Escribe Marcelo Espiñeira.
La historia del septuagenario Mulatu Astatke (Jimma, 1943) tiene algún punto de contacto con aquella de los excelentes músicos cubanos rescatados por el norteamericano Ry Cooder en el Buena Vista Social Club.
Este etíope vibrafonista fue de los primeros en su país con la posibilidad de estudiar en Inglaterra y en la Berklee americana. Así, un joven Mulatu que pintaba para químico, terminó cruzándose con la música y el jazz en particular. El romance fue inmediato y duradero. De regreso a África, Astatke desarrolló una notable producción en lo artístico, fusionando el jazz americano con el folk etíope y sabores latinos. Pero, este manjar permaneció practicamente inédito para el resto del mundo por razones políticas locales y la falta de una línea de explotación comercial para los etíopes en general. Sin embargo, en los 70´s sus contadas ediciones resultaron del máximo interés para músicos de la talla de John Coltrane o Duke Ellington, con quienes acabó compartiendo experiencias nutritivas en Nueva York.
Este aislado reconocimiento no alcanzó para despertar su carrera en la cuna del jazz y hubo que esperar a que el excéntrico cineasta Jim Jarmusch lo convocara para la realización de la banda sonora de su célebre Broken Flowers (en 2005). Un sensacional éxito que, esta vez sí, generó el reclamo del gran público por su obra. Inmediatamente su noble catálogo africano vió la luz a través de una colección de cuatro volúmenes que reúnen su magnífico ensamble de jazz e instrumentos folklóricos etíopes.
El particular sonido de Astatke floreció nuevamente en 2009, con la magnífica edición de “Inspiration, Information 3” junto a los talentosos jóvenes Heliocentrics.
Cuatro años más tarde, Mulatu nos sorprende gratamente con un regreso impecable. Su flamante “Sketches of Ethiopia” es un vibrante homenaje a la música de su país, pero también un laberinto pleno de atmósferas irreverentes, fuerza creativa en estado puro, un paisaje inexplorado.
La historia del septuagenario Mulatu Astatke (Jimma, 1943) tiene algún punto de contacto con aquella de los excelentes músicos cubanos rescatados por el norteamericano Ry Cooder en el Buena Vista Social Club.
Este etíope vibrafonista fue de los primeros en su país con la posibilidad de estudiar en Inglaterra y en la Berklee americana. Así, un joven Mulatu que pintaba para químico, terminó cruzándose con la música y el jazz en particular. El romance fue inmediato y duradero. De regreso a África, Astatke desarrolló una notable producción en lo artístico, fusionando el jazz americano con el folk etíope y sabores latinos. Pero, este manjar permaneció practicamente inédito para el resto del mundo por razones políticas locales y la falta de una línea de explotación comercial para los etíopes en general. Sin embargo, en los 70´s sus contadas ediciones resultaron del máximo interés para músicos de la talla de John Coltrane o Duke Ellington, con quienes acabó compartiendo experiencias nutritivas en Nueva York.
Este aislado reconocimiento no alcanzó para despertar su carrera en la cuna del jazz y hubo que esperar a que el excéntrico cineasta Jim Jarmusch lo convocara para la realización de la banda sonora de su célebre Broken Flowers (en 2005). Un sensacional éxito que, esta vez sí, generó el reclamo del gran público por su obra. Inmediatamente su noble catálogo africano vió la luz a través de una colección de cuatro volúmenes que reúnen su magnífico ensamble de jazz e instrumentos folklóricos etíopes.
El particular sonido de Astatke floreció nuevamente en 2009, con la magnífica edición de “Inspiration, Information 3” junto a los talentosos jóvenes Heliocentrics.
Cuatro años más tarde, Mulatu nos sorprende gratamente con un regreso impecable. Su flamante “Sketches of Ethiopia” es un vibrante homenaje a la música de su país, pero también un laberinto pleno de atmósferas irreverentes, fuerza creativa en estado puro, un paisaje inexplorado.
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