Ante las cámaras de los medios norteamericanos más relevantes, el fundador de Facebook anunció que realizaría un gesto altruista sin precedentes donando el 99% de su fortuna personal. Teniendo en cuenta que las acciones de la compañía en poder de Mark Zuckerberg están valoradas en algo más de 41.200 millones de euros, dicho anuncio no podía pasar desapercibido y acabó siendo portada en la prensa del mundo entero. Lo que pocos sospechaban en aquel momento, es que Zuckerberg no estaba creando fundación benéfica alguna con su dinero, y más bien todo lo contrario, lo que estaba haciendo era crear una sociedad de responsabilidad limitada, que no es otra cosa que un simple vehículo de inversión, como si pasara su dinero de un bolsillo a otro de su tejano.
Pero ¿cuál es el beneficio real del astuto gurú informático con toda esta maniobra publicitaria? En líneas generales y por el carácter del propio negocio que representa, Facebook siempre ha precisado de grandes anuncios de este tipo para generar expectativa positiva en el mercado de valores. Si la imagen de un Zuckerberg benefactor se proyecta en todo el mundo, las acciones de la compañía cotizarán al alza. Con los títulos apreciados, el multimillonario puede hacer sus donaciones a la caridad y obtener una deducción impositiva superior que compensaría ostensiblemente la venta de acciones por las que deberá tributar ganancias como cualquier otro. No es ninguna novedad que Facebook se ha hecho grande a base de eludir el pago de impuestos. En 2014, la compañía abonó menos de 5.000 libras al fisco británico por impuesto de sociedades porque presentó unas cuentas con pérdidas de 28,5 millones, al tiempo que repartió 35 millones entre sus 362 empleados de su sede londinense en concepto de salarios y bonus.
¿Cómo puede permitirse semejante desbarajuste contable a una multinacional como esta? Pues, seguramente porque Zuckerberg sabrá elegir bien a los receptores de sus generosas donaciones. El timo es millonario y pone en evidencia el pésimo encaje fiscal de los gigantes de internet. Esto no significa que una persona talentosa no pueda hacerse millonaria con un buen negocio como Facebook, se trata de que lo haga sin hacer trampas a todos los demás. Es bien conocido que muchos empresarios de Palo Alto manejan un concepto libertario del marco fiscal y esta treta de Zuckerberg lo confirma. El prefiere donar a quién y a dónde se le antoje una millonada antes que pagar esa misma suma en impuestos siguiendo las reglas aplicadas a la mayoría de las empresas menos influyentes que su red social. Tal vez deberíamos preguntarnos mejor qué es lo que estamos aplaudiendo cuando un multimillonario dueño de nuestra intimidad realiza un anuncio tan truculento como el que hiciera Zuckerberg.
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