Escribe Marcelo Espiñeira.
En la cama de alguna habitación humilde de los suburbios de Philadelphia nacía el 7 de abril de 1915 una niña negra bautizada por sus adolescentes padres como Eleanora Fagan. Más tarde todos la conoceríamos como Billie Holiday, la gran dama del jazz.
Su inigualable arte y sensibilidad a la hora de interpretar el blues y el jazz que la rescataron del peor destino posible, dejó un legado
impactante que marcó definitivamente a muchos artistas contemporáneos. Entre ellos, nos interesa una voz muy especial que en 1988 lloraba como un bebé en una sala de un hospicio bien equipado en un barrio de clase media alta de Minneapolis. Con menos padecimientos que Lady Day y con escasos 20 años de edad, José James ya poseía un talento significativo para la interpretación musical y así editó su primer álbum de jazz.
The Dreamer (2008) lo situó entre las propuestas más originales que el negocio discográfico pudiera ofrecer. Y aunque el jazz ya había sido desplazado hasta los márgenes del “bisnes” como un género superado o reservado para melómanos, James nunca dudó en esforzarse para conectarlo con el hiphop, el funk, la electrónica y las nuevas audiencias, siempre con una naturalidad envidiable. Así, desde los escenarios pequeños del circuito de bares que lo cobijara en ciudades como Londres, New York o Los Angeles, el cantante fue curtiendo su voz ante un público reducido pero exigente. Blackmagic (2010) y sobre todo For all we know (2010) junto al pianista Jef Neve, confirmaron que su presencia no sería efímera. El soul, el groove y la tradición afroamericana en su conjunto se dejaba oir en el sutil jazz de José James. Tal vez por este motivo, el prestigioso sello Blue Note le ofreció la firma de un contrato que acabaría en la edición de No beggining no end (2013) y el fabuloso While you were sleeping (2014), probablemente uno de los mejores cinco discos del pasado año.
Su registro barítono, grave y elegante, es ideal para el fraseo requerido en el repertorio de Holiday y su devoción por la diva es confesa desde siempre: Billie creó un nuevo lenguaje de la canción americana. La he estado escuchando desde que era un niño y ella me enseñó todo lo que sé acerca de como cantar jazz afirma José James.
Con estos antecedentes, su reciente homenaje a Billie Holiday titulado Yesterday I had the blues (2015) se torna imprescindible para comprender su carrera profesional. Una brillante ocasión, para la que se ha rodeado de la mejor manera posible. Jason Moran en el piano, John Patitucci en el bajo y Eric Harland en batería completan el estupendo trío que engalana la imponente presencia de su voz grave. El incandescente blues de I thougth about you convive con el ritmo bohemio de What a little moonlight can do o la calidez discreta de Body and soul. James se acerca al templo de Billie sin intenciones de competir, nadie podría hacerlo. Su relectura nunca es vana porque sus versiones conquistan la profundidad de las emociones que se ha propuesto transmitir. No reaccionar ante la interpretación insuperable de Tenderly sería señal de no entender lo que está sucediendo. James ha construido un puente sólido entre el sentimiento de una artista sublime que nos dejó en 1959 y el futuro de esta música maravillosa que continuará cosechando adeptos, aunque no sea en cantidades exuberantes.
En la cama de alguna habitación humilde de los suburbios de Philadelphia nacía el 7 de abril de 1915 una niña negra bautizada por sus adolescentes padres como Eleanora Fagan. Más tarde todos la conoceríamos como Billie Holiday, la gran dama del jazz.
Su inigualable arte y sensibilidad a la hora de interpretar el blues y el jazz que la rescataron del peor destino posible, dejó un legado
impactante que marcó definitivamente a muchos artistas contemporáneos. Entre ellos, nos interesa una voz muy especial que en 1988 lloraba como un bebé en una sala de un hospicio bien equipado en un barrio de clase media alta de Minneapolis. Con menos padecimientos que Lady Day y con escasos 20 años de edad, José James ya poseía un talento significativo para la interpretación musical y así editó su primer álbum de jazz.
The Dreamer (2008) lo situó entre las propuestas más originales que el negocio discográfico pudiera ofrecer. Y aunque el jazz ya había sido desplazado hasta los márgenes del “bisnes” como un género superado o reservado para melómanos, James nunca dudó en esforzarse para conectarlo con el hiphop, el funk, la electrónica y las nuevas audiencias, siempre con una naturalidad envidiable. Así, desde los escenarios pequeños del circuito de bares que lo cobijara en ciudades como Londres, New York o Los Angeles, el cantante fue curtiendo su voz ante un público reducido pero exigente. Blackmagic (2010) y sobre todo For all we know (2010) junto al pianista Jef Neve, confirmaron que su presencia no sería efímera. El soul, el groove y la tradición afroamericana en su conjunto se dejaba oir en el sutil jazz de José James. Tal vez por este motivo, el prestigioso sello Blue Note le ofreció la firma de un contrato que acabaría en la edición de No beggining no end (2013) y el fabuloso While you were sleeping (2014), probablemente uno de los mejores cinco discos del pasado año.
Su registro barítono, grave y elegante, es ideal para el fraseo requerido en el repertorio de Holiday y su devoción por la diva es confesa desde siempre: Billie creó un nuevo lenguaje de la canción americana. La he estado escuchando desde que era un niño y ella me enseñó todo lo que sé acerca de como cantar jazz afirma José James.
Con estos antecedentes, su reciente homenaje a Billie Holiday titulado Yesterday I had the blues (2015) se torna imprescindible para comprender su carrera profesional. Una brillante ocasión, para la que se ha rodeado de la mejor manera posible. Jason Moran en el piano, John Patitucci en el bajo y Eric Harland en batería completan el estupendo trío que engalana la imponente presencia de su voz grave. El incandescente blues de I thougth about you convive con el ritmo bohemio de What a little moonlight can do o la calidez discreta de Body and soul. James se acerca al templo de Billie sin intenciones de competir, nadie podría hacerlo. Su relectura nunca es vana porque sus versiones conquistan la profundidad de las emociones que se ha propuesto transmitir. No reaccionar ante la interpretación insuperable de Tenderly sería señal de no entender lo que está sucediendo. James ha construido un puente sólido entre el sentimiento de una artista sublime que nos dejó en 1959 y el futuro de esta música maravillosa que continuará cosechando adeptos, aunque no sea en cantidades exuberantes.
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