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SOLIDARIDAD. Un valor al alza.

Escribe Lilian Rosales de Canals.


Asistimos a tiempos duros. Para unos más que para otros aunque a todos nos calce aquello de la crisis en menor o mayor medida. Lo que parece claro es que el asunto difiere para el ciudadano cuyo conflicto es vender la segunda vivienda buscando paliar su déficit de caja y el que recibe una bolsa de comida para alimentar el ejército en casa. Casos y cosas aparte.

Es en estos momentos donde la empatía, esa capacidad de percibir lo que otro siente, debería iluminar el entendimiento.
Hoy más que nunca la solidaridad es una apuesta vital y decisiva para la supervivencia y superación del trance social europeo. La ineficiencia del Estado, obliga a miles de españoles a ofrecer su trabajo desinteresado en ayuda de los más necesitados. Un espectáculo seguro pero distante para algunos dirigentes cuya insensibilidad está arropada por una burbuja y defendida en un discurso entre pasillos del hemiciclo. Los programas sociales han recibido la poda más radical de la historia y en su desamparo se encuentra un total de 10,5 millones de personas bajo el umbral de la pobreza, víctimas de la inequidad.

Alimentos recolectados en la reciente campaña del Banc de Aliments de Barcelona.
Lejos han quedado las expectativas de recibir ayuda gubernamental, considerando que cuando se acentuó la crisis económica en 2010, una de las primeras medidas de reducción del gasto público en España fue la eliminación de ayudas a las familias. Al parecer en la mayoría de  las administraciones públicas y en el ámbito de las decisiones políticas, se ha instalado la sensación de que este tipo de aportes sociales son altamente prescindibles en tiempos de crisis.

Hemos sido testigos de la disminución de los importes en las ayudas, la restricción de la cobertura y el endurecimiento de las condiciones para acceder a ellas en todas las Comunidades Autónomas. En la actualidad el subsidio en compensación de gastos (becas educativas y de comedor) también está en peligro de extinción. 

Desde algunos sectores económicos y políticos la empatía se ha escurrido por el bolsillo roto y ni por miedo al qué dirán se han retractado de inoportunas e indolentes declaraciones algunos líderes como Ana Botella o Espe Aguirre. Pero no todo parece perdido y pese a la impresión de que las cargas se encuentran mal distribuidas, algunas instituciones como la Federación Banco de Alimentos y Cáritas no desmayan en el rescate humanitario. 

Comedor de una sede de Cáritas en Catalunya.
Manos a la obra pasan por sobre la perorata burocrática que ralentiza las acciones y también por encima de los que hacen proselitismo político a costa de las urgencias ajenas, como el caso de Juan Manuel Sánchez Gordillo para quien oportunamente el presidente de la FESBAL (Fed. Española de Bancos de Alimentos), José Antonio Bustos, tuvo las siguientes palabras en relación al asalto de los supermercados liderado por el diputado andaluz: "las empresas de alimentación que operan en este país -las atacadas y las que no lo fueron- destinan toneladas de productos y millones de euros a ayudar a los más desfavorecidos". Y lo convida a ejecutar acciones más eficaces como "trabajar para que la UE mantenga en vigor el Plan de Ayuda para los más necesitados, que va a desaparecer como ayuda alimentaria para el periodo 2014 a 2020"

La intervención de Bustos resalta la cosificación que se ha hecho del grave problema social y su instrumentación como recurso político, a cuya sombra lo que menos parece interesar (por la acumulación de medidas dirigidas a estrangular el sector más decadente)  es la consecución de soluciones. A este respecto continúa el dirigente de la Federación: "en vez de hacer lo que está haciendo y testimoniar, que haga algo concreto, que presione para que se activen los fondos europeos". Pero esta autoridad que le permite empinar la palabra sobre la mediática estrategia política de Gordillo ha sido otorgada gracias al trabajo constante en una organización que cuenta hoy con 52 sedes en toda España y 2000 voluntarios, que atendió en 2011 a 1,3 millones de personas con la distribución de 104 millones de kilos de alimentos. Que trabaja en colaboración con 3.000 empresas privadas, grandes superficies, productoras de alimentos, distribuidoras, almacenistas o empresas de transportes para minimizar los estragos de este desequilibrio social que se remonta varios años atrás.


