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DRONES. La doctrina del espionaje

Un informe de
Marcelo Espiñeira.


El 12 de julio de 1849, un joven teniente de artillería austriaco llamado Franz von Uchatius tramó un curioso ataque sobre la sitiada ciudad de Venecia soltando a volar unos cuantos globos repletos de explosivos. Aquel día, su insólito plan fracasó porque los globos fueron lanzados con un viento poco favorable que acabó devolviendo el envenenado obsequio a las mismas tropas austríacas. Sin embargo, no sucedería lo mismo un mes después de aquel intento, cuando los ciudadanos venecianos debieron soportar el primer ataque aéreo de la historia. Cuentan los relatos que aquellos doscientos globos que explotaron cerca del suelo debieron provocarles un pánico tan importante como para rendirse dos días después de lo ocurrido sin siquiera ofrecer resistencia.

164 años después del sitio veneciano, las aeronaves no tripuladas se han convertido en un arma fundamental para el ejército más poderoso del mundo. Los drones norteamericanos surcan los cielos de Pakistán, Irak y Afganistán a diario, tomando fotos de alta resolución, emitiendo imágenes de video en tiempo real y matando cientos de personas al margen de cualquier legislación internacional. Se han producido un centenar de ataques con aviones no tripulados conocidos en Pakistán desde que Obama llegó a la presidencia. Analizados por el think tank estadounidense Brookings Institution, dichas operaciones se han cobrado la vida de diez civiles inocentes por cada líder insurgente abatido.

Entre 1931 y 1935, la Fuerza Aérea Británica empleó algunos aviones QueenBee controlados por radio para entrenar a su artillería anti-aérea.

Para reencontrarnos con un protagonismo tan destacado de estas máquinas volantes controladas a distancia, deberíamos regresar hasta los años de la guerra fría. En aquel entonces y amparadas por el más estricto secreto militar posible, las dos grandes potencias de la época, EEUU y la URSS, desplegaron ambiciosos programas de desarrollo de los aviones espías. Una siniestra carrera armamentística que la caída del imperio soviético ralentizó de forma abrupta. Aunque el ataque a las torres gemelas de 2001, volvería a encender aquella mecha nuevamente.























Una cuestión industrial

Los avances en el campo de la robótica, la industria aeroespacial, la nanotecnología y las telecomunicaciones siempre han estado relacionados con la fuerte inversión que el gobierno americano ha destinado al área científica con fines militares. Ese gran laboratorio innovador que consigue financiación permanente gracias al todopoderoso lobby de la industria armamentística norteamericana, ha acabado surtiendo de nuevas ideas, conceptos y materiales que luego se han integrado en las más variadas ramas del tejido industrial. Así, los teléfonos móviles, Internet, los medios de transporte o el calzado que usamos a diario se han servido directa o indirectamente de una tecnología surgida de infinidad de proyectos destinados originalmente al diseño de armas, o artilugios para realizar espionaje y vigilancia, o matar personas. Con mayor precisión, deberíamos afirmar que durante las últimas décadas hemos asistido a una retroalimentación constante entre los desarrolladores de tecnología puntera y la industria de armas letales.
































Este fenómeno, particularmente visible en EEUU, ha generado un mercado mundial tan sustancioso como para entusiasmar a más de un diseñador industrial medianamente informado. Tal es así, que estas navidades se espera que muchísimos niños o adolescentes americanos reciban como regalo navideño su primer drone doméstico, que Santa Claus podrá escoger entre diversos modelos con precios que oscilan entre los 50 y 1.200 dólares, dependiendo de sus prestaciones específicas.

Es decir, que este 26 de diciembre, muy probablemente algún vecino podría verse sorprendido por el silencioso vuelo de un helicóptero de escasos 15 cm. de largo, que luego de haber invadido el espacio aéreo de su jardín se fuera a posar cerca del cristal de alguna ventana con las cortinas corridas con el propósito de tomar simpáticas fotos de su mujer en bragas, o simplemente escudriñar un poco la tranquilidad de su hogar. Porque la cámara de estos minidrones sería perfectamente capaz de consumar este tipo de “inocentes injerencias” de la intimidad ajena y tantas otras misiones bastante más ilegales todavía. La imaginación abunda en este sentido, es sabido.

