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ALEX DE LA IGLESIA, Balada triste de trompeta.

Crítica de Marcelo Espiñeira.


Las risas de un grupo de niños que se oyen ni bien comenzar la nueva cinta de Alex de la Iglesia (Bilbao, 1965) refuerzan la idea de que veremos una comedia. Sin embargo, una vez superado el negro plano de los primeros segundos, el atronador ruido de las bombas cayendo nos introducirá sin mediaciones en la crudeza de la guerra civil española. Un escenario que servirá de génesis a esta siniestra "Balada triste de trompeta".

Tomando trazos prestados al Goya de las "Pinturas negras", el bilbaíno nos ilustra de manera brillante un guión de comic, donde conviven superhéroes, villanos, desgraciados, dictadores y mujeres hermosas. Un universo con elementos muy funcionales para el director de "La comunidad" (2000) o "El día de la bestia" (1995). Un espacio esquizofrénico, salpicado constantemente por la sangre más roja, por el sarcasmo más negro y una violencia tan explícita como necesaria. Brutalidad en estado puro, colores fuertes, personajes complejos. ¿Qué otro lenguaje cabría para hablar de la historia reciente de este país? La elección parece acertada.


El filme posee al menos una media docena de escenas memorables. Esas que están nominadas a recordarse, de esas que condensan de manera única un pensamiento. Porque detrás de esta pátina de entretenimiento con que de la Iglesia se ha esmerado en cubrir su "Balada triste", existe una simbólica mirada sobre una España que duele, una España maltratada, una España malquerida.





"Esta no es una película política" advertía Alex en su presentación en Barcelona ante los medios. Pero, luego se disfrazará de "payaso triste" para preguntarle a unos etarras: "¿y vosotros de qué circo sois?", en la escena en que cuatro de ellos acaban de volar por los aires el coche del ex presidente Luis Carrero Blanco en las calles de Madrid, constituyendo una de esas geniales postales que nos costará olvidar de esta película.

De payasos, tristes o tontos, va esta historia. Y entre medio de ellos, una mujer. La más hermosa, la más tentadora y la más golpeada. El circo de la vida atizando las desventuras de sus personajes. Siempre excesivos, por muy tontos, o por muy tristes. Exhibiendo dos posturas antagónicas y complementarias ante esta mujer. Dos posturas ante esta España disputada que encontrará su destino final en el mismísimo Valle de los Caídos. Otra imagen inolvidable.

Carlos Areces (Madrid, 1976) es el niño que perdió su infancia durante los años de la guerra civil, que creció entre la amargura de los vencidos y que planea su venganza. Antonio de la Torre (Málaga, 1968) encarna al payaso tonto. Cruel, despiadado y sostén del circo. Un déspota consumado y el novio de la chica bonita. Ella es Carolina Bang (Tenerife, 1985), la seductora “chica de la tela”, el amor en disputa entre los dos payasos. Tres actuaciones que impactan por su fuerza desbordante. Un casting preciso.

Llevando al extremo lo políticamente incorrecto, "Balada triste de trompeta" entona la melodía perfecta para romper un silencio de años. Un mutismo que ya no se sostiene por ninguna costura. Es este un producto cultural destinado a quebrar lo que una transición democrática "ejemplar" (?) había encorsetado durante las últimas décadas. Un revuelo de obsesiones perversas, un exorcismo personal, una mirada adulta, una expresión necesaria.

“Balada triste” es una película que puede resultar incómoda, demasiado política para ser comedia, demasiado hilarante para hablar de ciertos temas.

Probablemente, la mirada más radical de un artista español sobre su pasado reciente.
 
 
Previo al estreno comercial del 17 de diciembre pasado, Alex de la Iglesia presentó su nueva producción en Barcelona ante los medios. De esta rueda de prensa, hemos extraído algunas respuestas que marcan claramente la opinión del director sobre su nueva obra.



Has rodado realmente en el Valle de los Caídos?
ALEX DE LA IGLESIA: Me alegra muchísimo que creáis que haya rodado verdaderamente en el Valle de los Caídos. Todos los fondos de esas escenas están muy logradas, pero están rodadas en decorados y retocadas en el ordenador.

Algunas escenas nos recuerdan a películas tuyas anteriores, como el Día de la Bestia y Muertos de Risa.
En una primera lectura, no me gusta que lo digáis, porque me da la sensación que me estoy repitiendo. Quizás tenga obsesiones que vuelven a aparecer otra vez. No he podido evitarlo.

Se había dicho que harías una película sobre la guerra civil.
Bueno, se sabe que la gente comenta cosas sin saber demasiado. Esta no es una película sobre la guerra civil, tampoco es una película sobre el circo. Más bien es una historia de amor, una historia de horror y una historia de humor. Es una comedia siniestra en la cual dos maneras de ver el mundo se enfrentan en una lucha a muerte por el objeto amado. Esa intransigencia, esa ira, esa necesidad de venganza por un pasado cruel que de alguna manera los condiciona, los conduce inexorablemente a la perdición. Esa es básicamente la historia.

Es una tragicomedia?
Creo que es una tragedia grotesca. Es un término que ideó Rafael Alcona. No lo he inventado yo.

Planea siempre la idea de las dos Españas, verdad?
Creo que es obvio. El cuadro de Goya de los garrotes, dos tipos enfrentados y hundidos hasta la rodilla matándose a palos.

El silencio de la transición se ha acabado definitivamente en este país?
Es una buena pregunta. Yo creo que hemos llegado a una situación en la que hay tantas cosas que decir y tantas cosas que tenemos en la cabeza que conviene hacerlo para que no siga habiendo esta sensación de crispación. Creo que la crispación y el enconamiento de las posturas son debido a que no decimos las cosas de manera clara. Estoy convencido de que hay puntos en común. Creo que no todos deberíamos ser el payaso triste y el payaso tonto. No se porque tenemos que decidir entre dos opciones, pudiendo haber seis, ocho u once. Parece que sólo hay dos maneras de ver las cosas, una conservadora y otra liberal. Yo creo que debe haber muchas más. Incluso hay posibilidad de combinarlas. Pero esto es una comedia, no es una película política.



Aprovechas un tratamiento cómico para hacer una revisión histórica?
Yo creo que la risa y concretamente la carcajada, justamente por la violencia y la explosión que supone, puede llegar a disolver los problemas. Es necesario que nos riamos de nosotros mismos. Soy el primero que intento reírme de mi mismo. En la medida de lo posible, no?

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