Escribe Marcelo Espiñeira.
En noviembre de 2011, Repsol anunciaba oficialmente que sus exploraciones habían dado con una descomunal reserva de gas y petróleo, que pasaba a triplicar el volúmen de la que esta compañía ya disponía a nivel mundial. Tan importante hallazgo fue concretado en un yacimiento rocoso conocido como “Vaca Muerta”, una enorme superficie semidesértica que abarca territorios de las provincias argentinas de Neuquén y Mendoza, y que a partir de entonces se ha transformado de gran extensión de piedra inútil a irresistible miel para las abejas.
Prehistoria argentina
Se debe repasar un poco la historia reciente argentina, para intentar comprender cómo y por qué el gobierno de Cristina Kirchner ha decidido expropiar la compañía YPF (y el consabido tesoro de Vaca Muerta) a la petrolera Repsol.
Con el arribo de la década de los noventa, se produce el ascenso a la presidencia argentina del político peronista Carlos Menem; quien llegó al poder cargado de ideas neoliberales, las cuales se encargó de llevar adelante su famoso ministro de Hacienda, Domingo Cavallo. Este funcionario acometió una fabulosa ola de privatizaciones del sobredimensionado e ineficiente Estado que administraba. Entre los grandes y poco cristalinos negocios que acordó con diferentes firmas europeas o americanas, destacó la venta de la petrolera estatal, la empresa que hoy figura en boca de todos los españoles y argentinos al mismo tiempo: YPF.
La española Repsol adquirió casi la totalidad de las acciones de YPF en 1999, por la friolera de 16.000 millones de dólares. Operación que posicionó a esta empresa entre las mejores quince del sector energético a nivel mundial y que contó con el beneplácito de la gran mayoría de los diputados argentinos del momento (entre quienes figuraba el matrimonio Kirchner).
A su vez, poco faltaría para que el trístemente “corralito” estrangulara los ahorros de los argentinos y sumiera al país en el default o cesación de pagos. Una crisis económica terminal de la cual Argentina comenzó a salir lentamente bajo la presidencia del peronista Eduardo Duhalde (quien gobernó más de un año sin ganar elección alguna) hasta que el patagónico Nestor Kirchner se convirtiera en su sucesor (con el 22% de los votos) y el apoyo decisivo del mismísimo presidente saliente, Duhalde.
Objetivo YPF
A grandes rasgos, el pragmático Nestor Kirchner se concentró durante sus primeros años de gobierno en acumular todo el poder que estuviera a su alcance. No dudó un instante en acometer contra los que consideraba sus enemigos y sutilmente instaló a la sociedad argentina en una peligrosa dicotomía entre los que lo apoyaban y los que no. Basándose en el respeto o el miedo que infundió su gestión, se debe admitir que consiguió reordenar fiscalmente al país, y dentro de esta política concibió un plan para reconquistar el control estatal de la petrolera YPF.
En 2005, el espíritu beligerante de Nestor Kirchner se desató en el plano internacional luego de pagar parte de la deuda externa que Argentina mantenía con los tenedores de bonos y el FMI. A partir de allí, su acercamiento con el chavismo venezolano se hizo evidente, con el consecuente influjo de seudopatriotismo que estos movimientos populistas gustan fomentar en sus votantes. Dentro de la doctrina de Hugo Chávez figura la expropiación de compañías privadas extranjeras y la Exxon americana bien sabe del tema. Posiblemente por esto, a finales de 2007, Brufau (presidente de Repsol) aceptó financiar la compra del 25% de las acciones de la petrolera YPF a manos del grupo empresarial Petersen, propiedad del argentino Enrique Eskenazi (amigo cercano al matrimonio Kirchner).
Con esta movida estratégica, el gobierno de Kirchner se metió de pleno nuevamente en la compañía petrolera, al punto de llegar a jactarse ambas partes (Repsol y los K) de mantener una relación de negocios idílica.
Cristina y Eskenazi
Al tiempo que Eskenazi se hacía con una tajada del pastel energético en las condiciones financieras que todos soñaríamos, la señora Cristina Fernández de Kirchner ganaba sus primeras elecciones a la presidencia argentina con una abrumadora mayoría en las urnas. Aunque a partir de 2008, su marido Nestor sería señalado como el verdadero poder en las sombras de su país.
