Pese a una lógica resistencia que podamos sentir en un primer instante, las medidas que acaba de adoptar el gobierno de Zapatero lucen como inevitables.
La presión internacional, al más alto nivel, logró que el presidente español cediera al recorte de gastos sociales, como nunca antes en la corta historia de la democracia ibérica. Una historia de sostenido y hasta espectácular crecimiento económico, que evidentemente, ha dependido demasiado de factores externos favorables.
La consolidación del espacio europeo común alimentó de manera insostenible el auge de ciertos sectores de la economía local, particularmente el de la construcción. La corrupción demostrada y la falta de visión a largo plazo han hecho el resto.
El escenario actual, inmersos en la peor crisis financiera mundial que se recuerde desde hace 80 años, ha acelerado un proceso de descompresión de debió haberse encarado con anterioridad. No sólo España se ha visto envuelta en este cruel remolino de paro, deuda pública y privada desmesurada e incertidumbre generalizada. Portugal, Irlanda, Italia y Grecia no se diferencian demasiado del caso español. Europa enfrenta su peor crisis institucional, comercial y social desde su fundación como la Comunidad Económica que es.
El gigante americano luce tocado también. Aunque mantenga el status de ser el mercado mundial por excelencia, su déficit es estratosférico. En este sentido el estado español no luce tan mal. Pero, su problema grave es su notoria incapacidad para competir más allá de ciertas excepciones en forma de megaempresas que gozan de los favores oficiales de manera casi grosera.
Tanto Zapatero, quien no ha estado rápido de reflejos, como su sucesor, tendrán la ardua tarea de administrar desde el rigor fiscal a una sociedad harta de los vicios institucionales, de las tramas corruptas y de la falta de claridad en el uso de los dineros públicos.
Los organismos financieros como el FMI irán a por donde siempre han ido. A recuperar el dinero prestado como sea, caiga quien caiga. En este sentido, muchos países en vías de desarrollo como Argentina o México saben bien de estas recetas y de sacrificios de décadas.
Resulta complicado de imaginar el futuro de una sociedad española que ha crecido arropada por vecinos poderosos, con acceso a un nivel de vida muy razonable y demasiado pendiente del crédito. ¿Quién tendrá la autoridad moral ahora y luego, para decidir cómo se hará el ajuste? No parece que ni Zapatero, ni Rajoy obtengan el rango necesario para esta peligrosa tarea.
Alguno de ellos dos deberá marcar la macropolítica de la próxima década, pero no todo termina ahí. En la política de cercanía, la municipal, la de los Ayuntamientos quebrados es donde estará el principal conflicto a resolver.
¿Cómo hará un Ayuntamiento endeudado ya sin solución financiera posible, para seguir manteniendo los servicios escenciales en las numerosísimas urbanizaciones que tapizan la costa mediterránea? Las primeras ocurrencias no han tardado en aparecer. En estos días la ciudad de Lleida anunció unas subidas desmedidas de las multas por faltas de tráfico. Por aparcar en doble fila ahora nos podrán caer unos doscientos eurazos de multa... No hay lugar a dudas, que este no será el mejor camino a elegir.
Las medidas de Zapatero parecen haber llegado tarde. Más vale tarde que nunca, sí es cierto. Pero hasta el más tonto vió como el presidente español estiraba el momento para enfrentar el recorte. Como soñando con que aquellos “brotes verdes” le evitaran enfrentar lo inevitable. Demasiado apegado al juego político del corto plazo ha lucido Zapatero en su segundo mandato. Un período que dificilmente recordemos por su lucidez, más bien todo lo contrario.
Oriol Amat es Doctor en Ciencias Económicas (UAB), Licenciado en Administración de Empresas (ESADE) y ha realizado posgrados en Estocolmo y New York. Actualmente tiene una Cátedra de Economía Financiera y Contabilidad en la Universidad Pompeu Fabra. Contactamos a este prestigioso catedrático que es bastante crítico con las normas actuales que rigen los mercados financieros.
Una entrevista de Marcelo Espiñeira.
Cuán adecuado le parece el "ajuste" anunciado por Rodriguez Zapatero?
ORIOL AMAT: Me parece adecuado. De todas formas, si hubiese menos despilfarro en el gasto público, menos ineficiencia en la gestión pública, menos corrupción y más transparencia, no haría falta el "ajuste" ya que con la misma recaudación que hasta ahora se conseguiría tener superavit.
Cree usted que estas medidas llegan tarde?
Si, aunque más vale tarde que nunca.
Qué correcciones considera necesarias en cuanto a una posible regulación futura del sistema financiero?
Deberían prohibirse las prácticas especulativas que desestabilizan el sistema, por ejemplo, las ventas a corto. Además, debería mejorarse la supervisión de las entidades de crédito y de los productos financieros. Por ejemplo, los pagarés de Rumasa deberían estar supervisados por alguien. Además, deberían mejorarse los sistemas de incentivos en la banca, ya que siguen vigentes los sistemas que causaron las hipotecas subprime.
Cuál es el mayor desafío que enfrentará la economía española en los próximos cinco años?
En estos momentos parece que la actividad económica (PIB) ya se está recuperando. Ahora lo que falta es dejar de destruir empleo y equilibrar las cuentas públicas.
Cree que las actuales dificultades económicas y financieras que afronta la CEE serán superables en el corto plazo?
Sí. Estoy seguro.
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