Los buenos negocios continúan reservados para unos pocos y el resto ha capeado el temporal como mejor ha conseguido. Unos 13 millones se han visto en serios problemas, aquellos que son considerados pobres. Unos 760mil hogares no tienen ingresos y el paro juvenil se ha disparado sin remedio hasta estabilizarse en un 54%. Casi 4 millones de parados no reciben prestación alguna. El gasto público en sanidad y educación se redujo casi un 20% y la deuda soberana ha trepado hasta el 100% del PIB. El fondo de Reserva de las Pensiones se ha reducido un 30% a un ritmo insostenible, mientras algunas voces afines al liberalismo económico pregonan las bondades de las jubilaciones privadas. El desmantelamiento del estado del bienestar ha sido la única política de este gobierno.
Así y todo, Rajoy no duda en sacar pecho y erigirse en el guardián del nuevo milagro español. No nos cuenta que el precio internacional del crudo ha bajado a niveles históricos o que Mario Draghi del BCE ha inundado la plaza europea con dinero baratísimo o que las crisis en Túnez, Grecia o Egipto aumentan el turismo local. Este importante viento de cola exógeno que ha favorecido una tibia recuperación en el mercado laboral local es presentado por este gobierno como un logro de sus políticas.
El maquillaje partidario y algunos regalos de última hora podrían aumentar las perspectivas de un triunfo del PP y un segundo mandato de Rajoy. Sin embargo, el balance de su actual gobierno nos deja poco y nada, y muy lejos de lo prometido en 2011.
..."El Partido Popular ha cumplido el 93% de su programa electoral"...
Pablo Casado
La reciente presentación del nuevo logotipo del PP fue presidida por una decena de dirigentes en camisa y sin corbata. Un nuevo decorado escenográfico, en un estilo muy propio de la política norteamericana, que fue ocupado por dirigentes jóvenes como Pablo Casado (34) o Andrea Levy (31) y una mínima presencia de la vieja guardia, encarnada esta vez en el sevillano Javier Arenas (57). Como si el descalabro electoral de mayo pasado hubiese forzado un cambio de estrategia en el partido de gobierno, Rajoy ha aceptado algunos retoques cosméticos mientras anuncia rebajas retroactivas en el IRPF. ¿Populismo? No es difícil imaginar que si estas mismas medidas las hubiera adoptado otro partido en el poder, el presidente ya los hubiera acusado de oportunistas, como mínimo.
Pero estamos en el caliente verano de 2015, con seis años de austeridad sobre nuestras cansadas espaldas y Rajoy se ha propuesto vender su gestión como única garante de una recuperación económica sólida y estable. Christine Lagarde, directora del FMI, apoya esta tésis y no ahorrado previsiones positivas en los informes presentados sobre el crecimiento español. Augura que el PIB se incrementará un 3,1% durante 2015, sin tener demasiado en cuenta las posibles consecuencias de la crisis griega, como si hubiera que apuntalar a Rajoy a toda costa. La implicación del presidente gallego en la campaña por el SI del referendum griego nos da la idea de como encajan las piezas en la Europa actual. Detrás de las políticas promovidas por Wolfgang Schäuble, Jean Claude Juncker y Christine Lagarde se alinean casi todo el resto de los políticos, menos Tsipras y en menor medida, el italiano Renzi y el francés Hollande. La oposición a la austeridad continúa siendo muy débil.
No obstante, a medida que se acerca la hora de decidir en España si se aprueba una prorroga o una revisión de estas políticas austeras, no estaría de más ver exactamente dónde estamos parados como sociedad, qué deficiencias tenemos, qué problemas ha resuelto Rajoy y cuáles se han acentuado durante su legislatura. A simple vista, el mandato de los populares no consiguió atajar la debacle económica que heredó en diciembre de 2011 hasta finales de 2013. Durante los dos primeros años de su gobierno España continuó hundiéndose a un ritmo infernal, hasta experimentar un rebote basado en el incremento de las exportaciones, un mejor equilibrio de la balanza comercial y una reducción del déficit público. La brusca reforma del mercado laboral, basada en el aumento de la temporalidad de los contratos y un recorte en el derecho de los trabajadores se tradujo en la mejora de los beneficios empresariales. Un tercio de los empleados españoles ahora gana un salario de 700€ que apenas le permite cubrir sus necesidades básicas. En contraposición, el número de millonarios se incrementó un 30% desde 2011 hasta alcanzar los 178 mil. Los bancos fueron rescatados con dinero que se ha transformado en deuda pública y luego vendieron sus deudas incobrables sobre particulares a fondos buitre. Hasta vivienda de protección oficial ha sido vendida a estos fondos en la Comunidad de Madrid. Los buenos negocios continúan reservados para unos pocos y el resto ha capeado el temporal como mejor ha conseguido. Unos 13 millones se han visto en serios problemas, aquellos que son considerados pobres. Unos 760mil hogares no tienen ingresos y el paro juvenil se ha disparado sin remedio hasta estabilizarse en un 54%. Casi 4 millones de parados no reciben prestación alguna. El gasto público en sanidad y educación se redujo casi un 20% y la deuda soberana ha trepado hasta el 100% del PIB. El fondo de Reserva de las Pensiones se ha reducido un 30% a un ritmo insostenible, mientras algunas voces afines al liberalismo económico pregonan las bondades de las jubilaciones privadas. El desmantelamiento del estado del bienestar ha sido la única política de este gobierno.
Así y todo, Rajoy no duda en sacar pecho y erigirse en el guardián del nuevo milagro español. No nos cuenta que el precio internacional del crudo ha bajado a niveles históricos o que Mario Draghi del BCE ha inundado la plaza europea con dinero baratísimo o que las crisis en Túnez, Grecia o Egipto aumentan el turismo local. Este importante viento de cola exógeno que ha favorecido una tibia recuperación en el mercado laboral local es presentado por este gobierno como un logro de sus políticas.
El maquillaje partidario y algunos regalos de última hora podrían aumentar las perspectivas de un triunfo del PP y un segundo mandato de Rajoy. Sin embargo, el balance de su actual gobierno nos deja poco y nada, y muy lejos de lo prometido en 2011.
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