Dueño de una derecha demoledora, un saque imponente y una actitud paciente hasta la extenuación de sus mejores rivales, el tandilense Juan Martín del Potro ha conseguido escribir la página más gloriosa del tenis argentino en la ciudad croata de Zagreb. De manera inesperada, tras pasar un calvario en sus muñecas maltrechas que lo alejó de las pistas durante año y medio, el regreso de Delpo en febrero de este año acabó con la obtención de la primera Copa Davis para el equipo argentino a finales de noviembre pasado. Anteriormente, se había apuntado un par de hazañas en los juegos olímpicos de Rio, donde venciera al serbio Novak Djokovic y al español Rafa Nadal. En setiembre también le ganó un partido increíble al escocés Andy Murray en Glasgow que sirvió para clasificar a los argentinos a la final de la Davis. Con la confianza recuperada, en octubre Delpo obtuvo su primer torneo del circuito en tres años,
derrotando al norteamericano Jack Sock en la final del abierto de Estocolmo. Tras esta racha positiva, optó por focalizar sus esfuerzos en el complicado reto que supondría enfrentar al croata Marin Cilic (número 6 del ranking) ante su gente en la esquiva final de la Copa Davis, un trofeo que se le había escurrido de las manos a los argentinos en cuatro oportunidades anteriores. Sin embargo, nadie contaba con la enorme resistencia que el tandilense ofrecería, sobre todo luego de perder los dos primeros sets en un partido histórico ante Cilic. La remontada de Del Potro resultó épica, forzando una quinta manga que ganó para empatar la serie 2-2 y abrir así una esperanza a la victoria de su compañero Federico Delbonis en el partido decisivo. Un triunfo claro que llegó al fín y permitió a los tenistas argentinos consagrarse campeones del mundo por primera vez, luego de superar cuatro cruces (ante Polonia, Italia, Gran Bretaña y Croacia) de visitante, con la desventaja que supone esta circunstancia en la copa. Para Delpo esta Davis podría significar un premio supremo a la superación personal, al tesón y la confianza en las propias fuerzas. Para los demás, podría ser una verdadera inspiración que trascienda más allá de nuestro amor por el tenis. Muchos de los que hemos sido testigos de sus proezas, intuímos que Delpo es un jugador algo limitado en sus posibilidades, que sabe administrar de manera envidiable sus mejores armas, para sobreponerse con valentía a rivales mejor dotados y más talentosos. Así, con todo en contra, igual Delpo cree en sí mismo.
derrotando al norteamericano Jack Sock en la final del abierto de Estocolmo. Tras esta racha positiva, optó por focalizar sus esfuerzos en el complicado reto que supondría enfrentar al croata Marin Cilic (número 6 del ranking) ante su gente en la esquiva final de la Copa Davis, un trofeo que se le había escurrido de las manos a los argentinos en cuatro oportunidades anteriores. Sin embargo, nadie contaba con la enorme resistencia que el tandilense ofrecería, sobre todo luego de perder los dos primeros sets en un partido histórico ante Cilic. La remontada de Del Potro resultó épica, forzando una quinta manga que ganó para empatar la serie 2-2 y abrir así una esperanza a la victoria de su compañero Federico Delbonis en el partido decisivo. Un triunfo claro que llegó al fín y permitió a los tenistas argentinos consagrarse campeones del mundo por primera vez, luego de superar cuatro cruces (ante Polonia, Italia, Gran Bretaña y Croacia) de visitante, con la desventaja que supone esta circunstancia en la copa. Para Delpo esta Davis podría significar un premio supremo a la superación personal, al tesón y la confianza en las propias fuerzas. Para los demás, podría ser una verdadera inspiración que trascienda más allá de nuestro amor por el tenis. Muchos de los que hemos sido testigos de sus proezas, intuímos que Delpo es un jugador algo limitado en sus posibilidades, que sabe administrar de manera envidiable sus mejores armas, para sobreponerse con valentía a rivales mejor dotados y más talentosos. Así, con todo en contra, igual Delpo cree en sí mismo.
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