Escribe desde Buenos Aires, Tom Dieusaert.
Hace unos años el nombre de Finlandia era algo perfectamente anónimo y a lo sumo hacía pensar en un queso cremoso o en un vodka. Ahora el nombre de este país remoto y frío - donde se supone "que se hacen las cosas bien, ¡no como en Argentina!" - está directamente relacionado con Botnia, la monstruosa pastera que hace unos años se instaló en la orilla del impoluto río Uruguay y empezó a verter toneladas de basura líquida en el río. La fábrica es emblemática porque logró lo que nadie logró hacer antes: dividir y enfrentar a los argentinos y los uruguayos.
"Los malos vecinos son ellos", dice Mónica, que está jugando al rummy con sus amigas Diana, Mirta y Blanca en el corte de Arroyo Verde en Gualeguaychú. "Antes ellos (los uruguayos) cruzaban siempre para este lado para comprar gasolina o ir de compras al Carrefour. Nosotros íbamos a veranear a Fray Bentos en Las Cañas, donde hay muchas cabañas. Tenemos el río compartido y este es un lugar natural, con playas y mucha pesca. Pero nos engañaron."
Mónica forma parte de la Asamblea de Gualeguaychú, uno de los movimientos ecológicos más fuertes en América Latina, que se opone desde hace 7 años férreamente en contra de la instalación de dos fábricas de celulosa (la otra es la española Ence) en Fray Bentos, la localidad uruguaya al otro lado de Gualeguaychú. La asamblea compuesta por cientos de vecinos es intransigente y por eso se ha ganado una mala fama afuera por ser intolerante y radical, especialmente por el corte del puente internacional entre las dos localidades. Los uruguayos califican a los asambleístas simplemente de piqueteros.
Es que ser un ecologista argentino no es un regalo ya que la fama de ser argentino le precede. La fama de ser peleador, soberbio y de tener poco criterio cuando se trata de política internacional. En el caso Botnia, las gestiones ambivalentes de Cristina Fernández de Kirchner, que en primera instancia atacaba a Uruguay por violar el Estatuto del Río Uruguay y luego a los Asambleístas por no levantar el corte de ruta, solo demostraba que la presidenta estaba más pendiente de la conyuntura política que el Medio Ambiente (lo que además se evidencia por el estado tétrico de los propios ríos argentinos y la falta de iniciativa para sanearlos).
Aunque la Asamblea es un movimiento genuino - en caso contrario no hubiera durado siete años sin flaquear y aguantar todo tipo de ataques, desde los medios comerciales hasta de la gendarmería - la protesta argentina contra las plantas de celulosa o "pasteras" siempre fue teñida por la sospecha de que nunca hubiera causado tanto revuelo la instalación de una fábrica parecida en Brasil (o mismo en Argentina). La sospecha de que Argentina tenga un complejo de "gran hermano" hacía su vecino chico o incluso envidia por la existencia de un proyecto económico a la otra ribera del Plata: De hecho el gobierno uruguayo desde hace años quiere desarrollar una industria forestal (eucaliptos) y fabricar celulosa a gran escala.
Uruguay necesita levantar su economía. El contraste entre Gualeguaychú, y Fray Bentos no podía ser más grande. Mientras que el primero es un pueblo boyante y un destino turístico conocido por sus playas y el carnaval, este último parece un pueblo fantasma. Casonas viejas del fin del siglo XIX todavía siguen dominando el panorama urbano, mientras que alrededor de las 15 horas, hay más perros que humanos en la calle.
"Aquí el único patrón es el municipio", aclara Sandra, quién atiende en el pequeño módulo de turismo en la plaza central. "Mucha gente emigra, principalmente a Buenos Aires. Mi hermana también vive ahí. Trabaja en limpieza y mi cuñado es portero."
¿Y la pastera? No iba ser la solución para el desempleo? "Al principio, cuando la construyeron hubo algo de movimiento, pero ahora que está en funcionamiento, creo que solamente unas 30 personas de Fray Bentos están trabajando en UPM (el nuevo nombre de Botnia)”. Sandra cuenta que tiene este trabajo desde hace tres semanas, pero que no han venido muchos turistas. "Usted es el primero hoy," dice casi disculpándose.
Cuando le pregunto que hay para ver aquí, debe pensar unos segundos. "Puede visitar la vieja fábrica de la Anglo, para eso tiene que seguir la costa. Es un lugar interesante".
Caminando por Fray Bentos siento un cierto dejo melancólico, de un pueblo quedado en la historia y más en el barrio de Anglo, un lindo ejemplo de patrimonio industrial preservado. La vieja fábrica de Liebig, la primera y mas importante planta procesadora de carne en toda la región rioplatense.