Estas navidades los minidrones serán uno de los reclamos predilectos de los consumidores de tecnología puntera.
Si la venta irrestricta de los minidrones domésticos preocupa a los defensores del derecho a la privacidad, algunas autoridades también lo están acerca del uso civil o comercial que algunos modelos de drones mejor equipados que el helicóptero espía recibirán en un futuro próximo. Vale recordar el reciente anuncio del CEO de Amazon, Jeff Bezos, quien afirmó que su compañía espera ansiosamente poder desplegar cuanto antes un nuevo sistema de entregas inmediatas asistido por drones que transportarían pedidos de hasta 2 kg. de peso hasta la puerta de sus clientes en un tiempo record de 30 minutos. La presión de Bezos está dirigida a la autoridad en materia de tráfico aéreo, la FAA (Administración Federal de Aviación) americana, que ha prometido actualizar sus leyes para 2015, de acuerdo a los nuevos parámetros exigidos por la tecnología drone. Una fecha que aparece de difícil cumplimiento ya que una repentina invasión de miles de drones surcando los cielos urbanos podría congestionar el tráfico aéreo comercial de aeronaves tripuladas y poner en peligro a la población de diversas maneras.

Los prototipos drone de Amazon ya están en fase de pruebas avanzadas.
Escasa fiabilidad
Lo que muchos se han preguntado tras el anuncio de Bezos, es ¿por qué Amazon ha vociferado a cuatro vientos tos su nueva táctica comercial? Conociendo lo hermética que suele resultar la naturaleza de las decisiones estratégicas de la compañía, asombra que Bezos divulgue con anticipación sus nuevas ideas. La respuesta parece encontrarse en la fuerte apuesta económica que Amazon ha estado haciendo en la tecnología drone desde el mismo departamento de innovación de la corporación. Si Bezos ha hablado fuerte y claro es para amedrentar a las autoridades, porque posiblemente ya disponga de la tecnología suficiente para entregar sus pedidos en drones desarrollados y financiados por ellos mismos. Algo que debería preocupar a la competencia americana del gigante digital, ya que nadie consigue entregar un pedido antes de las 24 o 48 horas de haberlo recibido.

El CEO de AeroVironment, Timothy Corven, con el "colibrí" drone, capaz de grabar en video.
Los planes de Amazon son ambiciosos, pero podrían fracasar por la escasa fiabilidad técnica demostrada por los drones hasta la fecha. Según los informes del sector aeronáutico militar americano (International Helicopter Safety Symposium 2010), la tasa de fracaso existente en los drones pesados y ligeros es inaceptable para las operaciones sobre zonas densamente pobladas. Actualmente la tasa de percance de los drones es 100 veces mayor que la de las aeronaves tripuladas. Aproximadamente, se produce un contratiempo cada 1000 horas de vuelo de drones. Un ratio demasiado elevado y si bien Bezos podría ser muy optimista en relación a la fiabilidad de sus nuevos juguetes voladores, no se arriesgaría jamás a causar multitud de accidentes en las calles de sus clientes o expondría a que algún hacker malvado interfiriera la frecuencia de radio que comunica a sus drones con el satélite espacial. 




La tecnología drone está concebida como un sistema complejo que no incluye únicamente al vehículo diseñado para volar, tomar fotos, disparar o transportar libros de Amazon. La clave está en la necesidad de una transmisión ininterrumpida de los datos que establecen el control del aparato a distancia, así como la posible transmisión de la señal de video. La dependencia de los drones de una señal satelital estable los convierte en un medio con un alto índice de percances, o en vehículos vulnerables de ser atacados mediante interferencias electrónicas deliberadas. Esta intensa preocupación ha sido explícita en el caso de algunos militares americanos de alto rango, como el Mayor de la Marina Jaysen A. Yochim, quien ha elaborado un extenso informe detallando la enorme exposición de los drones a la guerra electrónica.


No son pocos los que consideran al reciente JSF como el probable último avión tripulado que construya EEUU.

Deshumanizantes
Si los drones se mantuvieran en el campo de batalla, podríamos discutir sobre la legalidad de las acciones militares de sus misiones o inclusive sobre la deshumanización palpable del conflicto armado. En este sentido, es interesante la visión sobre el gatillo fácil que estaría propiciando el uso de drones controlados para matar a distancia. Keith Shurtleff, un capellán del ejército de EEUU y profesor de ética en Fort Jackson, está consternado porque "a medida que la guerra se hace más fácil y segura, los soldados se alejan de los horrores del campo de batalla y ven a sus enemigos no como seres humanos sino como blips(*) en una pantalla. Sería verdaderamente peligroso perder la capacidad de disuasión que tales horrores proporcionan".


