Música
como antídoto
La expresión artística, cualquiera sea su modalidad, constituye una inequívoca herramienta para la inclusión y el estímulo del sentido ciudadano en niños y jóvenes, pero cuando nos referimos a personas de escasos recursos, a quienes la pobreza les ha negado la posibilidad de acceder a derechos fundamentales como la alimentación, la educación formal y la fe en un futuro mejor, la propuesta se torna aún más interesante y cautivadora.
Este es el que movió hace una década a Luis Szarán (Encarnación, 1953), director de orquesta paraguayo, compositor y arreglista de reconocida trayectoria internacional, para poner en marcha uno de los proyectos más dignos de América Latina bajo el nombre de Sonidos de la Tierra. Su líder fundador nos cuenta algunos de los aspectos relevantes que convierten esta iniciativa en un modelo de inclusión social de exportable potencial que tira a tierra todo desencanto ante las desigualdades.
Instrumentos construidos con materiales encontrados en el vertedero. |
Una entrevista de Lilian Rosales de Canals.
Sonidos de la Tierra es una organización no gubernamental destinada a la creación de escuelas y talleres de música en comunidades marginales de Paraguay que dota de parte de los instrumentos musicales que los estudiantes requieren. Sin embargo, los limitados recursos no permiten su adquisición en grandes contingentes. En previsión de tal dificultad la ONG capacita a sus beneficiarios y familiares al tiempo que crea sociedades filarmónicas con la finalidad de propiciar el manejo de su propio presupuesto mediante la autogestión.
Basura por notas
La aventura filarmónica Sonidos de la Tierra nació hace 10 años de la basura. Sí, así como lo lee. Cateura, el mayor vertedero de la capital Asunción, fue el epicentro escogido por Luis Szarán para dar inicio a este proyecto en rescate de cientos de niños y jóvenes abandonados entre restos de civilización, quienes ocupaban alrededor de 14 horas diarias escudriñando entre la basura para poder vivir.
Cuando le preguntamos sobre que representa esta experiencia en su vida profesional, Luis Szarán dice: "En lo personal ha sido lo más importante. Ni el mejor de los aplausos en el más brillante de los escenarios del mundo es tan profundo como la sonrisa de satisfacción de un niño".
Luis Szarán con dos niños músicos de Sonidos de la Tierra. |
Mediante este programa muchos de los pequeños lograron huir de la miseria. Sin embargo, las extremas condiciones de pobreza imposibilitaban que las familias adquirieran los instrumentos musicales necesarios.
La creatividad da vida al proyecto
En sus propias palabras Szaran nos describe el comienzo: "Don Kolá se integra al proyecto hace algunos años cuando llevamos el programa al barrio de Cateura. La idea inicial era mantener ocupados a los niños para que estuvieran el menor tiempo posible en ese ambiente altamente contaminado (por la basura). Teníamos muchos niños tocando en la orquesta del lugar pero faltaban instrumentos musicales. En forma paralela organizamos un Taller de construcción de guitarras a partir de mucha madera de embalajes que existe en el sitio y que las depositan las grandes empresas de importación. Con esas maderas se llegaron a fabricar cientos de guitarras que son enviadas a los diferentes pueblos campesinos (más de un 20% de los instrumentos del total del proyecto son producidos en el país). Como no teníamos dinero para comprar violines, un día Don Kolá llegó con uno hecho a partir de una vieja cacerola, un tenedor y otros desechos orgánicos. Todos nos reímos, porque parecía una broma. Sin embargo, el profesor de música dijo: de momento, (el artefacto) puede ser útil para las primeras lecciones de violín y lo probó. Esto me impresionó mucho, en el sentido de que esta gente que vive en el estadio más bajo de la pobreza, nos dio una maravillosa lección de que si quieres cambiar tu vida, hasta la basura se puede convertir en una herramienta educativa para hacerlo".
La creatividad dio sus frutos y tan es así que de la basura fue posible obtener el sonido de “Las cuatro estaciones” de Vivaldi o "Let it be" de los Beatles. Desde aquel luminoso momento surgieron peculiares y distintivos instrumentos que simulan con gran aproximación el sonido de sus originales. Latas de refrescos, de conservas y de aceite, viejas tuberías, embudos y cacerolas, cualquier residuo sólido resulta útil en la fabricación de cajas de resonancia, caños, puentes, capaces de arrancarle música a la miseria y abrir sendos caminos hacia la ilusión.
El taller de Sonidos de la Tierra ya tiene en su haber más de 700 piezas de lutería entre flautas, guitarras, violines, violoncelos, contrabajos e instrumentos de percusión, al tiempo que proporciona una actividad a padres e hijos dedicados a fabricarlos mediante el asesoramiento de musicólogos y técnicos.
¿Qué tipo de música interpretan?
"El programa de esta orquesta parte de fragmentos de música clásica, folklore paraguayo, temas de los países del mundo con una carga de permanente humor (con coreografías y relatos)".
