Escribe Marcelo Espiñeira.
La Unión Europea acaba de firmar un polémico tratado con el gobierno turco de Recep Erdogan. En el mismo se otorga el derecho de expulsar en caliente a todos los extranjeros que lleguen a las costas griegas de manera irregular, inclusive a los sirios, y enviarlos de vuelta a territorio turco. A cambio se compromete a traer desde Turquía una cantidad de refugiados equivalente a los expulsados, permitir que los ciudadanos turcos ingresen en Europa sin visado y aumentar los 3.000 millones de euros de provisión para que el gobierno turco atienda los campos de refugiados.
El tratado también incluye un paso adelante definitivo para que Turquía se adhiera a la Unión Europea en la brevedad. Según la canciller Angela Merkel se ha conseguido que el asilo sea solicitado antes de ingresar a territorio europeo que según ella era el principal objetivo de estas negociaciones. Lo cierto es que Europa con este acuerdo tercerizará la gestión de los refugiados sirios en los servicios de la ahora “contratada” gendarmería turca. Un dudoso método para blindar la frontera mediterránea de la gran crisis humanitaria que azota a los sirios y que confirma el descalabro político en que se encuentra la UE a 23 años de su fundación.
¿Puede un proyecto político solidario desviarse absolutamente de su eje y transformarse en la trinchera de un sector acomodado de la sociedad? Pues es eso lo que estamos viendo en Europa. Desde el gobierno de la unión de países que pretende ser algo así como el barrio pijo del mundo, últimamente se ha reaccionado con desdén ante las desgracias propias y ajenas. Tras la crisis financiera de 2008 y ante el aumento exponencial de la pobreza entre la propia clase trabajadora local, la clase política implantó la austeridad económica que acabó aumentando la brecha entre ricos y pobres. La desigualdad social marca hoy mismo al continente donde se produce las mayores riquezas. Es decir, los poderosos europeos intentan blindar su belle epoque particular a costa del esfuerzo de una amplia base de la pirámide social. Respecto a los desgraciados no europeos, hemos visto como se les ha levantado muros que no existían o alambradas con cuchillas cortantes, se ha gaseado impunemente a familias enteras o simplemente abandonado a su suerte en caminos nevados. A aquellos que consiguieron superar tantas adversidades también se les ha confiscado sus pertenencias o se les ha otorgado un status alejado de cualquier posible desarrollo personal. El mensaje sería: “ni te acerques a Europa, no eres bienvenido”.
Ahora, para evitar el bochornoso espectáculo en territorio propio, se contrata al gobierno turco como encargado del trabajo sucio, a cambio de un provisional carnet de entrada a este exclusivo club elitista que cierto lobby en Bruselas sueña como destino final para Europa.
La Unión Europea acaba de firmar un polémico tratado con el gobierno turco de Recep Erdogan. En el mismo se otorga el derecho de expulsar en caliente a todos los extranjeros que lleguen a las costas griegas de manera irregular, inclusive a los sirios, y enviarlos de vuelta a territorio turco. A cambio se compromete a traer desde Turquía una cantidad de refugiados equivalente a los expulsados, permitir que los ciudadanos turcos ingresen en Europa sin visado y aumentar los 3.000 millones de euros de provisión para que el gobierno turco atienda los campos de refugiados.
El tratado también incluye un paso adelante definitivo para que Turquía se adhiera a la Unión Europea en la brevedad. Según la canciller Angela Merkel se ha conseguido que el asilo sea solicitado antes de ingresar a territorio europeo que según ella era el principal objetivo de estas negociaciones. Lo cierto es que Europa con este acuerdo tercerizará la gestión de los refugiados sirios en los servicios de la ahora “contratada” gendarmería turca. Un dudoso método para blindar la frontera mediterránea de la gran crisis humanitaria que azota a los sirios y que confirma el descalabro político en que se encuentra la UE a 23 años de su fundación.
Refugiados de origen sirio en un asentamiento en territorio turco. |
Ahora, para evitar el bochornoso espectáculo en territorio propio, se contrata al gobierno turco como encargado del trabajo sucio, a cambio de un provisional carnet de entrada a este exclusivo club elitista que cierto lobby en Bruselas sueña como destino final para Europa.
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