El próximo 1º de julio se producirá el estreno del filme “El hombre de al lado”, notable ejercicio formal de la dupla de directores argentinos Gastón Duprat (Bahía Blanca, 1969) y Mariano Cohn (Villa Ballester, 1975).
Precedida por experiencias en común tales como el muy recomendable largometraje “El artista” (2009), “El hombre de al lado” es la obra madura de dos jóvenes cineastas, acostumbrados a encontrar petróleo en anécdotas realmente muy simples.
Dos vecinos, una pared y el conflicto. De estos tres elementos surgirá una tensión con la suficiente fuerza como para mantenernos expectantes durante los cien minutos que dura la cinta.
La historia confronta a dos personajes, en apariencia opuestos, y los va entrecruzando en situaciones perfectamente alternadas entre lo cómico, lo trágico o lo simplemente curioso.
Leonardo (Rafael Spregelburd), un diseñador industrial exitoso, polígloto, snob y soberbio, vive con su mujer y su hija preadolescente en una
casa famosa de la ciudad porteña de La Plata diseñada por el venerado arquitecto suizo Le Corbusier. Entretanto, en la casa de al lado vive Víctor (Daniel Araoz), un aparente vendedor de autos de ocasión, rudo e irónico, parco y misterioso. Cuando este último decide abrir una ventana hacia el interior de la vivienda "para atrapar unos rayitos de sol", vulnerando la intimidad de su vecino y alterando aspectos del diseño arquitectónico del edificio, se inicia una inevitable historia de fricciones que desenmascara los prejuicios hacia los estereotipos.
Los perfiles psicológicos de los personajes son hasta la vastedad simbólicos. Leonardo es la encarnación del éxito profesional plagado de prepotencia, mentiroso, manipulable, sometido al control de una mujer dominante y no menos detestable. Pero sus formas no dejan de ser reales, cuasi creíbles, encarnación de miles de ciudadanos del mundo que tropiezan con el éxito y la fortuna.
Víctor, quien se mueve en una frontera entre la amabilidad y la intimidación, entre el desprendimiento y un rastro de locura o perversión.
La historia se tiñe de patetismo, gracias a un guión que resalta los elementos trágicos o de amenaza, a través de una comicidad aparente en las situaciones y los diálogos. Desprecio y temor, se mezclan en la trama de un humorismo solapado, que se sirve de la palabra como insustituible medio de reflexión e inflexión.
Para el desenlace, los autores nos reservan un giro inesperado, o acaso no, que terminará poniendo en su lugar una historia que funciona como inevitable disparador de preguntas. Algunas simples, otras siniestras.
Una entrevista de
Marcelo Espiñeira.
La película es una historia de gran riqueza que ofrece diferentes lecturas aunque esté basada en una anécdota muy puntual, realmente incómoda entre dos vecinos. Te ha tocado vivir algo similar en la vida real?
GASTON DUPRAT: El guión de la película, escrito por mi hermano Andrés (Duprat), está basado en un caso real, pero por supuesto que está novelado. Es una historia que desde una anécdota muy sencilla cuenta sobre temas más profundos y generales que lo parece a simple vista.
Luego del estreno nos hemos dado cuenta que todo el mundo en mayor o menor medida ha tenido un problema con algún vecino, así que nuestras ciudades están llenas de historias de vecinos en las que tienes que resolver tu mismo. Donde no sirve llamar ni a la policía, ni a la justicia. A tu vecino lo tendrás conviviendo siempre a un metro de distancia, por eso la intensidad de estas historias.
El filme deja bien claro que hay ciertas situaciones que no deberían solucionarse por la vía judicial. Y rescata el tema de la falta de empatía hacia el otro, el desprecio hacia el diferente. Supongo que han querido remarcar esta cuestión en particular.
Uno de los temas centrales de la película es el miedo a lo distinto. Un tema que es universal, lamentablemente. Todo el mundo prefiere vincularse con gente afín o parecida culturalmente. Nuestro filme muestra un choque de culturas irreconciliable entre un diseñador industrial muy sofisticado y un hombre de barrio más simple. Quedan evidentes las diferencias de comunicación, el miedo a lo distinto y la verdadera ideología de la gente a pesar de lo que ellos creen ser.
Se exhibe también un profundo vacío en cierto discurso snob de uno de los protagonistas. Algo que ya habían denunciado en "El artista" anteriormente. Se sienten particularmente atraídos por este tema?
Es el retrato de un mundo que conocemos y al que pertenecemos. Nosotros no podríamos hacer una película sobre cárceles, por ejemplo. Digamos que retratamos un mundo que nos resulta cercano y afín, y tampoco se trata de mostrar miserias humanas o exacerbar la crítica. Creo que en todos los sectores hay contradicciones, y a nosotros nos gusta exhibirlas en nuestro cine para establecer preguntas y no estamos tan interesados en las respuestas. Esta es la idea, no planteamos ni buenos, ni malos, ni esas cuestiones maniqueas que suelen abundar en el cine. Todo es más contradictorio y más velado.