Sala de control para los Drones del Ejército americano, ubicadas en Creech Air Force Base (Nevada, EEUU). Desde allí, controlan las diferentes operaciones en Irak, Afganistán y Pakistán.

No parece equivocarse demasiado este cura, ya que ahora mismo la Fuerza Aérea estadounidense entrena a más pilotos para dirigir drones que para tripular aviones. Siempre se suelen esgrimir razones económicas para defender estas políticas. Muchos políticos ven a los drones como una buena alternativa al alto costo de los aviones tripulados y una manera eficaz para prevenir el riesgo de la vida de un piloto. La administración Obama se ha jugado en esta dirección sin ambigüedades. Estos sistemas tienen una serie de ventajas con respecto a los aviones tripulados. No están atados por las limitaciones humanas. Pueden permanecer en el aire mucho tiempo (hasta 36 hs. seguidas), no requieren seguros de vida, no necesitan comer o dormir, y nunca dirán que no a una misión.

Un MQ-9, un drone pesado equipado con misiles de largo alcance, despega en Afganistán en 2007.

Los científicos que trabajan en los drones del futuro, lo están haciendo en diseños mínimos de tamaño, con capacidades para volar como pequeños pajarillos. En Internet se ha hecho famoso un colibrí presentado por AeroVironment (el principal proovedor de drones del Pentágono), que puede volar y captar imágenes de video en tiempo real. Esta compañía americana se vio fuertemente beneficiada por el devenir de las guerras en Medio Oriente hasta alcanzar una facturación de 80 millones de dólares en el primer trimestre de 2010. Pero ahora apuesta decididamente por los nuevos modelos de uso civil con fines de vigilancia o control agrícola. Los más de 18.000 departamentos de policía existentes en EEUU auguran un mercado emergente más que interesante para estos fabricantes.

Un drone de uso militar con tamaño de insecto, capaz de tomar fotos y video en tiempo real.

Algunas de estas cualidades robóticas podrían alimentar los sueños de Bezos con un ejército propio de transportistas autómatas que nunca irían a una huelga, ni se quejaran por sus entregas nocturnas en pleno invierno o pidieran una paga extra para Navidad… El almirante norteamericano Michael G. Mullen también cree que su ejército está al borde de un cambio histórico. Hasta considerar que el JSF (un flamante modelo de cazabombardero) podría ser el último modelo tripulado que fabricara la Marina de EEUU. 

Las minas teledirigidas que usó el ejército nazi en la defensa de la invasión aliada de Alemania, fueron un drone de tecnología puntera en su momento.









Aunque el factor humano esté aún lejos de ser reemplazado totalmente, el avance de los drones estaría introduciendo a la esfera cotidiana una tecnología invasiva de alcance bastante confuso. Nacidos de la doctrina del espionaje militar, los drones ya nos ofrecen su versión doméstica. De momento, en un torpe formato de helicóptero de cuatro helices, equipado con cámaras de alta definición y funciones poco constructivas. No aptos para el vuelo en malas condiciones climáticas, estos artilugios pronto nos sorprenderán también en Europa. 

El EuroHawk, un proyecto que ha costado unos 1.000 millones de euros al Ejército alemán, fracasó por carecer de un sistema de detección anticolisión esencial para su aprobación.






Pese al fallido proyecto alemán EuroHawk que se fagocitó unos 1.000 millones de euros en un modelo militar que no había previsto un importante sistema de detección obligatorio por ley, los gobiernos europeos están corriendo contra reloj para estar a la altura pronto. Si bien casi todos los países trabajan a destajo en prototipos diversos, Israel y EEUU han tomado la delantera claramente, seguidos de China, Japón, Rusia, India y Pakistán. Inmersos casi seguro en otra nueva carrera armamentística sin mayores motivos aparentes. 

Encontrar algún aspecto positivo a la irrupción masiva de los drones parece ser la llave al futuro desarrollo de estos aparatos tan poco amistosos para la mayoría a día de hoy.


(*) Un blip es un punto de luz en la pantalla de un radar o sonar que  indica la posición de un objeto detectado, por ejemplo, un avión o un submarino.

Protesta anti drone en Pakistán, donde sufren ataques ilegales de EEUU, con cientos de bajas inocentes entre la población civil.

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