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JEFF TWEEDY. 20 canciones de amor

Una crítica 
de Marcelo Espiñeira.

Justamente venerado por su infiel relación con los parámetros fundamentales de la americana, Jeff Tweedy ofrece renovadas muestras de su talento singular en Sukierae. Su primer disco solista, o estrictamente familiar, ya que ha sido concebido integramente con el aporte inestimable de su hijo mayor Spencer (18), baterista y músico tan obsesivo como su padre.


Cuando Jeff creía que era el momento de retomar al trabajo en el estudio, descubrió que sus socios habituales de Wilco estaban enfrascados en proyectos paralelos fuera de la banda. Fue así que con cierta naturalidad decidió continuar la faena con su hijo, con quien compartiera la producción del estupendo One true vine de Mavis Staples en 2013, y bautizar al proyecto con el apellido en común: Tweedy.
En la tranquilidad del hogar, Jeff y Spencer hallaron el sitio ideal para ir desgranando un material heterogéneo que fue surgiendo sin prisas. Sin embargo, un compañero de viaje inesperado aparecería sin previo aviso. La madre de Spencer y esposa de Jeff fue diagnosticada con un linfoma, repentina dolencia que acabaría por filtrarse irremediablemente en el caracter general de las grabaciones. Un hecho que el líder de Wilco explica como decisivo en las sucesivas entrevistas concedidas luego de la edición del disco. Por suerte, con un final que parece estar pleno de esperanza.


Angustia e ilusión se entremezclan en las estrofas de muchas de las veinte canciones que integran Sukierae (también apodo de la esposa de Jeff), seguramente la explosión creativa más desenfrenada del autor de A Ghost Is Born. Es evidente la idea de libertad percibida en la obra, tan abrumadora como reconfortante. El brillante guitarrista se ha dejado arrastrar por un sentimiento profundo que modela el  espíritu general y lo encausa en un estado de embriaguez emocional. Nunca antes su voz había sonado tan necesaria. Las guitarras de New Moon llegan desde el corazón hasta nuestros oídos sin filtro alguno, impulsadas por una fuerza inusual. En el fondo, son veinte canciones de amor, que se aferran a la vida.

El disco comienza alto, las guitarras frenéticas de Please don´t let me be so understood sugieren un camino directo que pronto se rinde a las curvas del alma. Es en las composiciones más íntimas como Where my love o I´ll never know donde Tweedy brilla con una luz propia intensa. 


Mi música es una versión interminable del Album Blanco de los Beatles resume el autor sobre su estilo inconfundible que desarma al folk americano en piezas de aristas novedosas y encantadoras. Con Wilco ha arado un terreno fértil en hallazgos nutritivos, asumiendo riesgos permanentes y compartiendo las posibles desgracias de una mala cosecha. En Tweedy prosigue la sabia dirección del juglar que se empeña en sacar fuera lo mejor del momento.

Al dúo con Spencer, se han sumado la guitarra de Jim Elkington, el bajo de Darin Gray, los teclados de Liam Cunningham y las voces de Jess Wolfe y Holly Laesig para completar la banda que encarará la gira mundial de presentación de Sukierae. 

Es poco recomendable valorar de manera estricta el impulso generoso del líder de Wilco en Sukierae, y no creemos que exista mejor alternativa que disfrutarlo sin complejos. Su música rabiosamente viva es tan imperfecta como sincera, pero absolutamente real.






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