Escribe Marcelo Espiñeira.
A las polémicas negociaciones del tratado de libre comercio TTIP llevadas adelante por la UE y los EEUU con escasa transparencia ante sus ciudadanos, ahora hay que sumar las del TISA. Otro pacto de libre comercio pensado para las contrataciones en el sector servicios con una larga lista de países involucrados: Australia, Canadá, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Chile, EEUU, Hong Kong, Islandia, Israel, Japón, Liechtenstein, México, Nueva Zelanda, Noruega, Pakistán, Panamá, Paraguay, Suiza, Taiwán, Turquía, la Unión Europea y Uruguay.
Con el evidente beneplácito del lobby del sector servicios, entre los que figuran las poderosísimas empresas energéticas, las bases del TISA se discute en la sede de la ONU en Australia, a espaldas de los Parlamentos de cada país e incluso de la OMC, entidad que no participa en su diseño. ¿Por qué el TISA no cuenta con la Organización Mundial del Comercio? Pues porque implicaría contar con socios incómodos como Rusia o China en este selecto club que piensan fundar. Aunque en la opinión de expertos en el análisis del TISA, como Sanya Reid Smith (vocera legal de la Ong Third World Network), “El TISA será una oportunidad estupenda para el gobierno norteamericano de solicitarle una larga lista de condiciones económicas y políticas a su par chino en el momento que estos quieran formar parte del nuevo club. Algo que todos consideran muy probable que suceda”.
A través de una filtración de Wikileaks, los documentos de las negociaciones del TISA dan una idea muy aproximada de lo que persigue la firma de este tratado y a quiénes podría perjudicar. La contratación de servicios por parte de las Administraciones de los Estados firmantes quedarían así reguladas bajo nuevas normas que favorecerán una liberalización de este voluminoso sector. Este cambio permitiría ampliar mercados a las grandes compañías en detrimento de las pymes locales. Un ejemplo claro de los grandes perdedores serían aquellas empresas de suministro de energía o agua participadas por Administraciones locales en un 51%. Por ejemplo, tanto en España como en Alemania es normal que el agua o la luz estén en manos de pequeñas cooperativas locales que pueden reservarse parte del control de las tarifas, o que reinvierten los beneficios en el territorio propio o que reservan el derecho de subsidiar a ciudadanos en problemas en períodos determinados. Actualmente la empresa del agua en Tarragona (Ematsa) subsidia íntegramente el suministro a 300 familias pobres. Con el TISA estas medidas no se podrían adoptar porque las bases del tratado anulan toda posible potestad del Estado sobre el sector de los servicios.
Valdría la pena recordar que 4,5 millones de empleos dependen del sector servicios en EEUU y que el TISA podría ser la herramienta más idónea para iniciar una fuerte expansión. Las entidades financieras y aseguradoras americanas no ocultan su entusiasmo por el futuro acuerdo e instan al gobierno de Barack Obama a conseguir un marco ultraliberal que les permita arrasar en los nuevos mercados. En la misma línea del TTIP y el Tratado del Pacífico con los asiáticos, las corporaciones van a por todo, un leitmotiv que se puede intuir tras las opacas negociaciones en Australia.
A las polémicas negociaciones del tratado de libre comercio TTIP llevadas adelante por la UE y los EEUU con escasa transparencia ante sus ciudadanos, ahora hay que sumar las del TISA. Otro pacto de libre comercio pensado para las contrataciones en el sector servicios con una larga lista de países involucrados: Australia, Canadá, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Chile, EEUU, Hong Kong, Islandia, Israel, Japón, Liechtenstein, México, Nueva Zelanda, Noruega, Pakistán, Panamá, Paraguay, Suiza, Taiwán, Turquía, la Unión Europea y Uruguay.
Con el evidente beneplácito del lobby del sector servicios, entre los que figuran las poderosísimas empresas energéticas, las bases del TISA se discute en la sede de la ONU en Australia, a espaldas de los Parlamentos de cada país e incluso de la OMC, entidad que no participa en su diseño. ¿Por qué el TISA no cuenta con la Organización Mundial del Comercio? Pues porque implicaría contar con socios incómodos como Rusia o China en este selecto club que piensan fundar. Aunque en la opinión de expertos en el análisis del TISA, como Sanya Reid Smith (vocera legal de la Ong Third World Network), “El TISA será una oportunidad estupenda para el gobierno norteamericano de solicitarle una larga lista de condiciones económicas y políticas a su par chino en el momento que estos quieran formar parte del nuevo club. Algo que todos consideran muy probable que suceda”.
A través de una filtración de Wikileaks, los documentos de las negociaciones del TISA dan una idea muy aproximada de lo que persigue la firma de este tratado y a quiénes podría perjudicar. La contratación de servicios por parte de las Administraciones de los Estados firmantes quedarían así reguladas bajo nuevas normas que favorecerán una liberalización de este voluminoso sector. Este cambio permitiría ampliar mercados a las grandes compañías en detrimento de las pymes locales. Un ejemplo claro de los grandes perdedores serían aquellas empresas de suministro de energía o agua participadas por Administraciones locales en un 51%. Por ejemplo, tanto en España como en Alemania es normal que el agua o la luz estén en manos de pequeñas cooperativas locales que pueden reservarse parte del control de las tarifas, o que reinvierten los beneficios en el territorio propio o que reservan el derecho de subsidiar a ciudadanos en problemas en períodos determinados. Actualmente la empresa del agua en Tarragona (Ematsa) subsidia íntegramente el suministro a 300 familias pobres. Con el TISA estas medidas no se podrían adoptar porque las bases del tratado anulan toda posible potestad del Estado sobre el sector de los servicios.
En el centro, Sanya Reid Smith, de la ong Third World Network. |
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