Juan Diego Botto durante la entrevista. |
El filme describe la difícil experiencia de unos cuantos españoles en el frente ruso de Leningrado, integrantes todos de una olvidada División Azul que Franco enviara a luchar junto a los nazis.
El papel del soldado inspector Arturo Andrade nos muestra un Botto nuevo, muy contenido y proclive al silencio como única vía de expresión.
El gélido invierno lituano sirvió de marco para buena parte de un rodaje que director y actores han coincidido en señalar como dificultoso. En esta charla que mantuvimos con Juan Diego se descubren algunas de las claves que encierra el filme de Herrero y diversas e interesantes opiniones personales sobre el medio cinematográfico en sí mismo.
Una entrevista de
Lilian Rosales de Canals y Marcelo Espiñeira.
Alcanzar el equilibrio entre la contención que requería el director y la fuerza dramática que exigía el personaje ¿te ha resultado muy complejo?
JUAN DIEGO BOTTO: Para mí fue el principal reto de este personaje. No sabemos nada de su pasado, desvela muy poco de sí mismo y lo que piensa del entorno en el que está. Debía buscar coordenadas y elementos en los cuales apoyarme en los ensayos para crearlo. Este hombre era un inspector de policía durante los años de la República y posiblemente no estaba en el frente de combate por gusto. La opinión que él tiene sobre la División Azul fueron invenciones mías, aunque la única posibilidad de expresarlas fuera a través de miradas o de silencios, porque Gerardo (Herrero) buscaba frialdad y poca expresividad en mi personaje.
Juan Diego Botto en el papel del soldado inspector Arturo Andrade. |
Dentro del trabajo de documentación, ¿has llegado a conocer a divisionarios sobrevivientes?
Sí, leímos muchos libros, vimos documentales y por suerte conocimos a gente que estuvo en la División, que al final son los que te aportan los elementos más importantes. Conocer el contexto es fundamental para saber por qué fueron hasta allí, cómo viajaron, el frío que pasaron, el hambre, la soledad, cómo se aferraban a las cartas que recibían… Es curioso, pero el amor de sus familias, de sus mujeres e hijos, era lo que los sostenía para soportar una situación que, posiblemente, representa la peor que puede vivir un ser humano, la guerra.
¿Se trataba de un guión abierto?
El guión se apoya en una trama muy sólida. Es una película de género, es un policíaco sacado fuera de lugar. Los policiales habitualmente se sitúa en una ciudad y en este caso es en el frente de combate. El filme comienza con un asesinato y en la segunda secuencia se nombra a un detective para que lo investigue. En este sentido es una historia muy clásica. El grueso de la historia pasa por las pistas que se van encontrando para deshacer esta madeja. Esta estructura prácticamente no se tocó. Pero es cierto que para el final, el director quería rodar dos opciones. Luego de hablarlo entre todos los actores y discutirlo con Gerardo, llegamos a una propuesta que creo mejoraba la historia.
Juan Diego Botto en la presentación de "Silencio en la nieve" en Barcelona. |
¿El trasfondo político de este relato te motivaba especialmente?
No tanto por el aspecto político, porque la película no se centra demasiado en ello. Había mucho de lo que se podía hablar. La participación de España en la Segunda Guerra Mundial de la mano de los nazis es algo muy llamativo. A priori, la División Azul sabemos que no es un aspecto de la historia reciente española que se quiera recordar demasiado. Creo que para el conjunto de la humanidad el nazismo representa lo peor de lo que hemos sido capaces como especie. Cuando hablamos del mal, el máximo referente es el nazismo. Y que España haya estado de su lado no es motivo de orgullo.
Lo que me interesaba mucho es aquello que produce una guerra en las personas. La pérdida de los valores morales, la angustia, la desesperación o cómo uno puede llegar a degradarse en determinadas circunstancias. En una escena que reproduce a soldados jugando a la ruleta rusa, se aprecia perfectamente aquello de que la vida no tiene ningún valor. Mientras que en el génesis de la historia, se produce una muerte que se considera un crimen y que amerita ser investigado, cuando los centenares que morían diariamente no importaban demasiado. Esta paradoja de la película me motivaba mucho.
Escena de "Silencio en la nieve". |
¿Qué opinión te merecen los recortes a las subvenciones del cine español?
Es difícil opinar sobre los recortes en cultura sin hablar de los recortes en general, porque parecería una defensa gremial. La situación es dramática para muchísimos sectores y recortar en educación es siempre un error porque la sociedad se beneficia de una buena educación pública. Si recortar en sanidad es un fallo porque es riqueza para la sociedad, recortar en cultura también. Más allá del aspecto industrial que tiene el cine (debido a los puestos de trabajo que genera), la cultura de un país es la seña de su identidad, un motivo de unidad y de identificación esencial.
La cultura y la educación pública son deficitarias en lo económico por naturaleza, pero no en lo social. Cuanto más educados y formados estén los jóvenes, más productivo y más rico será el país. Pero, más allá de todas estas razones, las políticas de recortes masivos lo único que producen es una recesión que acrecentará esta crisis y la profundizará en todos los sectores.
España es de los países europeos que menos subvenciona su cine. Comparados con Francia, Italia o Alemania, las diferencias son astronómicas. ¿Debe el Estado soportar la producción cultural? ¿Debe soportar la industria en general? La agricultura, la industria del automóvil o la pesca están muy subvencionadas en España. ¿Es preciso hacerlo?... Lo que está ocurriendo es que el Estado está subvencionando a los bancos y a todo lo demás le está retirando su apoyo.
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