Otro aspecto positivo es la universalidad de la historia. Cuéntame si les causó problemas este tema durante el rodaje.
No, no ha sido adrede. Es una película muy pequeña, muy autoral, que a pesar de todas las contras tuvo mucho éxito en Argentina, también en todos los países donde se ha estrenado. Digamos que tuvo muy buena venta internacional. Y ha resultado una bisagra para el cine argentino, porque después de muchos años se ha demostrado que el éxito comercial de una película no necesariamente debe estar atado a la inclusión de actores famosos en el cartel o que necesite una gran campaña publicitaria en la televisión. Es el primer filme en mucho tiempo con éxito comercial y sin estar en una cara famosa de la tele. Hasta ahora funcionaba el dogma de esta cosa vacía de tener un famoso porque sí. La misma temporada se estrenaron otras películas con actores muy famosos y les han ido muy mal.
Es este un buen momento para filmar películas en Argentina?
Siempre es difícil filmar una película. Sin embargo tenemos un Instituto de Cine Argentino que apoya la realización de muchísimas producciones. Lo complicado sigue siendo hacer buen cine y que guste, no es tanto el tema de conseguir inversores. El desafío mayor siempre es el artístico, es bien complejo y nunca se termina de aprender.
Sin embargo, intuyo que el éxito en Sundance y otros festivales les ha abierto muchas más posibilidades para poder filmar vuestra nueva producción de reciente estreno en Argentina.
Sí, ayuda lo de ganar premios, pero hay otras películas muy premiadas y que no las va a ver nadie. Eso también hemos logrado vencerlo. Aquello de la película para festivales que sólo termina viendo la familia del director, en el caso de "El hombre de al lado" se rompió también. El apoyo del público nos puso muy contentos, porque si bien nuestro cine tiene cierta sofisticación, tenemos nuestras aspiraciones populares.
Un punto muy fuerte de "El hombre de al lado" es su constante juego psicológico con el espectador. La película tiene un tono gracioso muy interesante, pero sobre todo de suspenso.
Sí, es una película que interpela al espectador, que lo hace tomar partido todo el tiempo. Donde uno se siente identificado con un personaje en una determinada escena, y luego con el otro en la escena siguiente. Uno suele pasar su afecto de un personaje al otro, y esto hace que se deba estar muy activo viendo la cinta. Esto sí que era buscado por nosotros, que la película se viviera con intensidad.
El actor Daniel Araoz en una escena de "El hombre de al lado". |
Qué autores contemporáneos te interesan?
A mi me gusta el cine industrial, no me gusta el cine de autor. Me gustan Almodovar y Tarantino.
Conoces bien el medio televisivo argentino. Dinos si notas cambios sustanciales en el sector luego de la sanción de la nueva Ley de Medios?
No estoy tan interiorizado, pero creo que todo cambio siempre es bueno. Sin embargo no creo que existan buenos ejemplos de televisión pública o estatal en Argentina. Así que el Estado disponga de muchísimos más canales, no da la seguridad de que vayan a mejorar demasiado el medio. Igual me gusta que se renueven las cosas, que circule y a ese nivel me parece positivo. Pero desconfío de las tutelas del Estado para las cuestiones artísticas. Hay demasiadas respuestas fallidas en la televisión, los canales culturales son demagógicos, nadie sabe bien que es la comunicación audiovisual. La televisión oficial no es buena en ningún lado. Sí que hay programas pedagógicos o muy condescendientes con el público, pero que a mi no me gustan.
Cuéntanos por qué trabajas siempre en dupla con Mariano Cohn.
Somos amigos desde hace tiempo y siempre hemos encarado la creación juntos. En el cine hay trabajo para dos, eso es seguro porque es una tarea abrumadora. Nos entendemos bien, creemos que la discusión entre los dos termina siendo un gran aporte para lo que filmamos. Y mientras sigamos sintiendo esto, seguiremos funcionando así, que no es ni mejor, ni peor. No es una cuestión de que cuantos más directores, mejor producto… (se ríe). Pero, en este caso estamos muy cómodos trabajando en dupla.
Qué me puedes adelantar de vuestro nuevo largometraje "Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo"?
Es una película protagonizada por Eusebio Poncela, Emilio Disi y Darío Lopilato. Está filmada en lugares bastante insólitos, en Marruecos, Paris, Argentina, Cuba. Tiene muchas locaciones, muchas épocas de tiempo. Es una historia muy ambiciosa de corte fantástico. Me gusta mucho como ha quedado, es muy intensa, muy divertida, y es un retrato de un hombre común, un tipo gris que un día acepta una propuesta de un ser con poderes sobrenaturales. Acepta un trato por el cual vivirá nuevamente su pasado, revivirá su juventud pero con la cabeza de hombre viejo. En el camino intentará enmendar errores, sacar ventajas, y todo esto a cambio de un millón de dólares. Nuestro hombrecillo acepta pensando en que le irá bien, que conocer el pasado de antemano le servirá para tomar beneficios, pero finalmente no todo resulta tan sencillo como parecía.
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