Una crítica de
Marcelo Espiñeira.
Portarse bien no es tarea fácil para un hombre maduro que vive en Roma. Al menos esta es una de las ideas que desliza el nuevo filme del actor, director y guionista itálico Gianni Di Gregorio (Roma, 1950).
Precedida por su debut como director en 2008, la pequeña y agradable comedia “Vacaciones de Ferragosto”, su nueva producción se titula “Gianni y sus mujeres”. Un título muy justo, ya que el amo y señor de la historia ha elegido mostrarnos su particular relación con el género femenino que lo circunda.
Sesentón con pretensiones
El caso es que Gianni se presenta como un sesentón bien
conservado, prejubilado y encargado de las tareas domésticas de un hogar que comparte con su mujer, su hija y su proyecto de yerno.
No obstante, esta situación no tardará en verse afectada por una novedosa sensación de que el tiempo se le está escurriendo de las manos, mientras no hace nada más emocionante que mantener una idílica relación con una vecina mucho más joven que él, voluptuosa y decididamente provocativa. Claro, que sólo consigue pasearle su perro San Bernardo.
El chispazo en el cerebro de Gianni lo enciende un amigo abogado. Un gordinflón que gusta alardear de sus conquistas sexuales descaradamente, y que intentará abrir los ojos del oxidado protagonista.
Hasta aquí, un guión muy propio de una comedia de vuelo raso, de humor picante o poco proclibe a la reflexión. Pero “Gianni y sus mujeres” no navega estas aguas poco profundas. Más bien, pretende explorar las complejas sinuosidades del hombre que encara la tercera edad. Se detiene en sus complejos más evidentes, señala sus deseos recurrentes, y hasta se compadece de su cruel destino.
Reirse de uno mismo
El retrato que Gianni elige para sí mismo (actor-director-guionista) nos suena autorreferencial, en el mejor sentido, justamente en aquel que sabe reirse de si mismo y sus debilidades o contradicciones. El gran acierto de este filme.
Un compendio interesante de personajes dan vida al mundo de Gianni. Su aristocrática madre venida a menos, manipuladora y esperpéntico ícono de una Roma burguesa del pasado. La relación que mantienen dará vidilla a varios pasajes de lo más divertidos de esta historia. Otro tanto resulta con el novio de su hija. Un jóven poco entregado al esfuerzo, instalado en su propia casa y por momentos fiel testigo de los cambios repentinos del protagonista principal.
Tradición
No hay forma de saber cuan atraído por la buena tradición de comedia costumbrista de su país se encuentra el autor. Pero es probable que bastante. O al menos lo suficiente como para intentar recrear con su segundo filme, aquel clima adorable que consiguiera el cine italiano en las décadas de los ´60 y ´70.
Una tarea nada fácil, que tropieza en esta ocasión con algunos baches narrativos o un incorrecto equilibrio en la fórmula que pretende fusionar lo reflexivo con lo simplemente ameno. “Gianni y sus mujeres” resulta demasiado seria para que la comedia se suelte o es algo etérea como denuncia.
Sin embargo, y pese a todos sus defectos, vale la pena reirse de este querible actor y sus desventuras. Al tiempo que imposible no pensar en la Italia que elige por mayoría a personajes políticos que se jactan de la dudosa moral que exhiben gran parte de los personajes de esta película.
El costado reflexivo de la cinta no se anima a crecer o es demasiado sutil, y se ve devorado por la primera lectura. Aquella que no posee un despegue tan alto pero que al menos nos hará pasar un rato divertido.
Marcelo Espiñeira.
Portarse bien no es tarea fácil para un hombre maduro que vive en Roma. Al menos esta es una de las ideas que desliza el nuevo filme del actor, director y guionista itálico Gianni Di Gregorio (Roma, 1950).
Precedida por su debut como director en 2008, la pequeña y agradable comedia “Vacaciones de Ferragosto”, su nueva producción se titula “Gianni y sus mujeres”. Un título muy justo, ya que el amo y señor de la historia ha elegido mostrarnos su particular relación con el género femenino que lo circunda.
Sesentón con pretensiones
El caso es que Gianni se presenta como un sesentón bien
conservado, prejubilado y encargado de las tareas domésticas de un hogar que comparte con su mujer, su hija y su proyecto de yerno.
No obstante, esta situación no tardará en verse afectada por una novedosa sensación de que el tiempo se le está escurriendo de las manos, mientras no hace nada más emocionante que mantener una idílica relación con una vecina mucho más joven que él, voluptuosa y decididamente provocativa. Claro, que sólo consigue pasearle su perro San Bernardo.
El chispazo en el cerebro de Gianni lo enciende un amigo abogado. Un gordinflón que gusta alardear de sus conquistas sexuales descaradamente, y que intentará abrir los ojos del oxidado protagonista.
Hasta aquí, un guión muy propio de una comedia de vuelo raso, de humor picante o poco proclibe a la reflexión. Pero “Gianni y sus mujeres” no navega estas aguas poco profundas. Más bien, pretende explorar las complejas sinuosidades del hombre que encara la tercera edad. Se detiene en sus complejos más evidentes, señala sus deseos recurrentes, y hasta se compadece de su cruel destino.
Reirse de uno mismo
El retrato que Gianni elige para sí mismo (actor-director-guionista) nos suena autorreferencial, en el mejor sentido, justamente en aquel que sabe reirse de si mismo y sus debilidades o contradicciones. El gran acierto de este filme.
Un compendio interesante de personajes dan vida al mundo de Gianni. Su aristocrática madre venida a menos, manipuladora y esperpéntico ícono de una Roma burguesa del pasado. La relación que mantienen dará vidilla a varios pasajes de lo más divertidos de esta historia. Otro tanto resulta con el novio de su hija. Un jóven poco entregado al esfuerzo, instalado en su propia casa y por momentos fiel testigo de los cambios repentinos del protagonista principal.
Tradición
No hay forma de saber cuan atraído por la buena tradición de comedia costumbrista de su país se encuentra el autor. Pero es probable que bastante. O al menos lo suficiente como para intentar recrear con su segundo filme, aquel clima adorable que consiguiera el cine italiano en las décadas de los ´60 y ´70.
Una tarea nada fácil, que tropieza en esta ocasión con algunos baches narrativos o un incorrecto equilibrio en la fórmula que pretende fusionar lo reflexivo con lo simplemente ameno. “Gianni y sus mujeres” resulta demasiado seria para que la comedia se suelte o es algo etérea como denuncia.
Sin embargo, y pese a todos sus defectos, vale la pena reirse de este querible actor y sus desventuras. Al tiempo que imposible no pensar en la Italia que elige por mayoría a personajes políticos que se jactan de la dudosa moral que exhiben gran parte de los personajes de esta película.
El costado reflexivo de la cinta no se anima a crecer o es demasiado sutil, y se ve devorado por la primera lectura. Aquella que no posee un despegue tan alto pero que al menos nos hará pasar un rato divertido.
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