El primer gobierno de Cristina se caracterizó por exacerbar el asedio a la prensa opositora (periódicos La Nación y Clarín), recuperar los juicios a los militares de la dictadura de los años setenta, acentuar la política de subsidios entre la población y ajustar al máximo la recaudación fiscal en sectores clave como la cosecha de la soja o la exportación de materias primas. Argentina siguió siendo un país con acceso negado a las líneas de financiación tradicionales en el mercado internacional y con una feroz presión sindical en el mercado interno que se tradujo en niveles de inflación perturbadores. El nuevo crecimiento de la actividad económica cercano al 10% anual forzaba un impostergable rediseño del abastecimiento energético. El retraso en infraestructuras se combinó de manera peligrosa con el resurgir del consumo y no tardaron en aparecer los primeros roces con los “españoles” de Repsol.
En este punto hay que distinguir entre el discurso de los Kirchner sostenido hacia los empresarios como Brufau (de neto corte negociador) y el que siempre mantuvieron de cara a su electorado (rompedor y victimista). Importante matiz para comprender porque los Kirchner consiguieron hacer buenos negocios al tiempo que vendían su imagen de guardianes de la soberanía.
Cuando Cristina comenzó a cargar contra el nuevo enemigo denominado “Repsol” culpándolo de la habitual falta de carburantes en las gasolineras del conurbano bonaerense, Brufau y los suyos debieron comenzar a creerse el final del idilio con los gobernantes del sur. Situación que pareció precipitarse con la muerte de Nestor Kirchner y el repentino enfriamiento de las relaciones de la presidenta con el grupo de Eskenazi. Factor que añadido al acercamiento que tuvo con los Bulgheroni (copropietarios de la segunda petrolera argentina: Bridas), indicaba que tarde o temprano se produciría un rompimiento en el status quo del petróleo argentino.
Sinopec en Chinamérica
Al nombrar a Bridas de los Bulgheroni, hemos invitado a escena a los socios de la petrolera china SINOPEC. Gigante oriental de los hidrocarburos con millonarias inversiones en Asia, Africa y Latinoamérica, además de rivales económicos (en teoría) de la también china y estatal CNCP, principal socio internacional en el accionariado de la venezolana PDVSA que administra el chavismo con muy discutible olfato para los negocios.
Un mundo aparte, el de las petroleras, que garantiza el poder eterno a algunos gobernantes, conforma lobbies poderosísimos en países democráticos y son el instrumento fundamental de penetración para una potencia en expansión imparable como lo es la China del siglo XXI.
La aparición de un yacimiento tan grande (de casi 30.000 km2) como el de Vaca Muerta, abrió los ojos de todo el mundo y en especial los rasgados del presidente Hu Jintao. El gobierno chino conoce de cerca la sed insaciable de hidrocarburos que padece su país, devenido en la gran factoría mundial. Por este motivo, ni se ha inmutado cuando EEUU impulsó el bloqueo contra Irán, donde las compañías chinas ya no tienen competencia de los europeos en el negocio de la extracción de crudo. China necesita abastecerse de petróleo y no duda en apoyar a sus compañías allí donde haga falta y lo hace de manera contundente (a través de su uniforme diplomacia y la disposición de créditos imbatibles).
El desenlace de los acontecimientos de la reciente expropiación de YPF por parte del gobierno argentino dan indicios en este sentido. El interés chino podría ser el eje de esta maniobra.
Brufau se cubre diciendo que los chinos ya le habían ofertado a Repsol unos 15.000 millones de euros por la compra de YPF. Cristina sabe que por la vía elegida recientemente, es difícil que la obliguen a pagar lo que realmente valen las acciones de la petrolera expropiada . Al tiempo que ha convertido al Estado argentino en el socio máximo de quien finalmente invierta en la extracción del yacimiento de Vaca Muerta. Mientras tanto, España sufre su pésima posición internacional actual y poco apoyo ha cosechado con sus gestiones diplomáticas posteriores a la pérdida de YPF. La imagen de la Argentina sale resentida una vez más, apareciendo como un pésimo pagador y eternizando su divorcio con el sistema financiero internacional. Pero poco importa en la volátil lógica de los mercados que rige hoy día nuestras vidas. La vida continúa, el petróleo que queda se disputa, el populismo arrecia y la legalidad se tambalea.
