Escribe Xavi Queralt Pons.
Cada día que pasa nos exponemos a una mayor cantidad de radiaciones electromagnéticas. En gran parte debido al avance de la tecnología inalámbrica que nos provee acceso a internet a través del Wifi. A medida que la Red se vuelve indispensable en nuestra vida cotidiana, en el trabajo o en el hogar, las ondas electromagnéticas se exapanden y nos rodean constantemente. Siempre hemos creido que el Wifi era seguro para nuestra salud, pero últimamente han crecido las dudas al respecto.
Cada día que pasa nos exponemos a una mayor cantidad de radiaciones electromagnéticas. En gran parte debido al avance de la tecnología inalámbrica que nos provee acceso a internet a través del Wifi. A medida que la Red se vuelve indispensable en nuestra vida cotidiana, en el trabajo o en el hogar, las ondas electromagnéticas se exapanden y nos rodean constantemente. Siempre hemos creido que el Wifi era seguro para nuestra salud, pero últimamente han crecido las dudas al respecto.
En 2011, la Organización Mundial de la Salud clasificó las radiaciones electromagnéticas como Clase 2B. Es decir, posiblemente cancerígenas, junto a productos químicos como el plomo o el café procesado. En 2013, el Parlamento Europeo aprobó una resolución que aconsejaba restringir las conexiones Wifi en las escuelas. En enero del presente año, el gobierno francés las prohibió en todas las guarderías del país. Los suecos también se han sumado a la ola de desconfianza, promoviendo la desconexión inalámbrica en su red de centros educativos y bibliotecas.
La OMS clasificó al WIFI en 2011
como potencialmente cancerígeno
Hasta ahora, existe una contradicción absoluta entre los estudios científicos sobre un supuesto efecto nocivo del Wifi en nuestra salud. Sin embargo, está reconocida la existencia del Síndrome de Hipersensibilidad Electromagnética, aunque los médicos no acuerden totalmente en su diagnóstico. Sus síntomas han sido descritos como dolor de cabeza, fatiga, tinnitus, vértigo, déficit de memoria, latido del corazón irregular, y alteraciones en la piel de todo el cuerpo. Los posibles afectados por esta dolencia casi siempre relacionan su situación con la cercanía de potentes instalaciones base de antenas de telefonía móvil o líneas de alta tensión eléctrica. En menor medida, existen también especialistas que relacionan a las radiaciones con la aparición de tumores.
Sin evidencias concluyentes, la tendencia incipiente apunta a proteger a los más pequeños de una continua exposición a las radiaciones. De momento, la Administración española ignora por completo la cuestión. No sucede lo mismo con diversas organizaciones ambientalistas que ya han lanzado una campaña que promueve retirar el Wifi de todos los colegios del país.
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