Los ejecutantes, jóvenes en su mayoría humildes y de escasísimos recursos, encuentran una oportunidad de descubrir su talento y hacer realidad un sueño, probablemente jamás imaginado por muchos de ellos. De esta manera, han nacido verdaderos líderes musicales que hoy integran las principales orquestas del Paraguay y han logrado recorrer otros escenarios del mundo como premio a este esfuerzo humano y artístico.
Con su arte han deleitado a la audiencia de las catedrales jesuitas de Lucerna y Zúrich, de la catedral de San Pedro en Múnich y del teatro del Instituto Iberoamericano en Berlín, entre un amplio destino de países que les han recibido como Costa Rica, Gran Bretaña, Italia, Austria, Argentina, Brasil, Alemania, Francia, Suiza, España y Estados Unidos.
Sonidos de la Tierra en una capital europea. |
"Estamos intercambiando experiencias de este tipo con colegas de otros países" afirma Szarán.
Hermana de esta empresa proactiva nace la Orquesta Weltweite Klänge creada en Alemania en el año 2006 por la Missionsprokur SJ de Nürnberg, cuyo propósito es contribuir a la difusión del programa de integración comunitaria a través de la música creado por el maestro Szarán. Esta formación está integrada por músicos de Suramérica, África, Asia y Europa.
Autogestión y sostenibilidad
"Sonidos de la Tierra se inicia a partir de la observación de experiencias fallidas en distintos países de Latinoamérica, por el enfoque paternalista que los mismos tenían (el Presidente de un país decide apoyar proyectos de esta naturaleza y el que lo sucede enfoca su interés en otra cosa). Por tal motivo nuestro trabajo se basa en la construcción del proyecto a partir de la propia gente (es una aspecto casi no visible en la organización pero es su mayor fortaleza para la sostenibilidad). Alrededor de cada escuela de música u orquesta juvenil conformamos una Sociedad Filarmónica administrada por los adultos de la comunidad. Los capacitamos en gestión cultural, administrativa, técnicas de recaudación de fondos, estimulando así el espíritu emprendedor. De esta manera hemos logrado cifras pocas veces vistas en proyectos sociales: del total del presupuesto del proyecto, el 88% es generado por el beneficiario quedando sólo el 12% a cargo de los donantes o auspiciantes".
Nacer en un escenario hostil
Según datos de la Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos de Paraguay en 2010 las cifras de la población en estado de pobreza alcanzaron el 34,7 %. Cerca de 2,2 millones de personas de las cuales 1,2 millones se encuentran en la franja más extrema (48, 9 % proceden de las zonas rurales).
Por su parte UNICEF en sus boletines de 2011 afirma que Paraguay ocupa el segundo lugar, respecto al resto de América Latina, en cuanto a la mayor inequidad en la distribución del ingreso per cápita y señala que "una proporción significativa de niños, niñas y adolescentes aún no disfrutan del pleno ejercicio de sus derechos, especialmente aquellos que son pobres, campesinos e indígenas, quienes sufren de exclusión, discriminación y una inadecuada protección". Desde este panorama desolador surge tan maravillosa idea que combate la violencia y promueve la integración de los excluidos, potencia la autoestima, estimula la creatividad y el espíritu emprendedor, favorece el trabajo en equipo y finalmente, difunde los valores sociales y democráticos.
Un grano de arena para mover conciencias
"Hemos recibido apoyo de numerosas empresas del sector privado, donantes anónimos y hemos tenido una repercusión muy grande en foros mundiales del más alto nivel".
Entre las ayudas procedentes de países como Francia, Alemania, Italia y EEUU, destaca la entidad bancaria británica HSBC, uno de los organismos que en la actualidad ofrecen su apoyo económico (medio millón de dólares) para la educación musical de 3.000 niños en 72 comunidades paraguayas.
“Un niño que durante el día interpreta a Mozart,
por la noche no romperá escaparates”
"El programa Sonidos de la Tierra, es de educación musical no formal. Se trabaja directamente sobre el instrumento y con lectura musical básica. El niño que participa del programa desde su primera lección forma parte de una orquesta y está sujeto a ciertas normas de convivencia y disciplina. Apenas pudiendo tocar una sola nota, puede ser miembro de la orquesta, de esta manera su autoestima se fortalece. La metodología libre en sus inicios, de forma imperceptible para el niño, va pasando de a poco hacia exigencias mayores y de-sarrollo de experiencias técnicas. Lo importante es compartir valores y ser feliz. Los que demuestran mayores deseos son conducidos hacia programas académicos especiales a través de un sistema de becas en conservatorios formales. De este grupo ha surgido una generación que está cubriendo hasta el 30% de los puestos en la orquesta sinfónica del Paraguay.”
"La Orquesta de Reciclados nació con la idea de transmitir a los jóvenes el mensaje de que todo es posible en la vida, y que podemos ser forjadores de nuestro propio destino, aún en las condiciones más duras. Hay que tener creatividad, mirar lejos y luchar por los sueños".
"Si cada ser humano que ha tenido la oportunidad de estudiar, comer una comida caliente al día y tener trabajo, se ocupara solo de un niño, no en el sentido de donarle lo que necesita sino acompañándolo en el aspecto más profundo, el mundo sería realmente diferente" concluye un emocionado Szarán.
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