En noviembre de 2011, Repsol anunciaba oficialmente que sus exploraciones habían dado con una descomunal reserva de gas y petróleo, que pasaba a triplicar el volúmen de la que esta compañía ya disponía a nivel mundial. Tan importante hallazgo fue concretado en un yacimiento rocoso conocido como “Vaca Muerta”, una enorme superficie semidesértica que abarca territorios de las provincias argentinas de Neuquén y Mendoza, y que a partir de entonces se ha transformado de gran extensión de piedra inútil a irresistible miel para las abejas.
Prehistoria argentina
Se debe repasar un poco la historia reciente argentina, para intentar comprender cómo y por qué el gobierno de Cristina Kirchner ha decidido expropiar la compañía YPF (y el consabido tesoro de Vaca Muerta) a la petrolera Repsol.
Con el arribo de la década de los noventa, se produce el ascenso a la presidencia argentina del político peronista Carlos Menem; quien llegó al poder cargado de ideas neoliberales, las cuales se encargó de llevar adelante su famoso ministro de Hacienda, Domingo Cavallo. Este funcionario acometió una fabulosa ola de privatizaciones del sobredimensionado e ineficiente Estado que administraba. Entre los grandes y poco cristalinos negocios que acordó con diferentes firmas europeas o americanas, destacó la venta de la petrolera estatal, la empresa que hoy figura en boca de todos los españoles y argentinos al mismo tiempo: YPF.
La española Repsol adquirió casi la totalidad de las acciones de YPF en 1999, por la friolera de 16.000 millones de dólares. Operación que posicionó a esta empresa entre las mejores quince del sector energético a nivel mundial y que contó con el beneplácito de la gran mayoría de los diputados argentinos del momento (entre quienes figuraba el matrimonio Kirchner).
A su vez, poco faltaría para que el trístemente “corralito” estrangulara los ahorros de los argentinos y sumiera al país en el default o cesación de pagos. Una crisis económica terminal de la cual Argentina comenzó a salir lentamente bajo la presidencia del peronista Eduardo Duhalde (quien gobernó más de un año sin ganar elección alguna) hasta que el patagónico Nestor Kirchner se convirtiera en su sucesor (con el 22% de los votos) y el apoyo decisivo del mismísimo presidente saliente, Duhalde.
La presidenta argentina Cristina Kirchner en plena oratoria ante una multitud reunida en un estadio de fútbol. |
Objetivo YPF
A grandes rasgos, el pragmático Nestor Kirchner se concentró durante sus primeros años de gobierno en acumular todo el poder que estuviera a su alcance. No dudó un instante en acometer contra los que consideraba sus enemigos y sutilmente instaló a la sociedad argentina en una peligrosa dicotomía entre los que lo apoyaban y los que no. Basándose en el respeto o el miedo que infundió su gestión, se debe admitir que consiguió reordenar fiscalmente al país, y dentro de esta política concibió un plan para reconquistar el control estatal de la petrolera YPF.
En 2005, el espíritu beligerante de Nestor Kirchner se desató en el plano internacional luego de pagar parte de la deuda externa que Argentina mantenía con los tenedores de bonos y el FMI. A partir de allí, su acercamiento con el chavismo venezolano se hizo evidente, con el consecuente influjo de seudopatriotismo que estos movimientos populistas gustan fomentar en sus votantes. Dentro de la doctrina de Hugo Chávez figura la expropiación de compañías privadas extranjeras y la Exxon americana bien sabe del tema. Posiblemente por esto, a finales de 2007, Brufau (presidente de Repsol) aceptó financiar la compra del 25% de las acciones de la petrolera YPF a manos del grupo empresarial Petersen, propiedad del argentino Enrique Eskenazi (amigo cercano al matrimonio Kirchner).
Con esta movida estratégica, el gobierno de Kirchner se metió de pleno nuevamente en la compañía petrolera, al punto de llegar a jactarse ambas partes (Repsol y los K) de mantener una relación de negocios idílica.
Cristina Fernández de Kirchner estrechando la mano del presidente chino Hu Jintao. |
Cristina y Eskenazi
Al tiempo que Eskenazi se hacía con una tajada del pastel energético en las condiciones financieras que todos soñaríamos, la señora Cristina Fernández de Kirchner ganaba sus primeras elecciones a la presidencia argentina con una abrumadora mayoría en las urnas. Aunque a partir de 2008, su marido Nestor sería señalado como el verdadero poder en las sombras de su país.
