Escribe Lilian Rosales de Canals.
Roberto Bermúdez (Ricardo Darín) es un profesor que imparte una cátedra de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Durante una sesión de clases se comete un crimen. El cadáver, que es depositado a las puertas de la Facultad parece señalar a Gonzalo (Alberto Ammann), uno de sus alumnos. A partir de aquel momento la trama se va desarrollando sobre la base de una aparente paranoia de Bermúdez quien se lanza en la investigación totalmente gratuita y sin sentido, casi caprichosa y obsesiva, a decir verdad porque no existe ni siquiera la motivación tradicional de los protagonistas en los films de serie en las que el funcionario -retirado o sumido en el olvido- ve en el crimen la oportunidad de desempolvar su pasión, su valía o sus medallas. Complicado a motus propio, el profesor sigue las pistas que le conducen hasta el posible asesino.
Ricardo Darín parece haber establecido claramente un affaire con el género policial. No es una novedad y esta cinta no es la excepción. Su destacado recorrido va desde "La señal" (2007) dirigida por el propio actor junto a Martín Hodara, hasta títulos como "El secreto de sus ojos" (2009) de Juan José Campanella y las dos excelentes piezas de Fabián Bielinsky, "El aura" (2005) y "Nueve reinas" (2000). Pero esta nueva entrega "Tesis sobre un homicidio", en su conjunto no parece ceñida a lo que nos tiene acostumbrados. La cinta había sido anunciada como el taquillazo del año y podría desinflar algunas expectativas. La queja no recae sobre la siempre magnífica actuación del primer actor argentino, que aunque no ofrece un nuevo registro, es una balsa de salvación junto a Arturo Puig (el juez Alfredo) y al joven actor español ganador de un Goya por "Celda 211", Alberto Ammann. El dedo acusador señala más bien en sentido de la sucesión de sutiles aspectos, posiblemente "congénitos", que le arrebatan la excelencia de su título. Rasgos que presumimos puedan tener su origen en la adaptación de la muy buena novela homónima de Diego Paszkowski que le inspira, en particular en lo relativo a sus diálogos y a la construcción de los personajes.
Thriller policial
El aspecto más evidente radica en el terrible exceso de diálogos pobres que se suman sin aportar nada a la progresión: en ocasiones llegan a antojarse vagos, insulsos, displicentes y alejados de credibilidad. Hay entonces anticipaciones del personaje de Darín innecesarias y contraproducentes para la pretendida pulsión expectante, y la participación de Calu Rivero (como María Laura Di Natale) luce bastante cuestionable, no sólo en los inadecuados cambios de registro, inverosímiles por momentos, sino por la ausencia de garra en otras situaciones donde pareciera ameritar cierta dosis de histrionismo y sangre en las venas. Pese a ello se ven grandemente auxiliados por un ritmo que llega afortunadamente a atrapar y salva a la cinta de una muerte súbita.
El film, segunda pieza del director Hernán Goldfrid, es por todos los costados una película de género, un thriller policial que en beneficio de la audiencia le anima a ir sobre el desarrollo del argumento, exigiéndole complicidad, atención e implicación. Pero esta demanda orientada al espectador a objeto de que adivine sobre las pistas, malgasta y revierte su potencial cuando la tasa de acierto sobrepasa el límite recomendable. Al final nos deja un sabor de inacabada misión. Propone un duelo interpretativo y amenaza con otro psicológico entre Darín y Ammann, sin conseguir ninguno plenamente.
Bastante predecible
El final es anodino. Sobreviene predeciblemente como igualmente son, a lo largo de todo el film, las pistas ya que los movimientos de cámara y planos insisten en desvelarlas, más que en insinuarlas. Seguramente al público le interesaría hacer conjeturas y regodearse en ellas. La historia se explica de tal forma que abandona muchos matices y se convierte en una secuencia de recursos de género bastante obvios, arbitrarios (como las escenas en las que Darín llega a conclusiones donde el espectador ya se ha anticipado), y/o artificiosos, como aquella guardia que monta el protagonista en un bar durante toda la noche a la espera de que Gonzalo salga y despierta justo en el momento en el que pasa con su coche. El esperar y conseguir que el personaje de María Laura se deje puesto el colgante de la mariposa a manera de cebo es otro ejemplo de ello. Por momentos me ha parecido estar frente a un film que con aspiraciones Hitchcockianas y salvando las distancias, propone ingenuas intervenciones de sus personajes y apresuradas especulaciones que en la vida real carecerían de total fundamento.
A pesar de los pesares, su fotografía es muy buena, como también lo es el empleo de los planos-secuencia. Su ritmo puede llegar a atrapar al espectador que no tenga demasiadas pretensiones técnicas. Es lo que podría llamarse una película para una tarde de domingo lluvioso.
Recién estrenada en nuestras salas, esperamos que logre superar estos escollos en taquilla ya que entre gustos y colores… en Argentina fueron vendidas 2,4 millones de entradas en el 2009, sobrepasando a la aclamada "El secreto de sus ojos" donde Ricardo Darín también es protagonista.