En esta combinación de frigorífico, fábrica y complejo habitacional para los obreros, se llegaron a procesar millones de toneladas de carne de vacas y cordero, se envasó el famoso Corned Beef y se inventó el extracto de carne Oxo, comida principal en las trincheras de la Gran Guerra de 1914 e inspiración para Julio Verne, cuyos astronautas consumían esta carne uruguaya enlatada o líquida. Para botón de muestra: en su apogeo llegaban más de 400 barcos por año a Fray Bentos para llevar carne y trabajaban más de 25.000 personas en la fábrica, provenientes de 60 países.
Ahora queda un museo y dos viejas grúas sobre el muelle destartalado. Todo en Fray Bentos huele a pasado, hasta los monumentos kitsch. Uno de estética hindú, erigido en honor de la vaca sagrada (y enlatada) que hizo grande a Fray Bentos. Y otro monumento al Jugador de Fútbol, porque parece que los ingleses también trajeron una pelota para divertirse durante los ratos muertos en la fábrica.
Las viejas casitas de los obreros ahora son habitadas por otras personas como Pablo Sambiase, quien montó un taller de alfarería. Justo llega en su moto nueva que pudo comprar por el dinero ganado en Botnia. "Trabajé 3 años en Botnia, durante la etapa de construcción. Tuve que hacer un curso de soldadura de un mes y luego trabajé en el armado metálico de las vigas. Ganaba bastante bien, unos 900 dólares por mes, pero era evidente que se trataba de un trabajo temporal”.
"No comprendo que haya gente aquí que realmente pensó que Botnia iba a crear puestos de empleo: Es una fábrica mecanizada y automatizada, los "capos" vienen de Europa, y ni los ves, ellos aprietan los botones y además hay unos cuantos obreros calificados. Creo que los únicos habitantes de Fray Bentos que trabajan con Botnia son los camioneros que llevan la madera a la planta”.
Sambiase estuvo trabajando en varios sectores de Botnia - entre otros en la chipeadora, donde se astilla la madera - y vio con sus propios ojos como la empresa finlandesa no respetó las normas medioambientales. "Ellos trajeron su forma de trabajar de Europa y por ejemplo la fórmula de la mezcla para el concreto. Pero aquí la calidad del cemento es diferente y así se dio un accidente serio durante la etapa de la construcción. Se construyeron 6 piscinas grandes para blanquear la celulosa con cloro y una de las piscinas se rajó. Pero ni siquiera lo trataron de tapar, así que imagínense la cantidad de agua servida con cloro que se filtra al suelo”. "Pero bueno", concluye el alfarero, "por algo estos finlandeses vinieron aquí. Porque no hay control y encima no pagan impuestos”.
En Fray Bentos hay una sensación de decepción, incluso de que fueron engañados. La primera pastera (la empresa gallega Ence) sucumbó ante las protestas argentinas y se mudó al sur, por la playa de Conchillas, frente a Buenos Aires. Botnia, aunque de capacidad mayor que todas las pasteras argentinas juntas, trajo muy poco empleo y muchos problemas.
El cierre del puente internacional resultó mortal para Fray Bentos, que antes vivía del comercio fronterizo y el turismo.
"En Fray Bentos paraban muchos turistas de la zona de Santa Fé que viajaban a los balnearios uruguayos como Punta del Este”, cuenta Claudia Asai, ama de llaves del Gran Hotel Fray Bentos, un hotel moderno con spa. "Ahora con el cierre del puente bajó muchísimo el turismo. El hotel básicamente ha recibido gente relacionada con la fábrica, como los ingenieros. Pero ahora que la fábrica está en marcha también esto ha bajado. Esperamos que el puente abra de nuevo”. Le pregunto si ha notado la contaminación en el aire. "A veces hay un olor a col hervida. Pero esto depende del viento”...
Aunque durante junio los asambleístas temporalmente levantaron el corte del puente, volvieron al bloqueo, decepcionados por la falta de avance en un monitoreo de la planta.
"Yo preferiría estar con mis nietos", dice Mónica en el corte de Arroyo Verde, al final del largo puente a través el río Uruguay. "Pero esta contaminacion es acumulativa y no queremos que se vuelva un riachuelo. El río Uruguay es un río playo, que no tiene el caudal del Paraná (el otro gran río que desemboca en la cuenca del Río de la Plata) y por eso el equilibrio biológico se rompe muy facil. No entiendo porque hicieron esto, si antes venían aquí y eran nuestros amigos. Se dejaron convencer porque la provincia uruguaya de Río Negro (donde está ubicada Fray Bentos) es una provincia pobre, pero han sido engañados".
Le pregunto si se puede poner en el lugar de los uruguayos. Argentina tiene por lo menos 10 pasteras a lo largo del Paraná. Y nadie nunca se quejó.
"Si, pero Botnia tiene una capacidad más grande que todas las celulosas argentinas juntas," dice Mónica, saludando al equipo de relevo, que incluye una amiga que trajo masa para hacer pizzas para los asambleistas. "Esta planta es ilegal y no nos moveremos hasta que la desmantelen".
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