El primer gobierno de Cristina se caracterizó por exacerbar el asedio a la prensa opositora (periódicos La Nación y Clarín), recuperar los juicios a los militares de la dictadura de los años setenta, acentuar la política de subsidios entre la población y ajustar al máximo la recaudación fiscal en sectores clave como la cosecha de la soja o la exportación de materias primas. Argentina siguió siendo un país con acceso negado a las líneas de financiación tradicionales en el mercado internacional y con una feroz presión sindical en el mercado interno que se tradujo en niveles de inflación perturbadores. El nuevo crecimiento de la actividad económica cercano al 10% anual forzaba un impostergable rediseño del abastecimiento energético. El retraso en infraestructuras se combinó de manera peligrosa con el resurgir del consumo y no tardaron en aparecer los primeros roces con los “españoles” de Repsol.
En este punto hay que distinguir entre el discurso de los Kirchner sostenido hacia los empresarios como Brufau (de neto corte negociador) y el que siempre mantuvieron de cara a su electorado (rompedor y victimista). Importante matiz para comprender porque los Kirchner consiguieron hacer buenos negocios al tiempo que vendían su imagen de guardianes de la soberanía.
Cuando Cristina comenzó a cargar contra el nuevo enemigo denominado “Repsol” culpándolo de la habitual falta de carburantes en las gasolineras del conurbano bonaerense, Brufau y los suyos debieron comenzar a creerse el final del idilio con los gobernantes del sur. Situación que pareció precipitarse con la muerte de Nestor Kirchner y el repentino enfriamiento de las relaciones de la presidenta con el grupo de Eskenazi. Factor que añadido al acercamiento que tuvo con los Bulgheroni (copropietarios de la segunda petrolera argentina: Bridas), indicaba que tarde o temprano se produciría un rompimiento en el status quo del petróleo argentino.
Extracción de crudo en una área semidesértica de Neuquén (Argentina). |
Sinopec en Chinamérica
Al nombrar a Bridas de los Bulgheroni, hemos invitado a escena a los socios de la petrolera china SINOPEC. Gigante oriental de los hidrocarburos con millonarias inversiones en Asia, Africa y Latinoamérica, además de rivales económicos (en teoría) de la también china y estatal CNCP, principal socio internacional en el accionariado de la venezolana PDVSA que administra el chavismo con muy discutible olfato para los negocios.
Un mundo aparte, el de las petroleras, que garantiza el poder eterno a algunos gobernantes, conforma lobbies poderosísimos en países democráticos y son el instrumento fundamental de penetración para una potencia en expansión imparable como lo es la China del siglo XXI.
La aparición de un yacimiento tan grande (de casi 30.000 km2) como el de Vaca Muerta, abrió los ojos de todo el mundo y en especial los rasgados del presidente Hu Jintao. El gobierno chino conoce de cerca la sed insaciable de hidrocarburos que padece su país, devenido en la gran factoría mundial. Por este motivo, ni se ha inmutado cuando EEUU impulsó el bloqueo contra Irán, donde las compañías chinas ya no tienen competencia de los europeos en el negocio de la extracción de crudo. China necesita abastecerse de petróleo y no duda en apoyar a sus compañías allí donde haga falta y lo hace de manera contundente (a través de su uniforme diplomacia y la disposición de créditos imbatibles).
El desenlace de los acontecimientos de la reciente expropiación de YPF por parte del gobierno argentino dan indicios en este sentido. El interés chino podría ser el eje de esta maniobra.
Brufau se cubre diciendo que los chinos ya le habían ofertado a Repsol unos 15.000 millones de euros por la compra de YPF. Cristina sabe que por la vía elegida recientemente, es difícil que la obliguen a pagar lo que realmente valen las acciones de la petrolera expropiada . Al tiempo que ha convertido al Estado argentino en el socio máximo de quien finalmente invierta en la extracción del yacimiento de Vaca Muerta. Mientras tanto, España sufre su pésima posición internacional actual y poco apoyo ha cosechado con sus gestiones diplomáticas posteriores a la pérdida de YPF. La imagen de la Argentina sale resentida una vez más, apareciendo como un pésimo pagador y eternizando su divorcio con el sistema financiero internacional. Pero poco importa en la volátil lógica de los mercados que rige hoy día nuestras vidas. La vida continúa, el petróleo que queda se disputa, el populismo arrecia y la legalidad se tambalea.
Fuertes convenios comerciales se han firmado recientemente entre chinos y argentinos. |
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