Escribe Marcelo Espiñeira.
Como uno de esos regalos que no esperaríamos recibir nunca, un nuevo y sorpresivo disco de Los Fabulosos Cadillacs asaltó las tiendas argentinas el pasado 27 de mayo. Una edición especial, por su elevadísima calidad artística, pero también por el largo paréntesis temporal transcurrido entre este flamante La Salvación de Solo y Juan, y La Marcha del Golazo Solitario de 1999.
Diecisiete años en que el popular grupo porteño supo mantener la conexión entre sus miembros, que en varias
oportunidades se reunieron para girar por el continente americano, aunque jamás con un disco importante bajo el brazo. Así, la irrupción de La salvación de Solo y Juan podría convertirse en un hito por sí misma, aunque la actividad en paralelo de los principales músicos de la banda nunca haya cesado en estos años. Vale recordar que el cantante y compositor Vicentico aprovechó para cimentar su significativa carrera solista en seis álbumes originales, el bajista Flavio Cianciarulo grabó diez discos diferentes, y el saxofonista Sergio Rotman otros tantos en sus múltiples proyectos que incluyen a la cantante y compañera Mimi Maura.
Como uno de esos regalos que no esperaríamos recibir nunca, un nuevo y sorpresivo disco de Los Fabulosos Cadillacs asaltó las tiendas argentinas el pasado 27 de mayo. Una edición especial, por su elevadísima calidad artística, pero también por el largo paréntesis temporal transcurrido entre este flamante La Salvación de Solo y Juan, y La Marcha del Golazo Solitario de 1999.
Diecisiete años en que el popular grupo porteño supo mantener la conexión entre sus miembros, que en varias
oportunidades se reunieron para girar por el continente americano, aunque jamás con un disco importante bajo el brazo. Así, la irrupción de La salvación de Solo y Juan podría convertirse en un hito por sí misma, aunque la actividad en paralelo de los principales músicos de la banda nunca haya cesado en estos años. Vale recordar que el cantante y compositor Vicentico aprovechó para cimentar su significativa carrera solista en seis álbumes originales, el bajista Flavio Cianciarulo grabó diez discos diferentes, y el saxofonista Sergio Rotman otros tantos en sus múltiples proyectos que incluyen a la cantante y compañera Mimi Maura.
Fieles al espíritu inquieto y camaleónico que los ha guiado siempre, Vicentico y Flavio entendieron que había llegado por fín el momento exacto para desempolvar un viejo proyecto que tenían postergado desde hacía tiempo, encarar la composición de una opera rock.
Cuentan ellos mismos que todo comenzó con un intercambio de mensajes telefónicos y el juego cómplice de escribir a medias unos textos literarios que surgieron de la libreta de Flavio sobre la historia de dos hermanos atravesados por la tragedia. Solo y Juan, dos personajes imaginarios que se encuentran rodeados por el mar, una familia rota y el desconsuelo imparable de la soledad. Dos hermanos errantes como reza la letra de la última canción del disco.
De sonido limpio y potente, el nuevo material le debe gran crédito a la mano experta del venezolano Héctor Castillo que realizó un trabajo estupendo en la producción artística. Registrado en el ambiente familiar del hogar de Flavio, reconvertido en un estudio integral durante los casi diez meses que duró la grabación, el álbum es un prodigio de imaginación y buen gusto. De contextura profunda y munido de múltiples capas orquestales, el viaje musical de Solo y Juan parece exorcisar fantasmas personales al tiempo que rinde un homenaje inspirado al rock clásico de The Who o Pink Floyd.
Como sucediera en Fabulosos Calavera de 1997, cuando se dejaran invadir por el espíritu experimental de Astor Piazzolla sin descuidar su perfil rocker y salsero, ahora se dejan atravesar por la densa atmósfera de álbumes míticos como Tommy, Quadrophenia o The Wall. En este sentido, diremos que las notorias influencias son administradas con extrema elegancia.
Así, uno de los temas principales, No era para vos, posee el empuje preciso del martillo formado por Entwistle, Moon, Townshend y Daltrey, en sus arreglos de guitarra y teclados. Tanto como la asfixiante atmósfera estilo Roger Waters que suda la bellísima y triste balada Mamá o también la oscura 1987. En medio, una polka amejicanada se transforma en El Rey del Swing, con aroma a clásico inmediato. Navidad y El Impacto se basan en melodías de guitarras acústicas impecables, de pura melancolía. Juan y La tormenta nos remiten al pasado más puramente Cadillac, dos canciones que harán bailar a multitudes en los estadios. Sobre todo La tormenta que es casi como una relectura de El genio del Dub de 1987. Estratos y La música salvará al mundo asumen el riesgo de la experimentación y triunfan. Pero antes, Averno el Fantasma nos encandila con una base irresistible de bajo, batería y bronces graves, sobre la que cabalga una melodía sinuosa que convierte esta canción en adictiva al primer contacto, gema en un disco brillante.
Todo se redondea con la incorporación de Florián y Astor (hijos de Vicentico y Flavio respectivamente), como músicos estables de unos Cadillacs, que lucen más Fabulosos que nunca.
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