Crisis estructural
Cuando los mecanismos de contención se vinieron abajo, afloró la crisis "social" que aguardaba imperceptible para muchos estratos. El sostenido proceso de destrucción de empleo, la consolidación de la reducción y el agotamiento de los subsidios de protección social obligaron a un grueso de la población a solicitar más ayudas. 

Cáritas sostiene que la sociedad española presenta un modelo de integración precaria que, desde los años ochenta, se ha venido deteriorando progresivamente. Patente ha quedado la  insuficiencia y la reducción de la capacidad protectora del sistema público. La exclusión social, la pobreza y  la vulnerabilidad son fenómenos estructurales que se hacen especialmente visibles hoy a consecuencia de la crisis. Nos encontramos ante una situación estructural, no  coyuntural. Ya Cáritas lo había advertido, durante la época de bonanza económica los indicadores de pobreza se mantuvieron estables,  sin disminuir.

No sólo se ha incrementado de forma notable el número de personas afectadas, sino que se ha extendido a ciudadanos cuya situación, en el anterior contexto del crecimiento, no hacía previsible que necesitaran recurrir a los servicios de ayuda. En consecuencia se ha visto disparada la demanda de cooperación de forma acelerada. Es preciso no perder de vista que se trata en todo caso de una intervención meramente paliativa, ya que los efectos sociales de esta recesión persistirán más allá de la recuperación económica anunciada -y ansiada- y solo un cambio de paradigmas en la gestión administrativa podrá poner coto a tamaña calamidad. 

Casi 10.000 voluntarios han participado en la  reciente campaña de recolección del Banc de Aliments.
Según el VII Informe del Observatorio de la Realidad Social (sep 2012) emitido por Cáritas España, el número de personas atendidas en sus  servicios de acogida y asistencia ha pasado de 370.000 personas (2007) a más de 1.015.276 personas (2011). 3,5 veces superior al de hace diez años. En este sentido la organización menciona la ralentización de la que es objeto su atención en la incapacidad de asumir más demanda.

La depresión destaca por cifras aterradoras. El número de hogares con todos sus miembros activos en paro ha pasado de 413.300 en 2007 (2,7%) a 1.728.400 en 2012 (9,1%) (fuente: EPA) mientras que el número de ejecuciones hipotecarias se ha multiplicado desde 2007 hasta el primer semestre de 2012: 203.808 familias han perdido sus casas y 160.000 se encuentran en camino de ello entre 2013 y 2014 (fuente: CGPJ).

Ante las oscuras perspectivas que se ciernen sobre el futuro de todos solo nos queda apelar a la empatía y arrimar el hombro para construir un camino más llevadero. Como diría Cervantes:  Adonde interviene el favor y las dádivas, se allanan los riscos y se deshacen las dificultades.

En un ejercicio de cinismo desde la clase política se habla de integración al tiempo que se desprestigia al sistema de protección sembrando la desconfianza en perceptores que "quieren aprovecharse del modelo" señalando a los inmigrantes, los sin papeles y los pobres. Aún hay un grueso de la ciudadanía que no se siente afectada por los recortes sociales ya que los vincula a esa “otra clase de individuos rémora”. Nadie quiere parecer pobre.

Las cifras de los afectados por la pobreza en Catalunya se han disparado en los últimos años.
Es una pena que pulule tanto cobarde, ladrón, ladino, hipócrita, oportunista, traidor y sin criterio. Peor aún que abunde intolerantes e intransigentes cuando se trata de procurar alivio a males de la mayoría. Estamos urgidos más que nunca de dignidad y de solidaridad, como vigilantes de las decisiones y de los compromisos que aseguren una real cohesión y una auténtica justicia social. Pese a la enorme expectativa no podemos quedar de brazos cruzados ante el desmantelamiento del sistema de protección. Reaccionemos, reivindiquemos los derechos sociales con misma fuerza con la que nos movilizamos contra los recortes en educación y en sanidad. Como Saturno, el Estado paternalista está devorando a sus hijos, temiendo que alguno se convierta en una piedra para el zapato.

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