Una critica de Marcelo Espiñeira.
Una vida acomodada en un paraje paradisíaco de Hawaii también puede tener sus contratiempos. Una película basada sobre esta simple premisa seguro que los tendrá, pero este no es el caso de “Los Descendientes” (esta vez correctamente traducida al castellano del original “The Descendants” en inglés).
Su guionista y director, Alexander Payne (Nebraska, 1961) posee un pulso poco habitual para mezclar los géneros clásicos que en la mayoría de los casos dividen los escaparates de los videoclubes tradicionales y que en sus historias confluyen con tremenda naturalidad. La comedia y el drama conviven sin aspavientos en “Los Descendientes”, como también lo hacían en “Entre copas” (2004) o en “A propósito de Schmidt” (2002). Sin duda, un rasgo distintivo de Payne y una curiosa habilidad que puede haber persuadido decisivamente al cotizado actor George Clooney a la hora de aceptar el papel del protagonista.
Papá en apuros
El filme comienza con un brutal accidente de la esposa de Matt King (Clooney), un hecho que acarreará importantísimos cambios en la vida del resto de los integrantes de la familia. La cual era absolutamente disfuncional, según iremos viendo con el transcurrir de las escenas.
George Clooney cautiva con sólo aparecer en pantalla y como el público parece acostumbrado a sus gestos burlones y su predisposición al humor inteligente, pronto se oirán carcajadas o risotadas entre los asistentes aunque la trama no amerite semejante reacción. Es de suponer que Payne conocía perfectamente este riesgo porque nos queda la sensación de que ha jugado sutilmente con ciertas escenas del comienzo de su película, sugiriendo una dirección hacia la comedia rasa que jamás se confirmará después.
El personaje de King va creciendo con el rodar del metraje, gana aristas de humanidad y en definitiva se termina inventando un nuevo rol del padre que no era previamente al accidente de su mujer.
En un comienzo, las dos hijas del matrimonio muestran su desconcierto, luego niegan la situación y más tarde ayudan a modelar ese perfil de hombre maduro en pleno cruce de caminos que interpreta con maestría Clooney.
George Clooney y Shailene Woodley en "Los Descendientes". |
Un enredo para aprender a vivir
La historia triunfa planteando un verdadero enredo de comedia mientras lo desatasca con argumentos dramáticos. Literalmente nos hará reir y llorar. Un adjetivo que no tanto cine puede esgrimir como propio.
El casting es excepcional, los personajes secundarios resultan todos amenos y necesarios para el buen funcionamiento general de la idea. Pensar que sólo invertir en la contratación de George Clooney era suficiente, no ha estado jamás entre los planes del director. Y si bien la película está rodada en interiores austeros durante la mayor parte de las tomas, las montañas y playas de Hawaii también dejarán su estampa en el espectador. Tanta belleza natural no pasa desapercibida facilmente.
A muchos nos ha quedado ese sabor que dejan las películas de bajo coste cuando consiguen conmovernos sin exageraciones de ningún tipo. “Los Descendientes” acierta de pleno porque evita tantísimos golpes bajos que otros personajes hubieran tirado en una historia similar.
Clooney y familia en otra escena de "Los Descendientes". |
Un Clooney perfectamente acompañado, y mejor dirigido, ilumina una película de pocas pretensiones, pero que llega al corazón con la simpleza de las grandes historias.
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