Escribe Marcelo Espiñeira.
Podríamos decir que con paciencia y coordinación el grupo armado ISIS ha ido arrastrando a la mayoría de las grandes naciones hasta la antesala misma de un nuevo conflicto mundial. Así, el derribo de una aeronave comercial rusa en Egipto en noviembre pasado, los cruentos atentados en las calles de Paris o el tiroteo en San Bernardino (EEUU) de hace escasos días atrás, se suman a una larguísima lista de agresiones contra civiles inocentes en diversos países africanos o del convulsionado Oriente medio. Toma de rehenes en hoteles de lujo, matanzas en centros comerciales o coches bomba en atestadas calles céntricas, son técnicas habituales del grupo criminal organizado más letal de la historia.
Entonces ¿cómo contrarrestar la constante agresión de ISIS? Es indudable que esta respuesta es complicada, porque equivocarse encarnaría el temible riesgo de diseminar más aun un conflicto que amenaza con internacionalizarse sin remedio alguno. Por este motivo, la inteligencia y la sutileza deberían imponerse como las mejores consejeras en un caso tan delicado. Relacionar sin matices al culto islámico con este grupo terrorista es un error muy grave. ISIS es antes que nada un ejército militar que agrede a ciudadanos inocentes y no distingue entre la religión de sus víctimas a la hora de asesinar. Entre los muertos de Paris había ciudadanos musulmanes que estaban disfrutando de un rato de ocio cuando fueron tiroteados. Aquellos políticos occidentales que busquen establecer barreras culturales entre las diferentes comunidades religiosas, se equivocarán y fomentarán el auge de la locura que propone ISIS.
La islamofobia será la aliada número uno del crecimiento de ISIS y es necesario que todos lo sepamos de antemano. Es impensable que el gobierno francés no tome represalias militares en territorio sirio luego de haber sufrido los atentados, los 130 muertos inocentes le dan la razón. Es factible que sus ataques contra Rakka, capital del autoproclamado Estado Islámico, golpeen el corazón del agresor y lo debilite. Sin embargo, no habrá que perder de vista que este enemigo sabe reproducirse a escala planetaria como un verdadero virus informático a través de su sofisticada propaganda en Internet. Millones de videos promocionales y otros tantos perfiles en redes sociales han dinamizado un discurso victimista y revanchista entre las segundas generaciones de ciudadanos árabes nacidos en Europa o África. De por sí, un colectivo bastante incomprendido por propios y ajenos, presa fácil del elevado paro juvenil en la UE y con una indefinición cultural o identitaria que se potencia demasiado entre la población adolescente. Sabemos donde puede pescar ISIS a sus nuevos lobos solitarios o células organizadas. Para evitar su propagación no bastará con bombardear sus reductos en Siria, Irak o Afghanistán y seguramente habrá que hacer mucho más entre los pobres ciudadanos europeos.
Podríamos decir que con paciencia y coordinación el grupo armado ISIS ha ido arrastrando a la mayoría de las grandes naciones hasta la antesala misma de un nuevo conflicto mundial. Así, el derribo de una aeronave comercial rusa en Egipto en noviembre pasado, los cruentos atentados en las calles de Paris o el tiroteo en San Bernardino (EEUU) de hace escasos días atrás, se suman a una larguísima lista de agresiones contra civiles inocentes en diversos países africanos o del convulsionado Oriente medio. Toma de rehenes en hoteles de lujo, matanzas en centros comerciales o coches bomba en atestadas calles céntricas, son técnicas habituales del grupo criminal organizado más letal de la historia.
Entonces ¿cómo contrarrestar la constante agresión de ISIS? Es indudable que esta respuesta es complicada, porque equivocarse encarnaría el temible riesgo de diseminar más aun un conflicto que amenaza con internacionalizarse sin remedio alguno. Por este motivo, la inteligencia y la sutileza deberían imponerse como las mejores consejeras en un caso tan delicado. Relacionar sin matices al culto islámico con este grupo terrorista es un error muy grave. ISIS es antes que nada un ejército militar que agrede a ciudadanos inocentes y no distingue entre la religión de sus víctimas a la hora de asesinar. Entre los muertos de Paris había ciudadanos musulmanes que estaban disfrutando de un rato de ocio cuando fueron tiroteados. Aquellos políticos occidentales que busquen establecer barreras culturales entre las diferentes comunidades religiosas, se equivocarán y fomentarán el auge de la locura que propone ISIS.
La islamofobia será la aliada número uno del crecimiento de ISIS y es necesario que todos lo sepamos de antemano. Es impensable que el gobierno francés no tome represalias militares en territorio sirio luego de haber sufrido los atentados, los 130 muertos inocentes le dan la razón. Es factible que sus ataques contra Rakka, capital del autoproclamado Estado Islámico, golpeen el corazón del agresor y lo debilite. Sin embargo, no habrá que perder de vista que este enemigo sabe reproducirse a escala planetaria como un verdadero virus informático a través de su sofisticada propaganda en Internet. Millones de videos promocionales y otros tantos perfiles en redes sociales han dinamizado un discurso victimista y revanchista entre las segundas generaciones de ciudadanos árabes nacidos en Europa o África. De por sí, un colectivo bastante incomprendido por propios y ajenos, presa fácil del elevado paro juvenil en la UE y con una indefinición cultural o identitaria que se potencia demasiado entre la población adolescente. Sabemos donde puede pescar ISIS a sus nuevos lobos solitarios o células organizadas. Para evitar su propagación no bastará con bombardear sus reductos en Siria, Irak o Afghanistán y seguramente habrá que hacer mucho más entre los pobres ciudadanos europeos.
Comentarios
Publicar un comentario