Roberto Bermúdez (Ricardo Darín) es un profesor que imparte una cátedra de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Durante una sesión de clases se comete un crimen. El cadáver, que es depositado a las puertas de la Facultad parece señalar a Gonzalo (Alberto Ammann), uno de sus alumnos. A partir de aquel momento la trama se va desarrollando sobre la base de una aparente paranoia de Bermúdez quien se lanza en la investigación totalmente gratuita y sin sentido, casi caprichosa y obsesiva, a decir verdad porque no existe ni siquiera la motivación tradicional de los protagonistas en los films de serie en las que el funcionario -retirado o sumido en el olvido- ve en el crimen la oportunidad de desempolvar su pasión, su valía o sus medallas. Complicado a motus propio, el profesor sigue las pistas que le conducen hasta el posible asesino.
Ricardo Darín parece haber establecido claramente un affaire con el género policial. No es una novedad y esta cinta no es la excepción. Su destacado recorrido va desde "La señal" (2007) dirigida por el propio actor junto a Martín Hodara, hasta títulos como "El secreto de sus ojos" (2009) de Juan José Campanella y las dos excelentes piezas de Fabián Bielinsky, "El aura" (2005) y "Nueve reinas" (2000). Pero esta nueva entrega "Tesis sobre un homicidio", en su conjunto no parece ceñida a lo que nos tiene acostumbrados. La cinta había sido anunciada como el taquillazo del año y podría desinflar algunas expectativas. La queja no recae sobre la siempre magnífica actuación del primer actor argentino, que aunque no ofrece un nuevo registro, es una balsa de salvación junto a Arturo Puig (el juez Alfredo) y al joven actor español ganador de un Goya por "Celda 211", Alberto Ammann. El dedo acusador señala más bien en sentido de la sucesión de sutiles aspectos, posiblemente "congénitos", que le arrebatan la excelencia de su título. Rasgos que presumimos puedan tener su origen en la adaptación de la muy buena novela homónima de Diego Paszkowski que le inspira, en particular en lo relativo a sus diálogos y a la construcción de los personajes.
Thriller policial
El aspecto más evidente radica en el terrible exceso de diálogos pobres que se suman sin aportar nada a la progresión: en ocasiones llegan a antojarse vagos, insulsos, displicentes y alejados de credibilidad. Hay entonces anticipaciones del personaje de Darín innecesarias y contraproducentes para la pretendida pulsión expectante, y la participación de Calu Rivero (como María Laura Di Natale) luce bastante cuestionable, no sólo en los inadecuados cambios de registro, inverosímiles por momentos, sino por la ausencia de garra en otras situaciones donde pareciera ameritar cierta dosis de histrionismo y sangre en las venas. Pese a ello se ven grandemente auxiliados por un ritmo que llega afortunadamente a atrapar y salva a la cinta de una muerte súbita.
El film, segunda pieza del director Hernán Goldfrid, es por todos los costados una película de género, un thriller policial que en beneficio de la audiencia le anima a ir sobre el desarrollo del argumento, exigiéndole complicidad, atención e implicación. Pero esta demanda orientada al espectador a objeto de que adivine sobre las pistas, malgasta y revierte su potencial cuando la tasa de acierto sobrepasa el límite recomendable. Al final nos deja un sabor de inacabada misión. Propone un duelo interpretativo y amenaza con otro psicológico entre Darín y Ammann, sin conseguir ninguno plenamente.
Calu Rivero y Ricardo Darín en una escena de Tesis sobre un Homicidio. |
Bastante predecible
El final es anodino. Sobreviene predeciblemente como igualmente son, a lo largo de todo el film, las pistas ya que los movimientos de cámara y planos insisten en desvelarlas, más que en insinuarlas. Seguramente al público le interesaría hacer conjeturas y regodearse en ellas. La historia se explica de tal forma que abandona muchos matices y se convierte en una secuencia de recursos de género bastante obvios, arbitrarios (como las escenas en las que Darín llega a conclusiones donde el espectador ya se ha anticipado), y/o artificiosos, como aquella guardia que monta el protagonista en un bar durante toda la noche a la espera de que Gonzalo salga y despierta justo en el momento en el que pasa con su coche. El esperar y conseguir que el personaje de María Laura se deje puesto el colgante de la mariposa a manera de cebo es otro ejemplo de ello. Por momentos me ha parecido estar frente a un film que con aspiraciones Hitchcockianas y salvando las distancias, propone ingenuas intervenciones de sus personajes y apresuradas especulaciones que en la vida real carecerían de total fundamento.
A pesar de los pesares, su fotografía es muy buena, como también lo es el empleo de los planos-secuencia. Su ritmo puede llegar a atrapar al espectador que no tenga demasiadas pretensiones técnicas. Es lo que podría llamarse una película para una tarde de domingo lluvioso.
Recién estrenada en nuestras salas, esperamos que logre superar estos escollos en taquilla ya que entre gustos y colores… en Argentina fueron vendidas 2,4 millones de entradas en el 2009, sobrepasando a la aclamada "El secreto de sus ojos" donde Ricardo Darín también es protagonista.
Alberto Amman y Ricardo Darín en Tesis sobre un Homicidio. |
Ricardo Darín en otra escena del film. |
Comentarios
Publicar un comentario